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Archivo por Marzo 2011

Obama visita América Latina

Publicado por Juan Carlos Hidalgo

Como señaló Ted Carpenter, el presidente Obama se embarcó en un importante viaje a América Latina. Los países que ha elegido visitar ejemplifican la estabilidad macroeconómica y el avance de las instituciones democráticas que ahora se encuentran en gran parte de la región.

Brasil, de largo la economía más importante de América Latina, ha disfrutado de casi una década de crecimiento sólido y de reducción de pobreza. Chile es el país más desarrollado de la región gracias a décadas de liberalización económica, un proceso que también lo ha convertido en la democracia más madura de América Latina. El Salvador se encuentra en un período delicado en su transición hacia una democracia plena con su primer presidente de centro izquierda desde el final de la guerra civil en 1992.

Ahora que la mayoría de las naciones de América Latina se están moviendo en la dirección correcta –-aunque a distintas velocidades, con algunos contratiempos y con notables excepciones-- EE.UU. puede servir como un catalizador del cambio, contribuyendo a una mayor integración económica y a la consolidación del Estado de Derecho en la región.

Lamentablemente, pese a las afirmaciones del presidente Obama de estar interesado en el fortalecimiento de los lazos económicos con América Latina, su administración sigue retrasando la ratificación de dos importantes acuerdos de libre comercio con Colombia y Panamá. El presidente Obama también continúa apoyando una fallida guerra contra las drogas que significativamente exacerba la violencia y la fragilidad institucional en la región, particularmente en México y Centroamérica.

Es bueno que el viaje de Obama reconozca los avances significativos en América Latina, pero las acciones de su administración en materia de políticas todavía no son suficientes para lograr los objetivos de EE.UU. de fomentar crecimiento económico y un desarrollo institucional sólido en la región.

Durante su viaje a América Latina el presidente Obama probablemente se centrará en temas económicos, pero hay dos problemas de seguridad que merecen ser examinados con detenimiento durante sus paradas en Brasil y El Salvador.

Las relaciones diplomáticas de Washington con Brasil se han congelado, especialmente durante el último año. Los líderes de EE.UU. no apreciaron los esfuerzos conjuntos de Brasil con Turquía para diseñar una política de compromiso hacia el programa nuclear de Irán. La administración de Obama consideró esa iniciativa diplomática como un ejercicio de independencia innecesario. Cuando Brasil se unió a Turquía para votar en contra de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que imponía sanciones más severas contra Teherán, el resentimiento de la administración se profundizó. Obama no sólo debe tratar de calmar las tensiones, sino que debería cambiar la política de Washington, expresar su reconocimiento por los esfuerzos innovadores de Brasil para poner fin al estancamiento en el asunto nuclear de Irán y considerar si el enfoque más moderado que defienden los gobiernos de Turquía y Brasil tiene mérito.

En El Salvador, probablemente surjan preocupaciones acerca del contagio de la violencia relacionada con las drogas en Centroamérica. El Salvador y otros países centroamericanos están buscando una mayor tajada de la multimillonaria ayuda que viene otorgando Washington desde hace varios años para combatir el tráfico de drogas a través de la Iniciativa de Mérida. El presidente Obama no sólo debe resistir tales pedidos, sino que debe aprovechar la visita para anunciar un cambio hacia una política más apartada del severo régimen prohibicionista, el cual ha llenado las arcas de los carteles mexicanos de drogas y sembrado tanta violencia en México y ahora cada vez más en Centroamérica. La prohibición no funcionó con el alcohol y no está funcionando mejor con las actuales drogas ilegales.

El tema es el espejo

Publicado por Alberto Benegas Lynch

Básicamente hay dos formas de proceder en la vida: para impresionar a los demás o para acatar los dictados de la propia conciencia. Sin duda que pueden existir actitudes que tengan efectos cruzados. La conducta que sigue los preceptos de la honestidad intelectual también impresiona en un sentido o en otro a los demás y los actos que solo buscan caer en gracia a terceros repercuten en la conciencia del sujeto actuante. Sin embargo, los dos procedimientos son en su raíz de naturaleza sustancialmente distinta puesto que tienen diferentes nortes. Uno busca el aplauso  y otro apunta a un objetivo interior, este último se guía sin vueltas ni dobleces por lo que le dice el espejo cuando se ve reflejado.

