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Archivo por Enero 2018

He leído el libro de J.D. VanceHillbilly, una elegía rural. Memorias de una familia y una cultura en crisis, que publica Deusto, y he comprendido por qué ha estado desde su aparición en la lista de los best-sellers en Estados Unidos. La obra ha sido citada incluso como explicación del triunfo de Donald Trump, porque habla de los problemas de la clase trabajadora blanca. Dice el autor: “Me identifico con los millones de americanos blancos de clase trabajadora y de ascendencia escocesa e irlandesa que no tienen un título universitario. Para esa gente, la pobreza es una tradición familiar: sus antepasados fueron jornaleros en la economía esclavista del Sur, después de eso aparceros, después de eso mineros del carbón, y en tiempos más recientes maquinistas y empleados de acerías. Los estadounidenses los llaman hillbiliesrednecks o basura blanca. Yo los llamo vecinos, amigos y familia”.

Esa es la historia que cuenta Vance, la historia de su propia familia en Middletown, Ohio, que a primera vista no puede ser más desoladora, con un padre ausente, un abuelo alcohólico y una madre drogadicta con una sucesión interminable de parejas. Los llamados “valores de los Apalaches” integran una propensión notable hacia la violencia verbal y física. Y, sin embargo, el mensaje global del libro es un mensaje de superación, un mensaje que apunta a que, a pesar de todo, y es un “todo” con aspectos terribles, el sueño americano sigue vivo. Esto es posiblemente lo que ha provocado más irritación en intelectuales y periodistas de izquierdas, que han acusado a Vance de racismo y de desprecio a los pobres, pero no hay nada de eso. Más bien, hay comprensión hacia su gente más desdichada y aprecio por los valores buenos de los Apalaches, como la lealtad, y el amor a la familia y a la patria.

En las condiciones más hostiles, Vance sale adelante. Le ayudan sus abuelos, en especial su potente abuela, y su abuelo apunta el futuro: “Tu generación se ganará la vida con la cabeza, no con las manos”. Es lo que sucede, y Vance, que está lejísimos de ser un joven rico, llega a graduarse como abogado en una de las mejores universidades del país, y del mundo: Yale.

Esta es la solución: el esfuerzo y el mérito personal, y no la protección política, contra la cual hay comentarios muy desdeñosos, en especial por parte de los trabajadores, como el autor, que ven cómo el Estado de bienestar no ayuda a los realmente necesitados, sino que promueve la irresponsabilidad.

Entre esos comentarios y el respaldo a la familia, se comprende que muchos políticamente correctos abominen de J.D.Vance, de su libro y de sus ideas. Pero, por decirlo en términos del populismo de Podemos, harían mejor en pensar en “la gente”, que igual acaba por no votar lo que le dicen los periodistas, y por rechazar el famoso Welfare al que tanto santifican tantos, y con tanto más entusiasmo cuanto menos lo usan.

Este artículo fue publicado originalmente en La Razón (España) el 25 de diciembre de 2017.

Antes de ayer realicé una entrevista acerca del juicio político contra el vice presidente Jorge Glas, condenado por la justicia por el delito de asociación ilícita. Considerando la amplia concentración de poderes que logró el ex presidente Correa, es totalmente razonable creer que él al menos posee información que podría contribuir de manera importante a los esfuerzos de la justicia por descubrir a los culpables de los múltiples casos de corrupción, sobre todo aquellos que tienen que ver con el sector petrolero, cuyos perjuicios al Estado son inmensamente mayores que aquellos causados por el caso Odebrecht. Además, si analizamos los múltiples decretos de emergencia y excepción decretados por el ex presidente, es totalmente razonable arguir que estos actos de corrupción no hubiese sido posibles sin su colaboración activa

El sistema de capitalización individual, más conocido como el sistema de AFP, sufre consecuencias directas de lo que acontece en el mercado laboral.

Roberto Fuentes, gerente de Estudios de la Asociación de AFP en Chile, señala que el bajo crecimiento económico de los últimos años ha tenido un efecto en el empleo asalariado y, por tanto, en el pago de las cotizaciones previsionales.

Si bien la tasa de cesantía se ha mantenido relativamente estable en el último año, la cantidad de trabajadores independientes y por cuenta propia ha aumentado significativamente. "Las estadísticas de las AFP ratifican esta dinámica, con un aumento de afiliados que hace un año cotizaban y este año dejaron de hacerlo", manifestó Fuentes.

Los afiliados al sistema de AFP con lagunas previsionales de más de 12 meses se han incrementado en 154.460 en el último año. En septiembre había 3.187.881 chilenos con vacíos de ahorro de más de 12 meses, el nivel más alto desde 2013.

De esta desafortunada noticia, en mi opinión, se pueden concluir dos elementos que no están del todo presentes en los habituales debates sobre cómo mejorar las pensiones de los sistemas de capitalización individual, como el de Chile.

En primer lugar, debido a que las pensiones dependen en gran parte de la consistencia de las cotizaciones a lo largo de la vida laboral de un trabajador, es fundamental clarificar que la situación económica del país, el crecimiento económico y los niveles de inversión, determinan, de manera casi directa, la empleabilidad formal y consecuentemente la capacidad de los trabajadores de cotizar consistentemente en el tiempo. Por lo tanto, es primordial tener una economía estable y niveles de empleo sanos si se quieren aumentar las pensiones en el futuro.

Y, en segundo lugar, se hace cada vez más necesario buscar nuevas formas de incentivar a los trabajadores y empleadores a formalizar las relaciones laborales. Para ello es necesario contar con regulaciones más flexibles que se ajusten de mejor manera a las necesidades tanto de los empleadores como trabajadores. Al contar con un mayor nivel de empleabilidad formal, la consistencia en las cotizaciones aumenta. La rigidez laboral es un problema que está afectando a los trabajadores y a sus futuras pensiones.

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