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Archivo por Junio 2010

Juan Juan Almeida acaba de declararse en huelga de hambre en Cuba hasta que Raúl Castro le permita dejar la Isla por unas semanas para visitar al médico en Bélgica y abrazar a su familia, hoy radicada en el exilio. El padre de Juan Juan era el general Juan Almeida, uno de los pocos negros que acompañó a Fidel Castro en todas sus aventuras revolucionarias. Murió el año pasado y lo enterraron con grandes honores.

Juan Juan, el hijo, está muy enfermo. Sufre un extraño padecimiento de los huesos y las articulaciones que en Cuba no saben cómo atenderle. Los belgas, en cambio, han desarrollado un tratamiento eficaz. Raúl Castro, que conoce a Juan Juan desde que éste era un niño, no quiere dejarlo marchar al extranjero a intentar curarse. Desea verlo morir en la Isla. ¿Por qué? No se sabe exactamente, pero la explicación confidencial que dio un ex embajador cubano es que se trata del criminal capricho de una mujer que odia a Juan Juan. Una mujer por la que Raúl Castro siente una especial predilección.

Uno de los más graves problemas de ese país es que los hermanos Castro son los dueños de la vida y la muerte de todos los cubanos. Fidel decidió que la Dra. Hilda Molina, una eminente neurocirujana, no viajara a Argentina a reunirse con su hijo y su nieto porque su cerebro le pertenecía a la revolución, y allí la tuvo más de una década secuestrada hasta que se cansó y se la regaló al matrimonio de Cristina y Néstor Kirchner.

Raúl actúa de la misma forma. Encarcela, excarcela, deja morir o salva a quien le viene en gana. Allí no hay más ley que su voluntad. No se trata de que Juan Juan Almeida es el hijo de un “héroe” y por eso no puede viajar al extranjero. En Florida viven dos hijas de Fidel. En realidad, no hay un líder revolucionario que no tenga familiares cercanos en el extranjero. Es otra cosa. Así son los esclavistas.

El deporte constituye una forma sana de recreación y de educación. El ejercicio físico no solo es un complemento indispensable para la salud por aquello de mens sana en corpore sano —el adagio latino que ilustra acerca de la relación entre nuestro intelecto y nuestro físico— sino porque, en el caso del deporte, se enseña el comportamiento civilizado al respetar las reglas del juego y las resoluciones del referato y, en su caso, aceptar con hidalguía la derrota y felicitar al adversario. En verdad se puede conocer mucho acerca del carácter y la personalidad al observar las actitudes y conductas de quienes se desempeñan en la cancha.

De un tiempo a esta parte se vienen sucediendo actos de vandalismo que nada tienen que ver con el deporte y mucho con la guerra. No solo no se festeja y felicita al ganador en una competencia supuestamente deportiva sino que se procede a destrozar físicamente al adversario y a sus simpatizantes en el contexto de marchas y cánticos obscenos y agresivos junto con la destrucción de las instalaciones, la conquista de banderines y otros trofeos de guerra. Esto viene ocurriendo especialmente en el fútbol donde reiteradamente los estadios y aledaños se convierten en campos de batalla. Aparecen las figuras denominadas “barras bravas”, un subterfugio para ocultar la verdadera filiación de criminales y asaltantes a la integridad física de terceros. El espectáculo bochornoso de estos personajes se ha hecho patente en este mundial sudafricano con el insólito y accidentado viaje de “barras bravas” argentinas.

Juan José Sebreli escribe en La era del fútbol que “para humillación de los populistas el fútbol [football], ese supuesto deporte 'del pueblo', lejos de surgir en el seno de las masas populares es un típico producto de la conservadora y refinada clase alta inglesa […] Las reglas del juego fueron impuestas por la Universidad de Cambridge en 1846” y recuerda que en nuestros ámbitos latinoamericanos la primera contienda internacional tuvo lugar en Montevideo en 1889 entre los residentes ingleses en la Argentina y los residentes ingleses que vivían en Uruguay. Asimismo, Sebreli destaca los orígenes británicos de los clubs en territorio argentino como Boca Juniors, River Plate, Racing y New`s Old Boys y que el primer equipo (Alumni) se formó en el English High School.