En un caso, las más de las veces, se vive para caer simpático, en el otro se da prelación a la arqueología interior, a lo que se estima es bueno. En la primera situación descripta la bondad o maldad del acto resulta irrelevante, mientras que en la segunda se considera vital la diferencia.

Son dos maneras de vivir absolutamente distintas y opuestas. La persona que tiene poco o nada dentro suyo, la que no cuenta con una personalidad arraigada, la que se siente amparada por lo que hacen y dicen los demás, esa persona basa su conducta en el “que dirán” y lleva a cabo todos los zigzagueos necesarios en sus procederes para conformar a los de afuera. En cambio, la persona que está bien alimentada espiritualmente, la que revela una marcada personalidad, la que en verdad tiene autoestima y dignidad, se maneja con los dictados de la propia conciencia y considera que hacer el bien le hace bien y lo engrandece y si fuera a dejarse llevar por la corriente de opinión que prevalece siente que sucumbe, se degrada y, lo que es peor, se traiciona a si mismo.

Y no es que quien lleva una vida decente no deba escuchar otras opiniones. Muy por el contrario, una persona de integridad moral busca estar informada, no se conduce a tontas y a locas. Es conciente de la propia ignorancia por lo que está atenta a la incorporación de nuevos elementos de juicio pero, al actuar, lo hace con la frente alta y convencido de que lo que realiza es lo mejor. Su meta es la excelencia y el mejoramiento. No se avergüenza de cambiar de posición cuando percibe el error.

Quienes hacen y dicen lo que hacen y dicen los demás se convierten en los demás y terminan con diversos grados de vacíos existenciales y, muchas veces, en el diván del psicoanalista para que le digan quienes son. En realidad le dan la espalda a la condición humana, se niegan a utilizar las herramientas del libre albedrío y prefieren seguir sumisamente las decisiones de otros en una secuencia que no encuentra el centro de gravedad. Al no optar por la conducta que saben es el bien se niegan a si mismos y se infringen daño porque hacer lo bueno no es para hacerle un favor a alguien exterior a cada uno sino a uno mismo.

En última instancia la vida es una prueba para ver como somos y a que categoría moral pertenecemos. La decisión está en las manos de cada uno pero el espejo no engaña, refleja lo que ve, mientras que las alabanzas o las condenas de otros pasan por filtros diferentes al siempre fiel espejo.

Todos actuamos en nuestro interés personal, lo cual es una perogrullada ya que si lo que hacemos no está en nuestro interés ¿en interés de quien hacemos lo que hacemos? Está en el interés de la madre el cuidado de su hijo, está en interés del filántropo su filantropía, está en interés del asaltante el éxito de su delito etc. El asunto consiste en detectar con claridad que el interés coincida con lo que le hace bien al sujeto actuante. Escribe el médico y ex profesor de psicoanálisis en la Universidad de Cornell, Masao Miyamoto, en su Straitjacket Japan, que resulta muy destructivo para las personas que respetan sus autonomías individuales la educación japonesa en gran medida basada en la perversa noción de la presión del messhí hoko que significa sacrificarse en pos del grupo, lo cual, claro está, hace que “las personas de talento resulten víctimas” con las consecuencias negativas, precisamente, para el grupo, es decir, mirando los contrafácticos, imaginarse los mejores resultados si se respeta la condición humana de la individualidad que para nada contradice la capacidad de formar equipos y la necesaria cooperación social, siempre sustentada en el interés personal. La obligación y la imposición de sacrificarse para otros destroza la dignidad y la autoestima. La sociedad abierta está cimentada en que cada uno en busca de su interés personal necesita servir a su prójimo tal como nos enseña Adam Smith, filosofía tan bien resumida por Nathaniel Branden en su Honoring the Self. Incluso, como hemos apuntado en otras oportunidades, Santo Tomás de Aquino en la Suma Teológica afirma respecto al precepto de “amarás al prójimo como a ti mismo, por lo que se ve que el amor del hombre para consigo mismo es como un modelo del amor que tiene a otro. Pero el modelo es mejor que lo moldeado. Luego el hombre por caridad debe amarse más a si mismo que al prójimo” (2da.2da., q. xxvi, art. iv ). Por otra parte, el que se odia a si mismo es incapaz de amar puesto que, como queda dicho, el amor a otro debe satisfacer a quien ama.

