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Archivo por Enero 2008

Guayaquil marchaConfieso que hasta antes de esta marcha, en la que tuve el agrado de participar ayer, yo no creía que en Ecuador había una oposición así de importante y diversa. Los que salen en la foto en gran parte son guayaquileños de todas las edades--desde abuelitos y abuelitas hasta jóvenes universitarios y hasta niños todavía en brazos--y de todas los estratos sociales--desde los "pelucones", como le dice el Presidente Correa a aquellos de ingresos altos, hasta los más humildes comerciantes minoristas y guayaquileños de los barrios marginales. Al parecer, no todos están contentos con el gobierno socialista del siglo XXI, y aquellos que no lo están parece que no son pocos como pueden ver en la foto.

Mi visita a Bolivia

Publicado por Gabriela Calderón de Burgos

Yo pensaba ver mucha pobreza y mucha polarización en la sociedad boliviana, lo que nunca me esperé fue ver una sociedad con miedo de ser escuchados, vistos, o seguidos por agentes venezolanos o del Estado boliviano. No solamente agentes del gobierno boliviano o venezolano sino también ciudadanos comunes y corrientes que se sienten con derecho de seguirlo a uno por donde sea y fotografiarlo y filmarlo.

 

Al tercer día de estar en Bolivia nos detuvieron en el aeropuerto de Tarija para un "chequeo rutinario" que consistía de la lectura de una sección específica de la ley de inmigración de ese país. De casualidad esa sección específica se refería a la prohibición que tienen los extranjeros de comentar u opinar sobre asuntos políticos internos. Lo que no sabíamos es que Venezuela, también, es considerada un "asunto de política interna" en Bolivia debido a la "estrecha relación que hay entre los dos países", como nos dijo uno de los oficiales de inmigración. Uno de los que nos acompañaba preguntó que si en Bolivia había libertad de expresión y uno de los oficiales contestó: "Si". Entonces, nuestro amigo le preguntó: "¿Por qué no puedo hablar de lo que está pasando en mi país?"

Lo curioso es que mientras teníamos este desagradable encuentro con las autoridades de inmigración, los oficiales--que nos detuvieron y nos pidieron nuestros pasaportes solo "para copiar la información" durante 20 minutos--portaban camisetas que debajo del logotipo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia decían "Avanzar sin tranzar".

Dos contradicciones tremendas en solo 30 minutos. 

Moral y progreso

Publicado por Alberto Benegas Lynch

Por momentos parecería que en nuestro mundo de hoy hay una disociación entre los avances y descubrimientos científicos por una parte, y la involución de las conductas civilizadas por otra. En algunos lares, el desconocimiento de la palabra empeñada, el alarde de lenguaje soez, la justificación de medios tramposos y, en general, la desconsideración por el prójimo, trasmite la impresión que hay valores fundamentales que se abandonan con lo que aquellos avances tecnológicos son muchas veces aplicados en direcciones incompatibles con el progreso humano. Todos los instrumentos pueden convertirse en deletéreos si se usan para propósitos deleznables (desde el martillo que puede servir para clavar un clavo o para romperle la nuca al vecino). Si se pierde la brújula moral, se pierde el rumbo.

Desde tiempo inmemorial se debate acerca del significado del progreso. La noción de retroceso o de progreso solo cobra sentido en el contexto humano y su característica sobresaliente reside en el intelecto, en la responsabilidad individual y en la consiguiente capacidad para decidir entre diversos cursos de acción. Desde Protágoras en la Grecia clásica y Lucrecio en Roma se consideró el progreso como sinónimo de conocimientos.

El punto central consiste en la aplicación de esos conocimientos para la mejora espiritual y material del hombre (en ese orden, porque si no se actualizan las potencialidades en busca del bien, de nada sirve aumentar y perfeccionar lo material como no sea para acentuar la degradación de la especie).

En el terreno de lo cramatístico, como bien apunta Warren Nutter, los planificadores de vidas y haciendas ajenas aluden al “desarrollo económico” en lugar de hacer referencia al progreso. El desarrollo es mas de lo mismo: se desarrolla un tumor. Sin embargo, el progreso es lo nuevo, es lo desconocido y nadie en su sano juicio mantiene que es posible planificar lo que no se conoce, es decir, el progreso, basado, como decimos, en el mejoramiento moral.

La libertad es condición necesaria para el progreso, pero no es condición suficiente. Podemos concebir que en un clima de respeto recíproco donde se recurre al uso de la fuerza solamente con carácter defensivo, esto es, en una sociedad abierta, haya personas que deciden degradarse en una clara negación de autorespeto. Nada puede hacerse al respecto como no sea la persuasión realizada con recursos propios. No es pertinente “jugar a Dios”. Incluso, en las tradiciones religiosas mas difundidas queda abierta la posibilidad para cada uno de “condenarse o salvarse” según sea su conducta.

Hasta en la literatura se ha subrayado este tema. Giovanni Papini escribe que el gran artista está movido “por el anhelo de ayudar a los demás hombres, de conducirlos hacia la verdad, de transformar sus sentimientos, mejorándolos, de purificar sus pasiones mas bajas y de exaltar aquellas que nos alejan de la bestia”. T.S. Elliot se pregunta “¿Es que la cultura requiere que hagamos un esfuerzo deliberado para borrar todas nuestras convicciones y creencias sobre la vida?...Si fuera así, tanto peor para la cultura” y Victoria Ocampo enfatiza la importancia de los valores morales en la literatura al señalar que “En materia de literatura, como en materia de amor, ciertas disociaciones son fatalmente empobrecedoras. Sólo son posibles bajo el guión de las sustracciones. Por otra parte, ningún autor logra desinfectar sus obras de toda moral, pues jactarse de no tener preocupaciones de esa índole, es una moral a la inversa”.

Es de desear que en los debates contemporáneos cada vez se preste mayor atención al eje central del progreso y se abandonen aventuras que no hacen mas que tender a lo que C.S.Lewis denominaba “la abolición del hombre”.

Sócrates destacaba que nada otorga mayor felicidad que el bien del alma y que el mal solo se explica debido a la ignorancia del bien. De allí la importancia de debatir desde diversos ángulos el tema que ahora proponemos.

Este artículo fue publicado originalmente en El Observador (Uruguay) el 22 de diciembre de 2007.

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