El mismo autor señala que “el hincha” no guarda relación alguna con el fair play “la prueba es que nunca el buen juego de un equipo va a ser aplaudido por los partidarios del conjunto contrario” y “como en el fondo es un débil, necesita respirar el ámbito de la complicidad para estar a sus anchas […] El hincha es una variante de la personalidad autoritaria en la que el prejuicio es una forma de lograr una identidad personal que no tiene” y más adelante afirma que “La cabeza de turco preferida de la agresividad del hincha son los árbitros. Éstos deben salir del estadio protegidos por la policía y vuelven a su casa en medio de la angustia de sus familiares”. 

Y respecto a los “barras bravas”, Sebreli concluye que “son bandas compuestas por hinchas fanáticos de un club que consagran su vida al mismo, y a la vez viven de él, organizados y armados para provocar tumultos en los estadios, agredir y en ocasiones matar a los adversarios”, grupos que “no existirían si no contaran con el apoyo o la complicidad de los dirigentes del club” que los usan para sus inconfesables designios personales.

En esta misma línea argumental, Eduardo J. Padilla en un sesudo y bien documentado artículo publicado en La Nación de Buenos Aires, con razón se alarma de la extendida costumbre de la “educación para la trampa”, lamentablemente instalada desde muy diversos ángulos en ambientes argentinos cada vez más generalizados y “así obtener el goal con la proscripta mano en vez de con el prescripto pie pasará para muchos a ser festejado como la viveza suprema” con lo que de este modo el “mundo del foul se va instalando como el paradigma de la vida 'libre' […] Un cierto cinismo general que campea en el ánimo de los que observan con náuseas el desarrollo de esta Argentina 'faulera' no ayuda a cambiar la situación sino a sostenerla”.

Por su parte, Enrique Ghersi en un meduloso ensayo aparecido en un libro de gran calado cuyo título es ¿Por qué amamos el fútbol?, después de pasar revista, analizar y escudriñar los pros y contras de las diversas posibilidades de introducir sistemas varios de seguros con la intención de contrarrestar los desmanes de las “barras bravas”, concluye que estas situaciones de violencia inusitada se mitigarían grandemente si este deporte no estuviera altamente politizado desde la FIFA en adelante, donde al no existir dueños propiamente dichos debido a absurdas legislaciones deportivas no se asumen debidamente los costos por las destrucciones de las instalaciones y por las graves lesiones a las personas en los predios correspondientes ya que existe “una conexión críticamente importante entre los clubes y estas organizaciones” delictivas.

Sostiene Ghersi que la referida indefinición o vaga y ambivalente definición de los derechos de propiedad no ocurre en otros deportes tales como el golf, el fútbol americano, el béisbol, el hockey y el box, donde no tienen lugar las aludidas violencias, mientras que en el fútbol “no existe el más mínimo interés en cuidar el negocio a largo plazo, sino de disfrutarlo en el corto y al estilo político, de suerte que queda establecida la base sobre la cual la grandeza del dirigente puede construirse sobre la adoración de una hinchada fanática que es, también, una fuente de su riqueza y poder”.

En cualquier caso, se trate del establecimiento de incentivos perversos debido a legislaciones altamente contraproducentes o a la falta de educación elemental en cuanto al respeto al prójimo y a las reglas justas establecidas (probablemente ambas cosas a la vez), es necesario un cuidadoso examen de lo que viene ocurriendo y la indispensable diferenciación de lo que es un deporte de la delincuencia insititucionalizada  y tolerada por muchos distraídos e indiferentes.

Días pasados, una cámara oculta filmó una asamblea de “barras bravas” en Buenos Aires donde queda patente la prepotencia, la matonería, la impunidad y el lenguaje soez de aquellos patoteros que dirigen esas asociaciones ilícitas sustentadas por no pocos dirigentes del fútbol y políticos en funciones.

Este fenómeno de las llamadas “barras bravas” se ha generalizado a otras áreas de la vida de los pueblos: así se observa que se reclama que los aparatos estatales se aparten de su condición de árbitros de reglas de justicia preestablecidas y participen tomando partida por uno de los equipos con lo que la distorsión de valores no solo contamina al deporte sino que abarca áreas crecientes de la vida social.