Como tan acertadamente dice la canción  A mi manera, escrita por Paul Anka y tan bien cantada por Frank Sinatra: “¿Qué posee un hombre si no es a si mismo si no dice lo que verdaderamente siente y no las palabras de uno que se arrodilla?”. El espejo es infalible: se pronuncia sin condescendencias de ningún tipo y especie. No hay engaño ni ficción posible y si lo que revela es un timorato incapaz de decir en voz alta lo que piensa es la verdad, la condena es segura e inmisericorde, ese veredicto es inapelable y es el único que vale porque como dice el aforismo “en gran medida la vida es como un espejo, nunca devuelve más ni menos de lo que se le ofrece”. El fallo del espejo es irreversible (lo hecho, hecho está), solo podemos modificar el futuro para que el reflejo descubra otras aristas.

También es pertinente apuntar que el espejo pone al desnudo los estados de ánimo: la alegría y la tristeza. Lo primero constituye un ingrediente esencial para vivir, el sentido del humor es clave (especialmente la capacidad de reírse de uno mismo), pero la tristeza es también un estado anímico muy respetable y objeto de consideración. Nada hay más estúpido que los que consideran que todo debe presentarse como estallidos irrefrenables de algarabía “hay que pasarla bien” (nunca enfrentar problemas y no hablar seriamente porque puede arruinar la fiesta), “hay que divertirse” (es decir desviarse de lo central). Estos papanatas que siempre tuvieron fuegos artificiales en el seso fenecen sin saber porque vivieron y habitualmente le escapan al espejo, no vaya a delatar una preocupación medular o una reflexión sustancial con algún viso de infortunio.

El espejo también sirve para interrogarse mirándose a los ojos y para constatar la evolución (o involución) de la figura reflejada. Mario Benedetti decía que “cuando creía tener todas las respuestas, me cambiaron las preguntas”, una posibilidad cierta que a cada rato se nos presenta…el ejercicio de plantearse nuevos cuestionamientos es saludable para estar atento a la incorporación de conocimientos y aplacar nuestra ignorancia. Pero tengamos presente que la educación no significa asistir a la escuela (puede ser el antónimo de educación), recordemos que Borges, que fue educado en su casa hasta mucho más allá de la edad convencional, escribió: “Tuve que suspender mi educación para asistir a la escuela”.

El tiempo en que vivimos es corto y no hay espacio para vacilaciones, en las manos de cada uno de nosotros está la decisión. Se cuenta que una vez, un joven intentó engatusar a un maestro en la India y planeó llevar escondido en sus manos un pájaro y le preguntaría a su interlocutor que tenía y si acertaba le preguntaría si estaba vivo o si estaba muerto con lo que consideró era imposible que diera en la tecla porque si decía que estaba vivo lo estrangularía y si decía que estaba muerto lo dejaría volar. Llegado el momento y después que el maestro dijo con firmeza que llevaba un pájaro, frente a la pregunta clave, el sabio respondió “eso está en tus manos”.

¿Cómo definir al populismo? De manera sintética serían aquellas políticas económicas cuyo objetivo es incrementar la redistribución de ingresos (vía el Estado) mediante el consumo del capital. ¿Cómo se hace esto? De múltiples maneras: controles de precios, incremento tributario a las personas de mayor capacidad de ahorro, prohibiciones de exportación, congelamiento de las tarifas de servicios públicos, regulaciones, etc. En síntesis, “pan para hoy y hambre para mañana”.

