Blog Home

Archivo por Enero 2011

Krugman ataca de nuevo

Paul Krugman1

Siempre tuve la sensación de que el crecimiento o reconocimiento académico que un pensador obtiene con publicaciones científicas o premios, debieran redundar en una mayor responsabilidad al escribir y fundamentalmente en la crítica que se desarrolla a los oponentes teóricos. Básicamente pienso que la experiencia debiera llevar a los personajes más renombrados de la academia a moderar el discurso, a conservar ciertos modos y a tratar de ponerse en el lugar del otro, no en búsqueda de un debate ideológico, sino en búsqueda de entender el discurso ajeno.

Paul Krugman obtuvo el Premio Nobel en 2008, y desde entonces, al igual que Paul Samuelson, ha hecho todo lo opuesto a aquello. En lugar de ser más responsable y cuidadoso en cada artículo, sea en las revistas científicas o en los diarios, Krugman, decide atacar superficialmente a aquellos que le critican, con pasión y con un vacío de argumentos asombroso. No sólo ello, además —como han señalado Anna Schwartz y Edward Nelson— ha abandonado su campo de especialización que es la economía internacional, por la que ha recibido el galardón más importante en la disciplina, y trata temas monetarios, campo sobre el que no se le conocen contribuciones.

Críticas a la teoría austríaca del ciclo económico

A lo largo de la historia del pensamiento económico del siglo pasado, se han desarrollado importantes críticas a la teoría austríaca del ciclo económico, como las de Gottfried Haberler, Tyler Cowen, Bryan Caplan, Gordon Tullock o Leland Yeager.

La crítica de Krugman a la Teoría Austríaca del Ciclo Económico de Mises y Hayek data de 1998, en su corto artículo “The hangover theory: Are recessions the inevitable payback for good times?”, la que recibiera respuesta de Roger W.Garrison y Gene Callahan, entre tantos otros, señalando que constituye un error concebir tal teoría como una de “sobreinversión”, y que sería más atinado calificarla de “mala-inversión”, como de hecho quedaba claro ya, en el tratado de economía de Ludwig von Mises.

La nueva crítica de Krugman

Esta vez, y aclarando que no cambió de opinión respecto de aquel artículo de 1998, la crítica de Krugman apunta a un artículo de poco más de 3.500 palabras de Bob Murphy sobre la Teoría Austriaca del Capital, publicado como Daily Article en el Ludwig von Mises Institute, al que califica como “la mejor exposición que he visto de la perspectiva austriaca”.

Independientemente de la brillantez del artículo de nuestro amigo Bob Murphy, uno espera que un calificado economista como Paul Krugman, concentre sus críticas a trabajos científicos de mayor envergadura, entre los que se pueden citar a aquellos de Ludwig von Mises, Friedrich Hayek, Roger W. Garrison, Jesús Huerta de Soto, Lawrence H. White o Steven Horwitz, los que a su vez posiblemente inspiraron la breve presentación de Murphy.

Lo dicho no significa, sin embargo, que debamos ignorar la nueva crítica de Krugman, y pedirle que lea más, a ver si entiende. Todo lo contrario. Debemos enfrentar el desafío de Krugman, pero seriamente. En este artículo Krugman demanda respuestas:

  1. Si definimos a la inflación como un caso de exceso de dinero en relación con los bienes disponibles, ¿por qué las depresiones no son asociadas a la aceleración en lugar de la desaceleración de la inflación, mientras la oferta de bienes cae?
  2. ¿Por qué existe una fuerte correlación entre el PIB nominal y el real?
  3. ¿Por qué encontramos una evidencia empírica abrumadora de que cuando los bancos centrales deciden desacelerar la economía, esto efectivamente ocurre?
  4. ¿Qué pruebas hay de que la capacidad de la economía se daña durante el auge?
  5. ¿Dónde está la evidencia positiva de lo que los austriacos dicen?

Krugman agrega que no encuentra razones para dejar de lado los últimos 75 años del pensamiento económico, dado que el mundo real parece ser más consistente con las lecturas de Keynes y Friedman, sobre los factores del lado de la demanda que conducen al ciclo económico.

La respuesta austriaca

El propio Bob Murphy ofreció “su” respuesta al desafío, señalando que Krugman “no entiende” la posición austriaca.

