Blog Home

Archivo por Julio 2012

El conocido disidente cubano Oswaldo Payá murió en un accidente de carro en Cuba el domingo. También murió otro crítico del régimen, Harold Cepero, un amigo de mi actual pasante cubano, Yuri Pérez-Vásquez. Muchos disidentes creen que las muertes llegaron de la mano del régimen de Castro. Si es así, el incidente podría representar un escalofriante endurecimiento de la dictadura de Raúl Castro en un momento en que los problemas sociales y económicos están acumulándose y se está volviendo cada vez más evidente que las débiles reformas anunciadas hasta ahora harán poco para resolverlos.

Aquí abajo, Yuri describe la importancia de Payá y la vida de su amigo Harold, quien, como Yuri, fue expulsado de su universidad por criticar al régimen. Hay, de hecho, toda una generación de activistas e intelectuales cubanos jóvenes que a pesar de la represión están fomentando un debate serio, fuera de los círculos oficiales, acerca de los problemas de su país y acerca de cómo resolverlos (dos sitios Web cubanos que recomiendo son Desde Cuba y Estado de SATS. A todos en Cato nos inspira la dedicación de Yuri y de sus compatriotas por lograr una Cuba libre.

La pérdida de dos hermanos

Yuri Perez-Vasquez y Harold Cepero

El 22 de julio, el destacado líder cubano pro-democracia, Oswaldo Payá y el activista Harold Cepero murieron en un accidente automovilístico mientras viajaban hacia el Oriente de Cuba. Según la bloggera Yoani Sánchez, les acompañaban dos extranjeros, el español Angel Carromero y el sueco Aron Moding, quienes resultaron heridos.

Se sospecha que no se trató de un accidente. Rosa María, hija de Payá, declaró en un clip de audio que un segundo carro provocó el accidente que cobró la vida de su padre.

Hemos perdido un gran líder y un querido amigo, hermanos en la larga lucha por la libertad. Tuve el privilegio de conocer a Oswaldo Payá en su casa años atrás, donde él y su familia vivían de un modo ejemplar los valores cristianos, que eventualmente condujeron a Payá a reclamar públicamente derechos fundamentales para los cubanos. Trabajó sin descanso por un país mejor, como otro gran patriota, José Martí dijo: “Con todos y para el bien de todos”. Payá fue un pacífico buscador de justicia que encontró con una muerte violenta bajo un régimen vicioso.

Harold Cepero era un joven lleno de buenas intenciones y un firme compromiso hacia los demás. Lo conocí porque teníamos mucho en común, pero algo marcó nuestras vidas para siempre. Como sucede con muchos jóvenes idealistas cubanos, fuimos expulsados de la universidad debido a nuestra pasión por la libertad. Aunque solo queríamos divertirnos, avanzar nuestras carreras y contribuir con nuestra patria, nos enfrentamos a la tiranía intolerante de los hermanos Castro, el Partido Comunista, y la acción encubierta de la policía secreta. Varios pedidos dirigidos a las autoridades cubanas, la UNESCO y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA no tuvieron éxito en restituir nuestro derecho a volver a la universidad. De hecho, las autoridades cubanas se mantuvieron firmes en su política discriminatoria contra los “no-revolucionarios”. La UNESCO, a pesar de reconocer las violaciones de derechos humanos, falló a favor del gobierno cubano y todavía estamos esperando el pronunciamiento de la CIDH (ver aquí y aquí).

En un país donde los jóvenes son obligados a adorar la revolución de los Castro, se les prohíbe pensar, y si piensan, no pueden hablar y actuar consecuentemente, tomamos la decisión correcta. Harold tenía una encantadora novia, jugaba fútbol y luchaba por un mejor futuro. Él recolectó firmas para el Proyecto Varela, una iniciativa ciudadana liderada por Payá para promover una transición pacífica a la democracia que ganó el respaldo de miles de nuestros conciudadanos. Después de ser expulsado de la universidad, decidió entregarse al servicio de los demás y se convirtió en un seminarista católico. Sin embargo, esa no era su vocación y Harold pagó el precio más alto por la libertad: terminó sacrificando su vida en el altar de la patria.

