El hambre es muy una palabra fuerte. Esta evoca imágenes de la hambruna y la miseria en las naciones fallidas al otro lado del mundo. Yo era reacio a utilizarla para describir la situación en Venezuela. He visitado ese país cuatro veces en los últimos siete años y he presenciado su declive económico de cerca. Durante un viaje a la ciudad industrial de Barquisimeto, en noviembre de 2014, vi por primera vez los efectos de la escasez, con cientos de personas haciendo fila fuera de una farmacia para conseguir papel higiénico y pasta de diente. Yo sabía que las cosas se habían deteriorado aún más, dado a los informes de escasez generalizada de alimentos en todo el país. Pero, ¿hambre?
Regresé a Venezuela el mes pasado esperando multitudes caóticas y filas en todas partes de la ciudad. Y ciertamente ese fue el caso: Vi líneas afuera de supermercados, farmacias, panaderías y, reveladoramente, embajadas (personas que tratan de conseguir su papeleo listo para salir del país). Pero no estaba preparado para descubrir que mis amigos y colegas están luchando para comer adecuadamente. Ellos no lo dicen abiertamente. Después de todo, los venezolanos son un pueblo orgulloso. Pero después de mis primeras interacciones con ellos, me di cuenta de que el tema principal en todas las conversaciones era la comida: ¿Cuándo fue la última vez que comieron carne? ¿Cuánto tiempo han estado sin beber leche, etc.?
Es cierto que en este viaje no interactué mucho con venezolanos pobres. Mis amigos y colegas son de clase media, o lo que queda de ellos: el salario mínimo es de sólo $ 33 por mes, y los salarios de la clase media no son mucho más elevados que eso. Aún así, me horroricé al darme cuenta de que si las personas que conozco están luchando para comer adecuadamente, los más pobres de hecho pasan hambre.
Esta semana el New York Times publicó un reporte desgarrador acerca de la magnitud del hambre en Venezuela. El país que recibió cerca de $1 billón (“trillion” en inglés) en ingresos petroleros durante la última década y media, ahora sufre una crisis humanitaria de proporciones significativas. No olvidemos nunca, o permitamos que otros olviden, que este es el resultado final de todavía otro fracasado experimento socialista.
Walt Disney está conformando una colección formidable de películas que presentan de manera entretenida un mensaje liberal. "The Incredibles" (2004) es una celebración de la individualidad y una condena de lo mediocre o uniforme, "Toy Story 3" (2010) es una defensa de la propiedad privada como un mecanismo para asegurar la prosperidad y la armonía social, y ahora "Zootopia" (2016) viene a ser una fina crítica a varias facetas del Estado moderno y un tributo a la mentalidad de crecimiento. Consideremos varios temas abordados en esta última.
Jeffrey Tucker de la Foundation for Economic Education (FEE) considera que "Zootopia" nos presenta una crítica al estado grande e hiper regulador que hoy está presente en muchas de las grandes ciudades. Un estado que aún siendo así, no llega a sofocar todos los emprendimientos y si logra que las personas pierdan mucho tiempo mientras que genera conflictos entre ellas.
"Zootopia" constituye una crítica al papel que juega el Estado en tratar de promover la convivencia pacífica en centros urbanos con una población altamente diversificada. A lo largo de la película hay una burla velada de las políticas estatales de acción afirmativa y de la corrección política en cuanto a los estereotipos. El Estado en la película no es un agente que promueve la paz social, sino más bien todo lo contrario. Vemos como funcionarios públicos estaban involucrados en un plan para fomentar el conflicto entre los distintos segmentos de la población.
También en la película vemos como el Estado suele ser ineficiente incluso para aquellas tareas que casi nadie cuestiona que le corresponden: la seguridad y la regulación del tránsito. En cuanto a la seguridad, vemos que el capitán de la policía antepone sus gustos personales --que no estén los conejos a cargo del trabajo de la policía-- a las necesidades de los ciudadanos de Zootopia --que se encuentren las personas misteriosamente desaparecidas. Otro ejemplo de esta ineficiencia --y uno de los momentos más cómicos de la película-- es la escena en la que la conejita Judy Hopps, la protagonista, descubre que el Departamento de Tránsito está manejado por osos perezosos. Para agregarle insulto a la ofensa, uno de ellos se llama "Flash" y viola el límite de velocidad con su auto personal.