Todos en el planeta sabemos que ni Santa Claus ni los Reyes Magos existen, son los padres o abuelos o parientes los que hacen los regalos el 24 de diciembre y el 6 de enero de cada año. Los bienes y servicios no son maná del cielo, hay que producirlos. Y para producirlos tiene que haber un proceso de capitalización previo, es decir, ahorro y luego inversión. El populismo intenta, muchas veces con éxito rotundo, que el consumo presente se incremente a niveles altísimos gracias a la redistribución que puede hacer el Estado. Claro que para eso alguien tiene que pagar la “fiesta”. El reparto de bienes y servicios se financia, en este tipo de políticas, confiscándoles a otros sus ingresos y patrimonios, es decir, afectando en última instancia la inversión presente y por ende el consumo futuro. No hay producción futura si no hay inversión presente.

Hace un par de semanas participé de un debate en la universidad en el cual discutimos las posibilidades que en Guatemala existen para que un proceso de populismo se profundice (mayor al que tradicionalmente hay). Después de idas y vueltas, mientras los otros ofrecían sus diversos argumentos a favor o en contra, hice una cuenta simple. Si se considera que una persona deja de ser pobre (creo que esto lo mide así el Banco Mundial) cuando su ingreso supera los $3 diarios, me pregunté: cuánto costaría que el Estado guatemalteco reparta esa cantidad de dinero entre la población pobre. Veamos: si hay aproximadamente 7 millones de pobres en Guatemala (el 50% de la población total) este programa anti-pobreza tendría un costo de unos $7.665 millones anuales, el equivalente a casi 20% del PIB. El presupuesto actual del gobierno central guatemalteco es de unos 52.000 millones de quetzales y este programa tendría un costo de poco más de 61.000 millones de la misma moneda. O sea, habría que incrementar el gasto público en un monto similar a las erogaciones actuales que financian todas las funciones del Estado guatemalteco. Para ser más precisos habría que aumentar el gasto público un 117% más. Obviamente, imposible.

En los últimos 25 años cientos de millones de personas en el planeta han salido de la pobreza pero no gracias al reparto populista sino al aumento de ingresos vía una mayor productividad. El mejoramiento del “clima de negocios” ha desatado un proceso de inversión en regiones como la India, China, países africanos y latinoamericanos cuyas tasas de crecimiento superaron anualmente el 6 o 7% (en China un poco más, el 9 o 10% anual).

Este tipo de procesos no es un juego de suma-cero, como el que aman los populistas, sacarle a unos para regalarle a otros. Es un juego de suma-positiva, un proceso donde todos ganan. Mayores inversiones en contextos de mercados abiertos y competitivos conducen a un aumento de productividad que se refleja en mayor cantidad de bienes y servicios, menores costos de producción unitarios, mayor rentabilidad y, también, mejores salarios. El populismo tiene “patas cortas", claro que a veces ese corto plazo dura demasiado respecto a la vida de las personas. Quitándole el fruto del esfuerzo a algunos para repartirlo entre otros solo mejora la situación de los más pobres al principio, pero los condena a la pobreza en el mediano y largo plazo ya que el stock de inversiones sufre por la mayor confiscación.

Publicado originalmente en Proceso Económico el 7 de marzo de 2011.

África por dentro

Publicado por Alberto Benegas Lynch

Salvo Sudáfrica, que en gran medida ha sido tocada por instituciones civilizadas (especialmente post apartheid), en el resto del continente africano las personas viven como animales, menos los gobernantes que se desenvuelven en la opulencia fruto del latrocinio y la rapiña (el ejemplo más difundido es el de Idi Amín Dada de Uganda, “el primer caníbal con refrigerador” como lo denomina Paul Johnson debido a los humanos que engullía, cuyo patrimonio neto ascendía a ocho mil millones de dólares).