En este momento trágico recuerdo a sus queridas familias. La esposa de Oswaldo Payá, Ofelia, y sus hijos; así como también los padres y el hermano de Harold Cepero. El inmenso sufrimiento por la pérdida de estos grandes cubanos no es solamente suyo, sino que también le pertenece a todos los que amamos la libertad. Como dijo Jesucristo, Maestro de Payá y Harold, “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos”.

Que en paz descansen.

Yuri Pérez-Vásquez
Washington, DC

Derechos Bardem

La actriz Pilar Bardem se presentó esta semana en un acto de apoyo a los mineros que llegaron a manifestarse a Madrid procedentes de Asturias y León. Y declaró: "Quiero a los mineros como quiero a cualquier ciudadano que defienda sus derechos".

Es una excelente ilustración de una paradoja fundamental del progresismo. En efecto, ¿cómo es posible que Pilar Bardem quiera a cualquier ciudadano que defienda sus derechos, y no a cualquier ciudadano que los tenga?

Imaginemos una persona que es asaltada, golpeada o violada, pero que opta por no resistirse, quizá porque piensa que no vale la pena o incluso porque puede empeorar su situación. ¿Es que la señora Bardem no sentiría aprecio por ella? ¿Es que no querría a una mujer violada si esa mujer no defiende su derecho a su integridad física y moral?

Esto es obviamente un disparate. Todos tenemos derecho a no ser violados, independientemente de la defensa que hagamos de ese derecho.

Asimismo, el derecho a no ser violados comporta el respeto a nuestra dignidad y nuestra libertad sin menoscabar en absoluto la dignidad y la libertad de los demás. En cambio, lo que los mineros reivindican es el derecho a quebrantar el derecho de los demás al fruto de su trabajo, porque exigen que los políticos arrebaten a los ciudadanos unas sumas de dinero que los ciudadanos libremente con seguridad no entregarían a los mineros.

La lógica de la acción colectiva, que diría Olson, lleva a que determinados grupos de presión poco numerosos pero muy organizados utilicen diversos grados de violencia para conseguir que los políticos les ayuden a expensas de los contribuyentes o los consumidores, dos grupos muy numerosos pero poco organizados, que no defienden sus derechos en las calles. Pero los tienen, y Pilar Bardem podría apreciarlos. Después de todo, ellos probablemente han pagado con su dinero, a la fuerza, sus películas.

Publicado originalmente en Libertad Digital (España) el 15 de julio de 2012.

Debo confesar que a menudo me parece vacío el debate entre derechas e izquierdas. La razón es que estas etiquetas pueden significar tantas cosas que al final no significan nada y es frecuente que individuos o partidos políticos que son catalogados como pertenecientes a bandos opositores tengan casi todo en común. El más notorio ejemplo de este vacío de significados es el de catalogar a Lenin y Stalin como representantes de la izquierda y a Hitler y Mussolini como representantes de la derecha. Incluso dejando de lado el hecho que “nazi” es el acrónimo de “nacional socialismo” y que Mussolini fue miembro destacado del Partido Socialista Italiano, estos cuatro dictadores tienen en común que instalaron regímenes de terror en sus países, eliminaron la disidencia, aniquilaron la prensa independiente reemplazándola por aparatos propagandísticos controlados por ellos, ejercieron control sobre el pensamiento, las ideas, la literatura, las ciencias, creando sistemas de espionaje y terror entre la población y entre los mismos funcionarios del partido, hicieron uso arbitrario y cotidiano de la violencia como método de acción. En fin hicieron todo lo necesario para perpetuarse en el poder y tener el control total: político, económico, cultural e intelectual.

Alguien podrá objetar que lo que los distingue es que los primeros abolieron la propiedad privada. Es cierto que bajo Hitler y Mussolini ésta existía, pero quienes no actuaban de acuerdo a los designios del dictador la perdían o peor aún, perdían la vida. La potestad que los dictadores tenían de disponer de vidas y haciendas equivale a una anulación casi total de la propiedad privada. Tanto el gerente de una fábrica comunista como el propietario de una fábrica en la Alemania nazi tenían que dar gusto a sus respectivos dictadores a riesgo incluso de sus propias vidas: ni el uno ni el otro eran dueños de nada.

