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Archivo por Enero 2009

Las mujeres y las tres K

Publicado por Luis Figueroa

Kinder, Küche, Kircher, son las tres K de una consigna nacionalsocialista que mandaba a las mujeres a atender a los niños, a la cocina y a la iglesia. En 1934, Adolf Hitler se dirigió a la Organización Nacional de Mujeres Socialistas y les dijo que "el mundo de una mujer es su esposo, su familia, los niños y su hogar".

Ahora nos parece absurda aquella idea, equivalente a la repugnante propuesta de que a las mujeres hay que mantenerlas "preñadas y descalzas". ¿Quién, en pleno siglo XXI podría estar de acuerdo con semejantes propuestas? ¡Hamas!

El artículo 18 de la carta fundacional de Hamas dice que "Woman in the home of the fighting family, whether she is a mother or a sister, plays the most important role in looking after the family, rearing the children and embuing them with moral values and thoughts derived from Islam. She has to teach them to perform the religious duties in preparation for the role of fighting awaiting them. That is why it is necessary to pay great attention to schools and the curriculum followed in educating Muslim girls, so that they would grow up to be good mothers, aware of their role in the battle of liberation". Y el artículo 17 lo pone clarito: " She is the maker of men".

Y hay otros que comparten los criterios de Hamas: Ayman Al-Zawari, alto dirigente de Al Qaeda, lo puso de otra forma, y al modo de aquello de que La mujer casada, la pata quebrada y en casa, invitó a las esposas de los hombres-bomba a dedicarse a las labores del hogar y a la educación de sus hijos. Según Al Zawahiri, la noble tarea de acabar con los enemigos del Islam incumbe a sus maridos.

No nos extrañe, entonces, que esas máquinas de hacer hombres y de educarlos para acabar con los enemigos del Islam tengan que empezar temprano a dedicarse a los niños, a la cocina y a la religión. De hecho "El muftí de Arabia Saudí, Abdelaziz Al Sheij, emitió una fatua o decreto religioso que permite el casamiento de niñas con diez años de edad cumplidos y según Al Sheik, quienes instan a la prohibición de estos matrimonios con menores de edad están equivocados porque esto es injusto para la mujer.

Casa, cocina, e iglesia; preñadas y descalzas; o con la pata quebrada y en casa; casadas con viejos a los 10 años; las mujeres del colectivismo islámista viven el destino que era para las mujeres del colectivismo nacionalsocialista.

Ví hace unas horas, por televisión, las imágenes de varios soldados israelíes, encaramados en sus colosales tanques, haciendo jubilosos gestos de victoria mientras abandonaban la franja de Gaza, y se aprestaban a cumplir con un alto al fuego que ya ha sido acordado con Hamas.

Hace apenas unas décadas, ciertas imágenes, algo similares a estas, eran motivo de asombro y de admiración. Eran los tanques de un país milagro: de un país surgido como refugio tras siglos de vejámenes y persecuciones que casi llegan al exterminio. Eran los tanques de un país intrépido, capaz de derrotar, desde su diminuto territorio, a las jactanciosas y numerosas fuerzas de casi todos sus vecinos. Eran, en fin, motivo de profunda emoción.

Muy lejos de esto están los tanques de hoy. Aunque no discuto el derecho a la existencia de Israel -cosa que ni debería discutirse-, y encuentro repudiable y peligrosa a la organización Hamas, no veo nada que admirar en la devastadora campaña que acaba de librar Israel en la franja de Gaza. ¿Qué puede admirarse en el uso excesivo de la fuerza? ¿Qué puede ser digno de elogio en el uso de diminutos pretextos y sofismas para justificar el desprecio por la vida de los civiles? -Que Israel tiene derecho a defenderse: no cabe duda, pero no tiene ningún derecho a usar la fuerza contra los civiles so pretexto de hacerlo. -Que Hamas, como buena organización irregular, utiliza la treta de mezclarse entre los civiles: sin duda lo hace, y esto debe mercerle una condena. Pero debe también esto dar lugar a una reflexión: si un terrorista se camufla o se esconde entre un grupo de civiles, ¿hay por eso una justificación para tirar a matar a todo el grupo? Si los terroristas se ocultan cerca de una edificación que está llena de refugiados, ¿justifica esto el uso de una fuerza tan destructiva que no solo liquida a los terroristas, sino que además arrasa con la edificación y sus ocupantes? Una detestable manera de buscar respuesta afirmativa a estas preguntas es la de considerar a los civiles palestinos como individuos con un derecho a la vida un tanto relativo: porque son islámicos (sinónimo de bárbaro para los neoconservadores), o porque con sus votos eligieron a Hamas, como si esto último les hiciera merecedores de bombas y misiles.