Paradójicamente, África cuenta con los recursos naturales más abundantes del planeta pero los regímenes prevalentes se sustentan en aparatos estatales que esquilman a todos en base a empresas expropiadas, precios controlados, reformas agrarias, manipulación monetaria extrema (el signo monetario de Zimbawe cuenta con el billete de mayor denominación: cien trillones de dólares de ese país), impuestos asfixiantes, inexistencia de justicia, fuerzas armadas y policiales al servicio del saqueo, crímenes políticos permanentes, constantes asaltos gubernamentales a quienes se consideran “súbditos-rebeldes”, todo lo cual se refuerza en grado sumo con las carradas de dólares provistos por entidades nefastas como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional que resultan un estímulo colosal para continuar con regímenes corruptos.

Esa vasta tierra misteriosa de la cual todos los humanos provenimos, tal como, entre tantos otros, explica Spencer Wells, el biólogo molecular de Stanford y Oxford en su fascinante obra titulada The Journey of Man editada por Princeton University Press, por esa razón la sentimos de algún modo como propia. A menos que se suscriba la absurda lacra del racismo, la suerte de esos parientes lejanos no se debe a otra cosa que al sistemático y horroroso desenfreno del Leviatán que no da respiro para una vida propiamente humana, en donde las pestes, las hambrunas y la más sórdida de las condiciones se imponen a familias que en algún momento han debido soportar la cacería esclavista con la repugnante complicidad de sus propios compatriotas. El colonialismo de Inglaterra, Bélgica, Francia, Alemania y Portugal no son justificativos para la pobreza puesto que EE.UU. y otros muchos lugares también fueron colonias y progresaron. En el caso que nos ocupa las pesadas botas de los soviéticos se ocuparon de contratar energúmenos que infectaron mentes a su paso en el sentido señalado al comienzo.

Ahora, en varios países africanos se han puesto de manifiesto estallidos sociales y revueltas de magnitud insospechada hasta hace relativamente poco tiempo. Algunas giran en torno a nuevos autoritarismos militares con rostros renovados, otros reclaman teocracias totalitarias y, finalmente, los hay quienes, hartos de mandones, quieren vivir en libertad. Por el momento, desafortunadamente, estos últimos reclamos constituyen minorías frente a las turbas enfurecidas que conducen sus acciones y manotazos de ahogados para desembocar en un cambio de amo (aunque mientras escribo estas líneas bien dice Jean-Daniel Bensaid de Le Nouvel Observateur que de todos modos estas sublevaciones “han producido una enorme fisura en la autoridad simbólica”).

En lo que sigue de este artículo me baso en el formidable libro de Ryszard Kapuscinski titulado Ébano, que al leerlo uno se sumerge profundamente en el continente negro de treinta millones de kilómetros cuadrados y es trasportado a vivir con lujo de detalle en África como probablemente ningún otro libro sea capaz de hacer con tanta fuerza y asombroso realismo. Al leerlo se olfatean las aromas de dátiles, almendras, hojas de laurel, plátanos, naranjas y azahares, se escuchan las voces, los ruidos y las músicas descriptas, se enfrasca uno en el húmedo calor diurno, dan vértigo los inmensos espacios abiertos, asustan las acechanzas de animales de todo tipo y especie y hasta se sienten en carne propia los dolores y las alegrías de que nos habla tan elocuentemente el autor. Sobre todo sobresalen los dolores espantosos en medio de una riqueza natural casi sin parangón. El libro pone al descubierto con contundencia que el marco para la vida es del todo propicio, las condiciones exteriores para la felicidad están concedidas pero el hombre es grandemente desdichado por sistemas siniestros que establece los cuales más que anulan las bendiciones exteriores que ha recibido en el contexto de una vegetación exuberante y siempre generosa y bien dispuesta. En los tramos más sobresalientes del libro se describe la desgracia humana y su incapacidad de rectificar el rumbo macabro que ha decidido emprender y mantener a rajatabla para la desdicha más brutal de quienes tienen sentido de dignidad y autoestima.