Pero el mensaje principal de la película y el que encuentro de mayor relevancia para sembrar principios liberales en niños es uno que también es recomendado por expertos en desarrollo infantil para lograr el éxito en sus vidas. En el libro Mind in the Making: The Seven Essential Life Skills Every Child Needs, Ellen Galinsky destaca la importancia de inculcarle a los niños desde sus primeros años una "mentalidad de crecimiento", de que no importa quién seas, con esfuerzo y concentración siempre puedes mejorar. Esta mentalidad se opone a la "mentalidad estática", según la cual si importa quién eres, pues naces con ventajas y desventajas de nacimiento que en gran medida determinan tu destino. La conejita Hopps, a diferencia de sus padres y muchos otros personajes en la película, posee una mentalidad de crecimiento y está convencida que con esfuerzo y determinación logrará ser la primera coneja policía. Esa mentalidad de superación personal, de romper esquemas, de desafiar estereotipos entronizados en una sociedad, es claramente parte de una actitud liberal.
Otro mensaje de la película es aquel de la tolerancia, y no una versión idealizada de esta, sino una versión aterrizada en la realidad. Incluso las personas con la más buena fe, como Hopps por ejemplo, albergan estereotipos en contra de ciertas minorías. Lo importante es que el Estado garantice igualdad ante la ley y, en lo personal, mantener la mente abierta a nuevas experiencias y estar dispuesta a intentar distintas cosas con distintas personas, como lo hizo Hopps con su amigo el zorro Nick --con todos los costos y recompensas que este proceso de prueba y error comprende.
Al final triunfan quienes creen en un orden social complejo y diverso, donde las distintas especies, lejos de exterminarse, aprenden a cooperar. La cereza encima del pastel es la canción interpretada por Shakira "Try everything", cuya letra refleja la humildad tan inherente en la actitud liberal: todos nos equivocamos, todos aprendemos de nuestros errores, si nos caemos tenemos que levantarnos y volverlo a intentar, tenemos que asumir los retos aún cuando parezca que hay probabilidades de fracasar (habilidad #6 en el libro de Galinsky: asumir retos).
Una nueva entrega de la serie documental "Éxito improbable" (Improbable Success) se transmitió el pasado fin de semana en más de 40 canales a lo largo y ancho de EE.UU. "Éxito improbable " trata sobre países que han logrado alcanzar altas tasas de crecimiento económico gracias a políticas de libre mercado. El nuevo episodio (en inglés) analiza las reformas llevadas a cabo en Chile a partir de la década de 1980. José Piñera, Ian Vásquez y Richard Rahn son algunos de los expertos que aparecen en este documental. La semana pasada se estrenó el primer episodio sobre Estonia (en inglés) y la semana que viene será el turno de Suiza.
En el libro Mexicanos eminentes, Enrique Krauze nos introduce a las vidas de estos personajes dándonos una pequeña lección de historia o, más bien, de distintas perspectivas a través de las cuáles se la puede analizar, juzgar, escribir, y contar. Casi al inicio del ensayo "Plutarco entre nosotros" Krauze aporta su definición de la historia:
"la historia es un proceso abierto; sujeto, es verdad, a la acción de fuerzas impersonales, azarosa y suprapersonales, pero esencialmente abierto a la libre voluntad emprendedora de los hombres. La historia nos condena a la perplejidad pero no a la impotencia".
Luego procede a describir una colección de historiadores que interpretan la historia como un proceso predeterminado en el cual a los individuos poca responsabilidad o esperanza les queda de influir para que este cambie su curso. Este sería el historicismo, que Krauze indica que ha sido tan usual en los rusos y que para Isaiah Berlin implicaba una renuncia a la libertad (y a la responsabilidad individual):
"Asustar a los seres humanos sugiriéndoles que están en los brazos de fuerzas impersonales sobre las que tienen poco control o no tienen ninguno, es alimentar mitos ... equivale a propagar la fe de que existen formas inalterables de desarrollo en los acontecimientos. Liberando a los individuos del peso de la responsabilidad personal, estas doctrinas alimentan la pasividad irracional en unos y una fanática actividad, no menos irracional, en otros".