Esta última razón la escuché de boca de un soldado israelí en CNN. Qué triste destino para un país que surgió como la más bella y heroica causa contra el racismo y contra la persecución étnica: valerse hoy, para justificar sus excesos, de pseudoideas similares a las que alguna vez se pronunciaron contra el pueblo judío. El Israel de ayer fue valiente y admirable. El Israel de hoy nos ha forzado a muchos de quienes antes profesamos tan intensa admiración, a considerarla como un recuerdo del pasado, oscurecido por la realidad.

Ante lo que está sucediendo en la Franja de Gaza no se puede permanecer en silencio. Los muertos se apilan en los hospitales y morgues palestinas, y cada vez son más civiles los que caen víctimas de las bombas del ejército israelí. Ayer, una de éstas impactó una escuela de la ONU donde cientos de mujeres y niños se refugiaban de los ataques. Al menos 42 personas murieron.

En el conflicto israelí-palestino no hay blancos ni negros. Ciertamente Israel está reaccionando ante meses de ataques con cohetes a objetivos civiles en el sur del país desde la Franja de Gaza, donde el gobierno de Hamas --un grupo terrorista-- permite dichos ataques ya que desconoce el derecho a la existencia del Estado de Israel. Sin embargo, la respuesta de Tel Aviv ha sido totalmente desproporcionada ante cualquier tipo de estándar. Antes del inicio de la ofensiva israelí, los ataques con morteros y cohetes desde Gaza no habían matado a ningún civil, aunque sí causaban daños materiales y aterrorizaban a la población local. Eran una molestia bastante grave, pero no causaban bajas. Por su parte la respuesta israelí ha matado a casi 700 personas, incluyendo cientos de civiles.

Pero aquí está algo más en juego que simplemente poner a Hamas en raya. Próximamente Israel tendrá elecciones generales en donde probablemente el derechista Likud de Binyamin Netanyahu derrote al oficialista Kadima del actual primer ministro Ehud Olmert, que es encabezado ahora por la canciller Tzipi Livni. Parece que esta ofensiva tiene mucho que ver con fortalecer las credenciales de mano dura de Kadima de cara a las elecciones. Sin embargo, es muy posible que el resultado sea otro fiasco similar al que tuvo Olmert en su guerra contra Hezbollah en el verano del 2006.

Si la intención de Israel es "enseñarle una lección" a la población de Gaza sobre las consecuencias de tener a Hamas en el gobierno, con el fin de que los boten y opten en su lugar por Fatah (que gobierna la Ribera Occidental) dicha estrategia se aproxima mucho a ser terrorismo de Estado. Al final de cuentas los grupos terroristas también atacan objetivos civiles con el fin de "darles una lección" para que cambien a sus gobernantes. Recordemos el 11 de marzo del 2004 en España. Peor aún, ningún palestino va a empezar a querer a Israel si su ejército vuela a la mitad de su familia.

Sí, Hamas es una organización terrorista que merece ser tratada como tal. No se puede negociar con ellos hasta que reconozcan el derecho de Israel a existir como Estado. Y mientras que el objetivo de Hamas es matar a civiles israelíes, el objetivo de Tel Aviv es matar a terroristas palestinos, con el agravante de que los cobardes tienden a ocultarse en casas y escuelas, exponiendo a la población civil. Hay ciertamente una diferencia de grado. Pero jamás se puede justificar que el ejército israelí bombardee de todas formas estas casas y escuelas y trate a las bajas civiles como daño colateral.

El ataque a Gaza debe acabar de inmediato.

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