El arresto el sábado de Joaquín “El Chapo” Guzmán, el líder del Cartel de Sinaloa, no es poca cosa. Él era quizá el hombre más buscado del mundo y su captura sin duda alguna representa una victoria política para México y su presidente Enrique Peña Nieto. Pero así como el asesinato de Pablo Escobar en 1993 no acabó con la guerra contra las drogas, la caída de Joaquín Guzmán no terminará con el tráfico de drogas en las Américas.
Como líder de la organización criminal más grande de México, el “Chapo” jugó un papel protagónico en el brote de violencia relacionada a las drogas en ese país. En 1992, Guzmán decidió invadir el territorio de los hermanos Arellano Félix en Tijuana. Luego le declararía también la guerra a los carteles de Juárez y del Golfo, desatando así años de un derramamiento de sangre sin precedentes en el norte de México. Eventualmente él lograría controlar la mayor parte de las rutas lucrativas y su organización se volvería responsable de traficar alrededor de la mitad de las drogas ilegales que ingresan a EE.UU.
Su poder dependía no solamente del plomo sino también de la plata. Hace algunos años, funcionarios de alto rango en la oficina de la Procuraduría General de México fueron arrestados por recibir sobornos del cartel de Sinaloa. Las sumas eran impresionantes: entre $150.000 y $450.000 al mes. La organización de Guzmán también estaba involucrada activamente en la compra de respaldo en la policía. Según la Secretaría de Seguridad Pública, cada año los carteles gastan aproximadamente $1.200 millones sobornando 165.000 policías a lo largo de todo México (solo para comparar, la Iniciativa Mérida, el paquete de ayuda de Washington para México y Centroamérica para luchar contra el crimen organizado, suma un total de $1.600 millones).
Sin duda, la captura de Guzmán es un éxito enorme para Enrique Peña Nieto. Durante los últimos siete meses, los líderes de los principales tres carteles de México (los Zetas, el del Golfo y el de Sinaloa) fueron arrestados sin que se disparara un solo tiro. Entonces, ¿estamos a punto de ganar la guerra contra las drogas? Todo eso depende de cuál es el objetivo final. ¿Será el objetivo acabar con los capos de los carteles de la droga o detener el flujo de estupefacientes que ingresa a EE.UU.? Si el objetivo es el segundo, la guerra está lejos de acabar. Un reporte de la Oficina de Inteligencia y Coordinación de Operaciones de la agencia de Protección de Aduanas y Fronteras de EE.UU. analizó los datos de interdicción de drogas de enero de 2009 hasta enero de 2010 y los comparó con los arrestos y muertes de capos de droga (11 narcotraficantes en total). El estudio concluyó que “no hay un patrón perceptible que correlacione ya sea un declive o aumento en la interdicción de droga con el retiro de miembros clave de una organización de tráfico de drogas”.
El último reporte de Evaluación Nacional de la Amenaza de las Drogas, producido por el Departamento de Justicia, indica que mientras que la disponibilidad de la cocaína ha estado cayendo desde 2007, la de la marihuana, la heroína y la metanfetamina ha estado aumentando. En el caso de la cocaína, la caída en la disponibilidad no ha producido un incremento marcado en su precio en la calle, como lo muestra el gráfico presentado a continuación:
De tal forma, no deberíamos esperar un declive considerable en el flujo de drogas que ingresa a EE.UU., así como no ocurrió luego de que Pablo Escobar, en ese entonces el líder del poderoso cartel de Medellín, fuera asesinado en diciembre de 1993.
Las consecuencias sobre la dinámica de la violencia en México todavía están por verse. Sinaloa es la última organización de drogas importante con una estructura semi-piramidal en ese país, y también es la que se maneja de manera más profesional. Los dos socios del “Chapo”, Juan José “El Azul” Esparragosa e Israel “El Mayo” Zambada, siguen libres. Es probable que ya hubieran acordado un plan de sucesión en caso de que Guzmán fuese arrestado. Algunos expertos incluso especulan acerca de una nueva generación de capos de droga tomando el control de Sinaloa. Así que no está garantizado que el cartel colapse o se desintegre. Tampoco deberíamos esperar un brote de violencia producto de los otros carteles tratando de incursionar en el territorio de Sinaloa. Eso no sucedió cuando Miguel Ángel Treviño, el líder de los Zetas, fue capturado en julio pasado.
El arresto del “Chapo” Guzmán es presentado como un triunfo importante en la lucha contra el crimen organizado en México. Pero su captura no nos acerca de manera alguna a una victoria en la guerra contra las drogas.
Publicado originalmente en el blog Cato At Liberty (EE.UU.) el 24 de febrero de 2014.