Este determinismo histórico es un componente esencial del marxismo. Dice Krauze: "En Marx, la grandeza de unos y otros es una máscara: lo único real es el baile de la Historia". La historia, al menos como la entendía Plutarco, en cambio, colocaba en primer plano a los individuos:
"Escribo vidas, no historias. Y no es en los hechos más ruidosos donde se manifiesta la virtud o el vicio. Muchas veces una acción momentánea, un dicho agudo, una niñería sirven más para calibrar las costumbres que las batallas en las que mueren miles de hombres".
Rescatando aquella tradición de Plutarco, Krauze relata la vida de algunos mexicanos que considera eminentes. Entre ellos, algunas de las mentes liberales más destacadas en América Latina como Francisco Zarco, Octavio Paz, Jesús Reyes Heroles, Gabriel Zaid.
El World Economic Outlook (abril de 2016) del Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que la inflación de Venezuela llegue a 720 por ciento para fines de 2016. Esta cifra, que no es nada más que una estimación muy a la ligera, ahora está impresa en piedra. La prensa, desde Bloomberg, hasta el New York Times, el Washington Post, el Wall Street Journal, e innumerables fuentes que en otros casos son creíbles, repiten esta estimación aproximada sin cansancio.
En lugar de reportar estimaciones realizadas a la ligera acerca de las futuras tasas de inflación en Venezuela, la prensa debería dejar de colocar en un altar al FMI y, en su lugar, limitarse a reportar la tasa de inflación actual. Estas tasas son actualizadas regularmente y están disponibles en el Proyecto de Monedas en Problemas de Johns Hopkins University y el Instituto Cato. La actual tasa anual de inflación implícita es de 153 por ciento; mientras que si es la más alta del mundo hoy, todavía está muy por debajo de la proyección del FMI de 720 por ciento, que tan frecuentemente es citada en la prensa.
27 años atrás, tanques de guerra y ametralladoras del Ejército Popular mataron a cientos de estudiantes y civiles desarmados que se manifestaron pacíficamente a lo largo de 50 días en la plaza de Tiananmen. Esa fue la sangrienta masacre del 4 de junio que tomó al mundo por asombro y sobre la cual el gobierno chino intentó duramente ocultar la verdad y los hechos durante los últimos 27 años. Los jóvenes en China hoy en día ignoran completamente este acontecimiento o bien se muestran indiferentes debido al lavado de cerebro que la propaganda del Partido Comunista Chino (PCC) ha perpetrado sobre este tema.
El Internet ha sido bloqueado en China y un buscador chino —Baidu— reemplazó a Google, cuando esta empresa se vio obligada a salir de China hace 6 años.
Hay numerosas fechas sensibles en el país y las actividades de las personas están restringidas durante estos días. Por ejemplo, las personas no tienen permitido visitar la plaza de Tinanmen durante fechas cercanas al 4 de junio y al Día de la Limpieza de Tumbas, que se conmemora el 5 de abril, etc.
El PCC incluso controla estrictamente las redes sociales. Las personas no pueden usar Twitter, Facebook, YouTube, etc., a no ser que logren violar servidor de seguridad.
En WeChat, la red social más popular en China, blogs, comentarios o envíos de mensajes pueden ser bloqueados, eliminados, o bien pueden desaparecer o no ser mostrados por contener las palabras clave o temas, supuestamente sensibles.
Muchas personas en el mundo occidental parecieran haber olvidado que China es todavía un país con una dictadura comunista. Tienden a admirar la prosperidad económica mientras ignoran el deterioro de los derechos humanos y la pérdida de libertades individuales, que incrementaron durante el periodo de la reforma y apertura al mundo hace tres décadas.
Creo que el PCC no mantendrá su tiránico control por mucho más tiempo. Algunas crisis están acercándose y las personas esperarían e incluso podrían llegar a ser parte del cambio fundamental de las instituciones existentes.