Salvo acotaciones marginales y una nota final, todo lo que escribo a partir de ahora en este artículo son reflexiones y observaciones del gran Kapuscinski. No intento condensar sino apenas ilustrar con solo algunas muestras su magnífica obra publicada por Anagrama, en Barcelona, a través de los siguientes puntos, aunque el autor aclara que sobresimplifica para reflejar comportamientos y costumbres lo cual no debe conducir al estereotipo ya que las personas son todas distintas.

  • El sentido del tiempo en África no es objetivo y fuera del hombre sino subjetivo y enteramente elástico y aparece en tándem con las actividades de la gente. El bus no sale a cierta hora, comienza su recorrido cuando se ocupa a pleno. Las reuniones y fiestas no se celebran a cierta hora prefijada sino cuando llega la gente, lo cual convierte el día en extenuantes letargos y en un estado de sopor interminable.
  • Los peligros permanentes que deben afrontar los habitantes los hacen estar siempre en tránsito, son nómades, aunque de movimientos lentos son peregrinos e inmigrantes en su propia tierra y están acostumbrados a caminar en fila india ya que hay senderos que comparten con los animales puesto que las carreteras son escasas. Por ello son más bien callados, acostumbrados a la fila india, se torna dificultoso el intercambio de ideas. Y cuando aparecen caminos terregosos invitan a que se avance por eternos trechos sin señalamiento alguno y que, sin previo aviso, súbitamente, el camino se bifurca sin saber uno donde tomar y, cundo uno se decide, comprueba que la polvorienta ruta no conduce a ninguna parte cuando no encuentra antes “mil monumentos de granito oscuro” que son búfalos tercamente inmóviles.
  • En esas zonas “el sol sale como catapultado, como si alguien lanzase al aire una pelota. Enseguida vemos la esfera incandescente tan cerca de nosotros que nos embarga una sensación de temor. Por añadidura, la esfera no para de afluir hacia nosotros” hasta que termina la luminosidad y “se acaba el día, y enseguida cae la noche como si alguien, con un repentino movimiento de interruptor, desconectase el generador del sol”.
  • El rito del saludo resulta crucial para el futuro de las relaciones, la forma como se da la mano marcará el tenor del vínculo. Si es parco o si por el contrario es rebosante en energía y de “terrible ímpetu”. Esto último constituye un buen signo y encamina las buenas amistades “como si en lugar de estrecharle la mano al visitante quisiéramos arrancársela”.
  • La tierra no se puede dar ni vender porque pertenece a los antepasados (tal vez un pretexto para que disponga el autócrata del momento). “En África el individualismo es sinónimo de desgracia, de maldición. La tradición africana es colectivista” (lo cual es exacerbado por los gobernantes por fuera del clan y la tribu). Un fulano explicó que huyó de la parentela abrumado por el sistema: “lo había compartido todo con ellos durante mucho tiempo pero finalmente se hartó”.
  • En el interior de las chozas se encuentran también animales, especialmente serpientes y generalmente cobras. En el exterior hay leones: los más peligrosos para el hombre son los más viejos que al no poder alcanzar a sus presas queda rezagado de la manada a la espera de una caza más accesible.
  • La muerte del elefante permaneció durante mucho tiempo como un misterio insondable. No se encontraban en ninguna parte restos de elefantes como ocurría con otros animales. Finalmente se descubrió que los más viejos al acercarse a las lagunas para saciar la sed perdían la flexibilidad de la trompa para succionar y llevar el agua a la boca para lo cual se internaban en el lago para acercar la boca al líquido lo cual suele empantanar al animal y bloquear su retirada con lo que fenece y, sin dejar rastros de su existencia, se hunde en las profundidades del líquido que en su momento aplacaría su sed.
  • La malaria es muy frecuente y mata a millones de personas. Los síntomas son primero una gran inquietud interior y luego ataques de intenso frío al que se agregan convulsiones terribles, mareos intermitentes y dolores muy fuertes en todo el cuerpo. La más benigna es la que se traduce en lo que se asemeja a estados gripales recurrentes y es irreversible, no se cura nunca. A cada rato se ven personas como entumecidas que no contestan a ninguna requisitoria, están como en el limbo: están afectadas por la malaria. A su vez, esta enfermedad reduce tanto las defensas que el cuerpo frecuentemente contrae otra enfermedad, generalmente tuberculosis.
  • Los nombres de los niños se asignan según los acontecimientos que ocurren cuando se produce el alumbramiento. Así son frecuentes los nombres de “Mañana Fresca”, “Sombra de Acacia”, “Educación” (porque ese día se instaló un colegio) etc.
  • Los accidentes de la meteorología son asimilados a los acontecimientos políticos: “la gente corriente trata los cataclismos políticos —golpes de Estado, alzamientos militares, revoluciones y guerras— como fenómenos pertenecientes al mundo natural. De ahí que demuestran ante ellos los mismos sentimientos de resignación apática y fatalismo. Como si se tratase de una inundación o una tormenta. No se puede hacer nada, hay que esperar que pasen, guarecerse bajo el techado y de vez en cuando levantar la vista hacia el cielo a ver si ya han desaparecido los rayos y se han alejado las nubes”. Los nuevos megalómanos declaman que esto cambiará la faz de la “gran república”, que vendrá “la libertad auténtica”, que debe frenarse “la carrera de nuestros políticos hacia el enriquecimiento vertiginoso”, que debe ponerse coto a “los lobos políticos que han saqueado al país” quienes también han ejecutado medidas por las que “los derechos humanos básicos han sido brutalmente violados”, en resumen “hay que acabar con todos los que tenían opiniones distintas” a las del nuevo elenco gobernante y así sucesivamente. Uno de los ministros ostentaba seriamente el título de “ministro de escuelas, universidades, radio, prensa, museos, ciencia, cultura, arte y propaganda” (cualquier parecido con otros lares no es mera coincidencia sino generalizada estupidez).
  • La inseguridad es permanente, los robos, amenazas y crímenes están a la orden del día. La privacidad es imposible, la mayor parte de las puertas no existen porque dicen los lugareños que “vivimos todos juntos, formamos una familia, una comunidad; niños, adultos y viejos, nunca nos separamos”, pero incluso los niños se matan entre si: “Pues bien, en África los niños llevan años, muchos, mucho tiempo matando a otros niños, y en masa”. Y la mujer es prácticamente una cosa de la que se sirve el varón “al ver acercarse a un hombre, las mujeres del lugar se apartan del camino y se ponen de rodillas. Arrodilladas, esperan hasta que se aproxime. La costumbre manda saludarlas. Ellas, al contestar, preguntan que pueden hacer por el. Si el les dice que nada, esperarán hasta que se marche, se levantarán y proseguirán su camino.”
  • Con todo, la indescriptible generosidad de la naturaleza en esa parte del mundo es notable bajo cualquier parámetro que se la considere y ofrece espectáculos panorámicos de una belleza inusitada.