Otros dirán que Hitler y Stalin se odiaban. A esto diré que las monarquías de Francia e Inglaterra estuvieron en guerras mutuas por siglos y esto no significa que quisieran abolir el sistema monárquico, simplemente querían más poder que su vecino.

De la misma manera, son más las similitudes que las diferencias entre Fidel Castro y Francisco Franco o entre Hugo Chávez y José Gaspar Rodríguez de Francia. Todos son dictadores y son nimiedades las que colocan a unos en la izquierda y a otros en la derecha.

He citado casos extremos y paradigmáticos, pero esta ambivalencia o vacío en el significado de “izquierda” y “derecha” se da a todo nivel en el debate político. De hecho, los políticos a menudo utilizan estas etiquetas como una forma de huir al debate. Catalogan al contrincante como “miembro de la derecha” (o de la izquierda) y continúan con una sarta de insultos que nada tienen que ver con presentar ideas y debatir propuestas.

Portugal está "al borde del abismo" reza el titular de un artículo de Reuters de la semana pasada. A pesar de haber recibido un rescate de $104.500 millones el año pasado de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internacional, la economía de dicho país continúa contrayéndose a medida que el desempleo aumenta y crece la incertidumbre sobre su permanencia en el euro. Al igual que Grecia, Portugal podría necesitar un segundo rescate pronto.

Como se ha dicho en otros casos, algunos expertos afirman que la austeridad es en parte responsable de la actual crisis económica de Portugal. Incluso el FMI ha dicho que intentar cumplir con la meta del déficit "podría no ser la mejor política" si el país cae en una recesión más profunda. La pregunta entonces es qué entendemos por "austeridad".

En primer lugar, es importante señalar que Portugal se metió en problemas por tener un gobierno que gastó demasiado por mucho tiempo. En 2001 el país fue el primero en romper el límite de déficit del 3% del PIB establecido en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE. Desde entonces, Portugal registró déficit presupuestarios significativos, y en 2009, como reacción a la crisis mundial, el país implementó un enorme paquete de estímulo que disparó el déficit al 9,4% del PIB. (Cabe señalar que el estímulo fracasó, el desempleo subió del 9,5% en 2009 al 14,9% actual).

Gasto público en Portugal

* Usando Deflator del PIB.
Fuente: Comisión Europea, Asuntos Económicos y Financieros.

El gasto en términos nominales aumentó en un promedio anual del 5,6% de 2000 a 2010. Como podemos ver en la gráfica, se aceleró en 2009 cuando el gobierno socialista de José Sócrates trató de contrarrestar los efectos de la crisis mundial con un estímulo keynesiano. No fue sino hasta 2011 que el nuevo gobierno de Pedro Passos Coelho comenzó a implementar recortes en el gasto, lo que redujo el gasto total en un 5,5% en relación al año anterior. Sin embargo, el gasto estatal en 2011 estaba al mismo nivel de 2009. En términos reales, no ha habido una disminución en los niveles de gasto.

Como porcentaje del tamaño de la economía, el gasto total del gobierno en Portugal se situó en un 45,2% del PIB en 2011, apenas un pelo por debajo de su pico de 45,8% en 2009.

En un inicio, Sócrates trató de controlar el déficit con aumentos de impuestos. Con tal fin aumentó la tasa del IVA del 19% al 21%. Como parte del acuerdo del rescate del año pasado, Passos Coelho aumentó el IVA hasta el 23%, una de las más tasas más altas en Europa. Su gobierno también introdujo cambios en el impuesto sobre la renta: Algunas exenciones fueron eliminadas, se introdujo un recargo de 1,5% y 2,5% para las personas de ingresos medios y altos, respectivamente. Una tasa especial del impuesto corporativo del 12,5% para las pequeñas empresas fue elevada al 20%, y sobretasas del 3% y el 5% fueron creadas para las medianas y grandes empresas, respectivamente. También hubo aumentos en los impuestos sobre el alcohol, el combustible y el tabaco.

La evidencia sugiere que a pesar de que en el último año se dieron recortes importantes en el gasto en Portugal (y estoy seguro que las personas allá están sintiendo los efectos de dichos recortes), los aumentos de impuestos constituyen un componente significativo de las políticas de austeridad implementadas en ese país.

Categorias

Autores

Archivos