Por último, el lugar común y por cierto bastante grotesco de culpar al comercio en el fútbol por las tropelías que ocurren sin percatarse que precisamente las transacciones comerciales educan, de ahí que ambas partes se dan recíprocamente las gracias luego de concretar una operación, puesto que el proceso no es de suma cero como cuando se sustituye el comercio por la politización. En el contexto de esta corriente de pensamiento es frecuente tildar peyorativamente a los médicos de “comerciantes” como si los facultativos estuvieran condenados a vivir del aire. Sin duda que hay médicos inmorales del mismo modo que ocurre en todas las profesiones. Si un cirujano recomienda extirpar un órgano que no debe ser extirpado se ha cometido un fraude, pero de allí a condenar el profesionalismo hay un salto lógico inaceptable.

Es injusto el levantar el dedo acusador desde cómodas poltronas  por parte de quienes encuentran sus actividades bien remuneradas, dirigiéndose a otras tareas profesionales que cobran honorarios por los servicios prestados. En este mismo sentido, se suele afirmar que los deportistas no deberían cobrar por el espectáculo que brindan como si lo que se profesionaliza se degradara. Se continúa diciendo que si no se cobran emolumentos el deporte se llevaría a cabo por amor y gusto al torneo y la competencia deportiva. Lo contrario desviaría la atención al amor al dinero y a la ganancia, lo cual desdibujaría y prostituiría el deporte.

No se sabe cuales son los fundamentos de tales afirmaciones y cuales las diferencias con las tareas científicas ya que no podría afirmarse son algún viso de seriedad que el hombre de ciencia deja de lado la búsqueda de la verdad y la investigación rigurosa por el hecho de recibir ingresos como contrapartida de sus esfuerzos. Lo mismo podría decirse de los actores de teatro, los autores de libros o los vendedores de salchichas.

Más aún, podríamos decir que resulta indispensable la remuneración atractiva para contar con buenos profesores y que es un signo de manifiesta decadencia el infravalorarlos y subestimarlos monetariamente, de lo cual no se desprende que todo deba ser compensado por lo crematístico. Por ejemplo, si se pretendiera enamorar a una mujer exigiendo que se retribuyan arrumacos con el pago en efectivo, seguramente no se logrará el objetivo propuesto. Del hecho de que algunos actos se llevan a cabo por el mero placer de ejecutarlos, no se desprende que deba imponerse esa conducta a otras actividades ni denostarlas cuando se llevan a cabo, puesto que con esta tesitura todos los bienes y servicios desaparecerían del mercado.

La división del trabajo, la asignación eficiente de los siempre escasos recursos y la consiguiente cooperación social, ya sea para medicamentos, alimentación, la vivienda y los entretenimientos masivos, solo pueden concebirse a través de las oportunas señales de mercado, es decir, los precios. Al fin y al cabo el “vil metal” no es ni más ni menos el medio de intercambio para coordinar información dispersa y fraccionada, lo cual no resulta diferente para el deporte como espectáculo de masas.

Y no se pretenda esgrimir como prueba que anteriormente cuando el fútbol no se había profesionalizado estas violencias inusitadas no existían puesto que así se incurre en la falacia de post hoc ergo propter hoc,es decir, la inferencia de que algo es causa simplemente porque precede en el tiempo a otro acontecimiento posterior que por ello se considera su efecto. Antes se mantenían valores y principios de la buena conducta que luego se abandonaron, no por la profesionalización sino por pésimos modales y peor educación, de lo contrario también cabría deducir disparates tales como que debido al correlato y la secuencia temporal de la minifalda con internet podría concluirse que lo primero es causa de lo segundo.

No debe confundirse la decencia y las conductas civilizadas con el legítimo premio monetario por servir al prójimo, por más que a uno personalmente no le atraiga el deporte en cuestión . Es el caso de quien estas líneas escribe que nunca fue a un estadio de fútbol ya que es aficionado a otros deportes (pero alejado de muchedumbres y de todo lo que tenga viso gestual de coro), lo cual no es óbice para opinar sobre estos acontecimientos del mismo modo que un ginecólogo no necesita haber parido para conocer del tema que lo ocupa profesionalmente.