Decimos nosotros que en verdad constituye un atraco al sentido común el despilfarrar tantos dones naturales a manos de castas de forajidos que se reiteran para aplastar de modo inmisericorde cualquier signo de creatividad debido a la destrucción más completa de los más elementales derechos, desafortunadamente con el apoyo directo o indirecto de otras naciones que en lugar de enfatizar la necesidad de establecer marcos institucionales civilizados, proponen la profundización de las políticas estatistas que demuelen toda posibilidad de progreso. Como queda dicho, todos venimos de ese continente: aunque más no sea por amor a ese lejano terruño, todos deberíamos contribuir a reencauzar los valores y principios que, en otras partes, han sido capaces de  convertir desiertos en vergeles.

Publicaro originalmente en El Diario de América (EE.UU.) el 3 de marzo de 2011.

La publicación esta semana de los cables de Wikileaks por parte de La Nación levantó de nuevo el muerto del debate sobre el TLC con EE.UU. En particular, la gente que votó por el NO ha pegado el grito al cielo por lo que dicen son revelaciones de la intromisión de la administración Bush en la campaña por el referéndum del 7 de octubre del 2007. Para eso señalan un cable en donde los mismos funcionarios de la embajada estadounidense se atribuían parte del crédito por la victoría del SÍ. Sin embargo, una vez más la gente del NO cae en exageraciones y distorsiones a la hora de analizar los hechos.

