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Archivo por Julio 2013

El senador John McCain (Republicado de Arizona) tiene toda la razón en su llamado (en inglés) a que se suspenda toda la ayuda militar para Egipto. El único problema es que su llamado llega un poco tarde. Desde 1948, la ayuda provista por EE.UU. a Egipto —que en gran medida estuvo destinada a las fuerzas armadas— sumó un total de alrededor de $70.000 millones (en inglés). Tan solo unas semanas antes del golpe, en una exhibición notable de falta de premonición, la administración Obama aprobó $1.300 millones en ayuda militar, obviando las condiciones relacionadas a la democracia y a los derechos humanos que antes habían sido impuestas por el congreso al paquete de ayuda.

Los efectos de fortalecer a las fuerzas armadas de Egipto son inmediatamente visibles. Las fuerzas armadas son las más grandes en el continente africano y controlan un gran fracción de la economía, entre el 15 y el 40 por ciento del PIB (en inglés), de acuerdo a algunos cálculos. Las fuerzas armadas tienen hoteles y centros turísticos, así como también negocios de manufacturas que producen cualquier cosa desde electrodomésticos hasta aceite de oliva y agua embotellada.

Los incidentes actuales en el país dificultan argumentar que la ayuda militar a Egipto ha favorecido a los intereses estadounidenses de alguna medida discernible. Si es que algo ha logrado, la ayuda ha contribuido a la creación de una abultada organización que es opaca y extremadamente poderosa y que ahora parece ser el principal obstáculo de Egipto en su transición hacia un gobierno representativo que podría ser un aliado confiable de EE.UU.

Conforme el futuro de Egipto depende de la sabiduría y benevolencia de los generales del país, uno necesita enfatizar que la ayuda militar de EE.UU. también ha hecho un gran daño al pueblo egipcio. Incluso si uno decide ignorar los excesos de principios de mes —como la matanza que ocurrió el 7 de julio y en la cual 51 partidarios de la Hermandad Musulmana murieron— el golpe ha fijado un precedente terrible para la transición del país, dado que sugiere que un gobierno electo en el futuro podría estar últimamente a las órdenes de los generales egipcios y no a las del electorado. Mientras que gran parte del daño que ha sucedido en los últimos días es irreparable, debería ser tremendamente claro que una continuación de la ayuda militar a Egipto no es nada menos que una insensatez.

Este artículo fue publicado originalmente en U.S. News and World Report Online (EE.UU.) el 10 de julio de 2013.

Hace algunas semanas el Consejo de Control de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas (CONSEP) del Ecuador anunció una resolución que ha sido muy publicitada en la prensa local como la despenalización de drogas para consumo personal. El consumo de drogas se despenalizó en papel hace más de una década en Ecuador, pero recién ahora el gobierno actual ha dado indicios de querer implementar la despenalización no solo incluyéndolo en la Constitución, sino también habiendo perdonado a 2.300 mulas en 2008 y mediante esta medida del CONSEP. Lamentablemente, aunque todos estos son pasos van en la dirección correcta, carecen de suficiente fuerza legal como para surtir los efectos deseados.

La resolución del CONSEP, que ha sido reportada como una medida que legaliza mediante una tabla el consumo personal, hasta determinada cantidad, de ciertas drogas, en realidad no hace tal cosa. Lo único que pretende hacer el CONSEP a través de esta medida es aportarle una "guía" no vinculante a los jueces para que estos sigan determinando libremente qué sentencia asignarle a los acusados por delitos relacionados a las drogas. De manera que los jueces ecuatorianos seguirán con la potestad de aplicar las draconianas sentencias de entre 12 y 16 años a personas que han portado desde 1 gramo de pasta base de cocaína. Esto es lamentable en un país que sufre de sobrepoblación en las cárceles y en donde 45% de los presos están ahí por condenas relacionadas a "delitos" de drogas.

En fin, mucho ruido y pocas nueces.

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