Este artículo fue publicado originalmente en Diario de América (EE.UU.) el 17 de junio de 2010.

Santos, AFP y Chile

NOTA DE JOSE PIÑERA. Juan Manuel Santos, casi con seguridad el próximo Presidente de Colombia, aportó este texto a mi revista "Economía y Sociedad" una vez finalizado en 1993, con la Ley 100, el proceso de creación del sistema de AFP en Colombia, en el cual colaboramos estrechamente como él mismo lo testimonia aquí. Les puede interesar, pues demuestra hasta que grado Santos comprende y comparte el marco conceptual detrás de la Revolución Liberal chilena iniciada en 1975, la cual no sólo ha sido la transformación más importante en la historia de Chile sino que además constituye el modelo que puede salvar a todo el continente de la pobreza y el subdesarrollo. Si como Presidente, Santos es capaz de realizar las reformas estructurales que todavía hacen falta para acelerar el crecimiento, el país nombrado en honor de Cristóforo Colombo puede convertirse en el próximo "milagro económico" del mundo emergente. Sería otro gran triunfo para Colombia, para Chile, para América Latina, y para la libertad.

Postdata. Comparen el significado de este esperanzador texto del futuro presidente Santos con el mensaje que envía esta ceremonia del Bicentenario argentino, en la cual aparecen los presidentes latinoamericanos que son 'fans' de los impresentables Kirchner homenajeando a dos de los más grandes destructores de América Latina, Perón y Allende: www.josepinera.org/kirchnerallende.htm.

Cómo se creó el sistema de AFP en Colombia

Por Juan Manuel Santos, Ex Ministro de Defensa del Presidente Alvaro Uribe y Ex Ministro de Industria y Comercio del Presidente César Gaviria.

En plena campaña electoral en el Perú para suceder a Alan García tuvo lugar en Lima, en marzo de 1990, un gran foro liberal organizado por el movimiento Libertad, liderado por el entonces candidato presidencial Mario Vargas Llosa.

Allí tuve mi primer contacto con José Piñera. Me impresionó su recuento sobre la reforma previsional en Chile. Me gustó la lógica de sus planteamientos para enfrentar el problema de la deuda pensional, el cual apenas se empezaba a discutir en Colombia, y eso casi exclusivamente en los medios académicos. Pero sobre todo me llamó la atención la contundencia de los resultados de la reforma chilena que presentó José Piñera.

Los fondos de pensiones eran ya el principal factor de recuperación del ahorro en ese país y le estaban imprimiendo dinamismo a su mercado de capitales.

Pero fue un tiempo después cuando estuve en Chile que tuve la oportunidad de ver por mí mismo el impacto de esta reforma. Los taxistas en Santiago me enseñaban su libreta de AFP y me mostraban orgullosamente el saldo que allí tenían ahorrado para su pensión de retiro. Era algo suyo y por lo tanto, estaban pendientes del manejo del fondo y de la rentabilidad que obtenía. Pensé en ese momento que si le preguntara a un taxista en Colombia sobre su pensión me llenaría de quejas sobre las filas y las demoras y sobre lo costoso de la cotización. Eso si tenía la suerte de encontrar un taxista que tuviera la posibilidad de acceder a una pensión.

Unos meses después fue electo César Gaviria como presidente de Colombia. Su equipo de colaboradores estaba en febril actividad diseñando las grandes reformas estructurales que pondría en marcha el nuevo presidente. Una de ellas era la reforma laboral, que pretendía flexibilizar el rígido sistema laboral colombiano. En la discusión sobre esta reforma se empezaba a hacer evidente la necesidad de abordar el tema de la seguridad social.

Le hablé a Gaviria de la exposición de José Piñera y le propuse invitarlo a Bogotá. Organicé un foro público para presentar la reforma chilena y poner al mismo tiempo sobre el tapete el debate sobre la necesaria reforma de la seguridad social en Colombia.

El foro tuvo lugar el lunes 11 de junio de 1990 en el Hotel Hilton de Bogotá. A él asistió el presidente electo, varios de sus futuros ministros, y fue un éxito. Los argumentos y resultados presentados por José Piñera causaron una honda impresión entre los conocedores del problema y entre la opinión colombiana.