La gente del NO se queja por las declaraciones que hicieran el sábado antes del referéndum tanto la Casa Blanca como la representante comercial de EE.UU., Susan Schwab, en el sentido de que Washington no renegociaría el TLC en caso de que ganara el NO, y que no podía asegurar la permanencia de las preferencias arancelarias que hasta ese momento disfrutaban gran parte de las exportaciones costarricenses hacia EE.UU. ¿Fue gratuita esta intervención? En lo absoluto. Las declaraciones de Susan Schwab fueron una respuesta a una carta previa enviada por la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el líder demócrata en el Senado, Harry Reid, donde afirmaban que Costa Rica no tenía nada qué temer por rechazar el TLC, ya que podíamos contar con seguir disfrutando ad perpetuam las preferencias arancelarias de la Iniciativa de la Cuenca del Caribe. Pelosi y Reid mandaron esta carta a solicitud de la campaña del NO, en particular, Ottón Solís, quien también invitó al país a otros políticos estadounidenses para que convencieran a los costarricenses a votar contra el TLC. Si alguien le abrió la puerta a la intromisión de EE.UU. en dicha campaña, fue el NO.

Una semana después del referéndum, el Washington Post describió con lujo de detalle la reacción casi que incrédula que hubo en la Casa Blanca en las altas horas de la noche del viernes antes del referéndum por la intromisión de Pelosi y Reid en la campaña del TLC en Costa Rica. Fue a raíz de esa carta de los líderes demócratas en el Congreso que la administración Bush se vio obligada a hacer una aclaración el sábado 6 de octubre mediante la representante comercial, Susan Schwab. ¿Estaba la Casa Blanca asustando con la vaina vacía? ¿Quién decía la verdad sobre las preferencias arancelarias y la posible renegociación del TLC, la administración Bush o el dúo Pelosi-Reid?

Basta ver lo que sucede ahora con los tratados comerciales que EE.UU. negoció con Colombia y Panamá durante la administración Bush y que los demócratas en el Congreso estadounidense y en la admnistración Obama se rehusan tanto someter a votación como a renegociar. Ottón Solís todavía insiste en que Costa Rica pudo renegociar el TLC. ¿Cómo es que sus amigos demócratas no le han ofrecido esa opción a los panameños y colombianos?

En cuanto a la permanencia de las preferencias comerciales, el tiempo también le ha dado la razón a la administración Bush. Por ejemplo, el pasado 12 de febrero expiró el Andean Trade Preferences Act (ATPA), la cual permitía que más de la mitad de las exportaciones colombianas a EE.UU. entraran libres de impuestos. Este programa también beneficiaba a Ecuador, país que rechazó negociar un TLC con EE.UU.. Debido a diferencias entre republicanos y demócratas, la ATPA expiró y ahora todas las exportaciones colombianas y ecuatorianas deben pagar aranceles para entrar al mercado estadounidense. No solo eso, en diciembre pasado el Congreso estadounidense también dejó expirar el Sistema Generalizado de Preferencias (GSP), el cual beneficiaba a 131 países en desarrollo (incluyendo en su momento a Costa Rica). A esto hay que sumarle que los beneficios que Costa Rica disfrutaba bajo la Iniciativa de la Cuenca del Caribe en cualquier momento se podían perder por decisión de la Organización Mundial del Comercio.

El dúo Pelosi-Reid, así como los otros políticos estadounidenses invitados por Ottón Solís, no podían garantizar la permanencia de ninguno de estos sistemas preferenciales, como ahora lo pueden atestiguar los colombianos. La administración Bush hizo bien en aclarar las cosas el día antes del referéndum.

Si la gente del NO quiere buscar responsables por la intromisión de EE.UU. en la campaña del TLC, debe verse primero al espejo.

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