En mi caso particular, tiendo a coincidir con Peter Boettke en que la respuesta debe ser tomada por los macroeconomistas austriacos como un desafío. No requiere esto de más respuestas en blogs, sino de engrosar las publicaciones científicas en los puntos que a este Premio Nobel llamaron la atención.

El énfasis en los precios relativos, en los micro-fundamentos a la macroeconomía, en la teoría heterogénea del capital, en los efectos no neutrales de largo plazo, en la evidencia empírica que prueba la teoría es necesario para que la academia comprenda finalmente que la macroeconomía austriaca en general y la teoría austriaca del ciclo económico en particular ofrecen respuestas comparativamente superiores a los fenómenos que están ocurriendo con mayor frecuencia desde el abandono del patrón oro.

Islamofobia

Publicado por Alberto Benegas Lynch

Cada vez con más furor se está creando un clima desagradable contra los musulmanes. Ahora se viene a reforzar con las declaraciones del antisemita y xenófobo Partido de Derecha Nacional en Francia que pretende arremeter contra islamitas que viven en ciertos barrios de Paris.

Debemos tener en cuenta que la población mundial musulmana es de mil quinientos millones de habitantes y como ha repetido Salman Rushdie solo los gobiernos que comandan regimenes totalitarios pretenden secuestrar a sus habitantes de las normas de convivencia civilizada. Estos regimenes recurren a la religión debido a que resulta un canal más propicio para el fanatismo del mismo modo que ocurrió con algunos llamados cristianos en la España inquisitorial.

El sheij de la comunidad islámica argentina Abdelkader Ismael —licenciado en teología y licenciado en ciencias políticas— declaró a La Nación de Buenos Aires que naturalmente cuando los terroristas de la ETA o la IRA atacan se los identifica como criminales pero no por las religiones que profesan sus integrantes, sin embargo, esto no ocurre con los musulmanes: “al criminal hay que llamarlo por su nombre y apellido y no por la religión a la que cree responder” puesto que “un musulmán verdadero jamás alienta a sus hijos a celebrar la muerte de otro ser humano”, pero de tanto repetir estereotipos se los terminan creyendo ya que “si siempre escucho tango, puedo creer que no existe otra música”. En el caso argentino, cabe agregar que los terroristas de los grupos Montoneros y Ejército Revolucionario del Pueblo provenían en su mayoría de la tradición del nacionalismo católico pero sería una bellaquería responsabilizar a la filosofía cristiana por las matanzas de los años setenta (aunque si al nacionalismo que, como apunta Jean-François Revel, es siempre primo hermano intelectual del comunismo).

El Corán señala que “Quien mata, excepto por asesinato, será tratado como que mató a la humanidad” (5:31) y enfatiza la importancia de la palabra empeñada y los contratos (2:282) y la trascendencia de la propiedad privada (2:188). También destacados autores como Gustave Le Bon,  Ernest Renan, Thomas Sowell, Gary Becker, Guy Sorman, Huston Smith, Víctor Massuh, Henry G. Weaver y tantos otros han subrayado las notables contribuciones de los musulmanes a través de la historia en cuanto a la tolerancia con otras religiones, el derecho, las matemáticas, la economía, la música, la literatura, la medicina, la arquitectura y la fundación de innumerables universidades. Averroes fue uno del los mayores responsables de trasladar la cultura latina a centros de estudio europeos. Incluso en Occidente se ha tendido a distorsionar la verdadera trascendencia de jihad que significa “guerra interior contra el pecado” y no guerra santa al estilo de los conquistadores cristianos en América (más bien anti-cristianos).

Es realmente admirable el esfuerzo académico que llevan a cabo los miembros del Minaret of Freedom Foundation en Maryland (EE.UU.) para contrarrestar la visión errada en cuanto a los fundamentos del Islam y muestran como en las fuentes se encuentra la adhesión a los mercados libres y los marcos institucionales compatibles con el estado de derecho, la importancia de la tolerancia y el pluralismo y también subrayan lo objetable de aberrantes mutilaciones y en general el maltrato a la mujer en cualquier sentido que sea. Personalmente he mantenido correspondencia con su Presidente el profesor Amad-ad-Dean Ahmad, quien revela en uno de sus libros que las contribuciones de musulmanes han constituido uno de los antecedentes de la Escuela Austríaca (de Menger, Böhm-Bawek, Mises, Hayek, Kirzner y Rothbard) y quien es secundado en la mencionada institución por profesionales como Shahid N. Sahah, Aly Ramdan Abuzaa, Sharmin Ahmad y Oma Altalib, cuyo Consejo Directivo también está integrado por especialistas en la tradición musulmana como el catedrático de la Universidad de Michigan Antony T. Sullivan.