Más tarde ese mismo día, Piñera se entrevistó con el presidente electo y con su equipo de asesores económicos. Fue una intensa reunión de cinco horas tras las cuales el equipo económico de Gaviria quedó convencido de la necesidad de empujar la Reforma y de trabajar alrededor del esquema chileno de fondos privados de pensiones.

El siguiente paso fue una expedición del equipo económico a Chile para conocer de primera mano su sistema de AFP. Viajaron Luis Fernando Ramírez quien sería el Ministro del Trabajo, Santiago Pardo, experto en cuestiones fiscales y Ulpiano Ayala, economista académico que se había encargado durante la campaña de coordinar el tema laboral y de seguridad social. Rudolph Hommes no pudo viajar, pues la víspera de partir fue nombrado Ministro de Hacienda. Días después César Gaviria anunció la reforma pensional en su discurso de posesión del mando.

En los primeros meses del nuevo gobierno, la atención se concentró en poner en marcha las demás reformas estructurales y en particular las relacionadas con el comercio exterior, en lo que se conoció como la apertura de la economía colombiana.Una de las primeras reformas complementarias a la apertura que se tramitó en el Congreso fue la reforma laboral. Aquí también las exposiciones de José Piñera y el entusiasmo de los convertidos por sus ideas fueron decisivos para convencer y motivar a los ponentes de esta reforma, dos jóvenes senadores muy prestantes, de que el paso siguiente era la reforma de la seguridad social y de que era un tema que debían impulsar a nivel político.

El debate de la reforma pensional en Colombia fue arduo y prolongado. Se extendió desde principios de 1992 y sólo se aprobó en diciembre de 1993. Fueron muchas las instancias de discusión a nivel técnico, político y académico. Aquí vale la pena destacar el papel que jugó el Presidente Gaviria quien participó activamente en el debate técnico y fue decisivo en las negociaciones a nivel político.

El Gobierno propuso al Congreso una sustitución completa del régimen público por el de capitalización individual, al estilo chileno, pero ésta no fue aceptada. Se llegó finalmente a una transacción política que dio como resultado un sistema híbrido en el que conviven y compiten dos regímenes, uno administrado por el anterior monopolio estatal y el otro por administradoras privadas de fondos de pensiones. El primero se mantiene como un régimen de prima media con prestación definida, mientras que el segundo es un régimen de capitalización individual. La negociación política implicó un desequilibrio entre las condiciones de competencia de los dos sistemas, favoreciendo a los afiliados al sistema público, a costa de incrementos permanentes en la deuda pensional. Dicha negociación también obligó a excluir de la reforma a tres grupos que gozaban de sistemas pensionales extraordinariamente generosos, como son el magisterio, la empresa estatal de petróleos Ecopetrol y las Fuerzas Armadas.

Un objetivo que se tuvo siempre claro a lo largo de la negociación política fue el de lograr las mínimas condiciones necesarias para consolidar el sistema privado con el fin de que la reforma, si bien parcial, fuera irreversible. Hoy podemos decir que eso se ha logrado y cualquier reforma girará en torno a la presencia de este sistema. Después de dos años de operación, el sistema de fondos privados está funcionando satisfactoriamente, habiéndose logrado ya una afiliación de 1,8 millones de personas a las AFP colombianas.

Hoy encontramos que son cada vez más los países de Latinoamérica que han reformado sus sistemas pensionales hacia sistemas de capitalización individual. Cada país ha ido diseñando y adaptando el modelo original chileno según sus condiciones económicas y políticas. Estoy convencido de que estas reformas son pasos indispensables para generar las condiciones necesarias para el desarrollo de largo plazo de nuestros pueblos.

Así describió ayer José Piñera en su twitter (@JosePinera) a esta foto en la que aparecen los presidentes José Mujica (Uruguay), Fernando Lugo (Paraguay), Evo Morales (Bolivia), Lula da Silva (Brasil), Hugo Chávez (Venezuela), Rafael Correa (Ecuador), Sebastián Piñera (Chile) y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner homenajeando a Salvador Allende y Juan Domingo Perón.

La foto del tercer mundo

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