A 22 años de su muerte Pablo Escobar sigue reinventando su historia. El encargado en esta ocasión es Netflix con la serie llama “Narcos”.
La serie —producida por Netflix— es una dicotomía. En partes iguales y desde cada una de sus perspectivas, “Narcos” es narrada por los protagonistas: Pablo y su visión sobre el narcotráfico y Steve Murphy, un agente de la Agencia para el Control de las Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) encargado de cazar a Escobar.
“Narcos”, al mejor estilo de una novela de misterio, mantiene en vilo al público con cada jugada de Pablo, cada respuesta de la DEA, cada ataque de Murphy y contraataque de Pablo.
“Narcos” y todas las novelas, series y libros inspirados en el narcotráfico, olvidan mencionar que son historias de batallas pasadas de una guerra cuya crónica anuncia un eterno fracaso. A pesar que esta serie añade mucha ficción, no falla en retratar los miles de millones de dólares gastados en una cacería que no evitó que las drogas dejen de ser traficadas, ni menos provocó que la drogadicción desaparezca.
Percibir el consumo de drogas como una actividad criminal es uno de los tantos errores de esta guerra. Portugal en 2001 cambió su estrategia y enfoque hacia la drogadicción. En vez de considerar la posesión de drogas como un acto criminal, se considera como un problema de salud pública, y hacia ese problema se enfocan los recursos: prevenir su uso y evitar muertes relacionadas a su tráfico y consumo.
Este cambio en políticas públicas ha tenido un efecto positivo. Según datos del Observatorio Europeo de las Drogas y Toxicomanía, en 2007 un 12% de los adultos en Portugal reportaban un uso prevalente de drogas. En 2012 ese porcentaje bajó al 9.5%.
Las drogas siempre entraran al mercado que las demande, dejando una estela de violencia a su paso. Legalizar las drogas no es aprobar su consumo, es disminuir el costo con las que estas se trafican.
Combatir fuego con fuego, en este caso, es una pésima política pública, pero es excelente material para series y novelas. El fenómeno de Pablo Escobar también es retratado en en excelentes libros como Killing Pablo de Mark Bowden, que se enfoca en narrar el motor político, militar y económico de la cacería en contra de Pablo y cómo un país entero sufrió a consecuencia de ello.
El Nobel de literatura, Gabriel García Márquez no se quedó fuera de la vorágine de Escobar. En Noticia de un Secuestro García Márquez cuenta los meses en que Pablo secuestró a miembros de familias influyentes en Colombia, con el fin de que estos usaran su poder político a favor de Pablo y evitaran la luz verde a la extradición.
Los últimos capítulos de la cacería por Pablo están escritos en En la boca del lobo de William Rempel. El autor narra la historia de Jorge Salcedo, un colombiano contratado por el Cartel de Cali —enemigos de Pablo— como su jefe de seguridad, ya que temían ser asesinados por Escobar.
Luego de la muerte de Escobar, Salcedo permaneció dentro del Cartel de Cali, pero al intentar renunciar vio que salir de allí con vida era imposible. Así que para poder irse ofreció su conocimiento a la CIA para ayudar a derrotar al cartel. El ajedrez jugado por Salcedo en manos de sus nervios de acero es la trama del libro, el cual es imposible soltar.
Es cautivador escuchar historias de personas que para bien o para mal desafían las reglas. Tal vez por eso Pablo Escobar, uno de los mayores criminales de todos los tiempos, provoca tanta fascinación.
Lamentablemente estas historias, hoy convertidas en entretenimiento, son verídicas y a falta de adecuadas políticas públicas han desangrado y siguen desangrando a América Latina.