El problema es siempre la infame alianza tejida entre el poder y la religión, de allí la sabia expresión jeffersionana de la “teoría de la muralla” en EE.UU. al efecto de separar tajantemente estos dos ámbitos, puesto que quien dice estar imbuido de la verdad absoluta constituye un peligro si, como tal, se desenvuelve en las esferas ejecutivas de la política.

En un contexto de guerras religiosas, buena parte de las muertes en lo que va de la historia de la humanidad han ocurrido en nombre de Dios, la misericordia y la bondad. Es tiempo de no caer en la macabra trampa tendida por quienes usan las religiones para escudarse en sus actos criminales porque saben que con ello desatan pasiones irrefrenables.

Es como escribe Voltaire en “Oración a Dios” en su Tratado de la tolerancia: “que los que encienden cirios en plena luz del mediodía para celebrante, soporten a los que se contentan con la luz del sol; que los que cubren su traje con tela blanca para decir que hay que amarte, no detesten a los que dicen lo mismo bajo una capa de lana negra; que sea igual adorarte en una jerga formada de antigua lengua, que en un jerga recién formada […] ¡Que abominen de la tiranía ejercida sobre las almas, como execran el bandidaje que arrebata por la fuerza el fruto del trabajo y la industria pacífica! Si los azotes de la guerra son inevitables, no nos aborrezcamos, no nos destrocemos uno a otros en tiempos de paz, y empleemos el instante de nuestra existencia en bendecir en mil lenguas diversas, desde Siam a California, tu bondad que nos concedió ese instante”.

Por supuesto que además de manipuladores que disfrazan sus designios perversos con el manto religioso al efecto de provocar resultados de mayor alcance y envergadura, están los fanáticos que verdaderamente creen en un culto que no perciben es diabólico en cuanto a que sostienen que su deber consiste en exterminar a quienes no participan de los ritos y creencias de su secta malévola. Es que el asesino no se justifica ni perdona porque comete sus espantosas fechorías y desaguisados en base a lo que estima son instrucciones sobrenaturales lo cual no se mitiga en lo más mínimo por el hecho de que el sujeto en cuestión forme parte de una banda que comparte semejante postura delictiva, en todo caso este camino constituye un adefesio y una afrenta grotesca al sentido religioso, es decir la religatio con la primera causa como fuente de inspiración a la bondad y la concordia. Este desvío monstruoso es lo que hoy pretenden los megalómanos al frente de pueblos sumergidos en la penuria, del mismo modo que antes también ocurría con tiranías sustentadas en coaliciones macabras entre el altar y la espada.

Es de desear que quienes somos testigos del abuso e interpretación retorcida de religiones propiamente dichas no miremos para otro lado cuando no toca nuestras creencias porque con esta conducta del avestruz no solo se cometen injusticias muy  graves sino que así perderemos nuestro derecho a quejarnos cuando toque el turno de atacar nuestros valores y creencias. Debemos ser respetuosos de otras manifestaciones culturales que no son las nuestras y que no afectan derechos de terceros, esta es la única manera de cooperar pacíficamente en una sociedad abierta y es el único modo de ir descubriendo distintas avenidas y horizontes en un proceso evolutivo. La islamofobia, la judeofobia, la fobia al cristianismo, al budismo, los rechazos a deístas, agnósticos y ateos y demás manifestaciones de intolerancia solo prometen dolor y sangre.

El terrorista debe ser condenado como criminal sin hacer referencia a su color de piel, su condición sexual, su nacionalidad ni su religión. Solo de este modo podremos considerarnos civilizados y nos habremos liberado de la espantosa y truculenta lacra de las guerras religiosas. Resulta en verdad conmovedor comprobar la angustia que reiteradamente han puesto de manifiesto públicamente tantos escritores y dirigentes musulmanes frente al uso de la a todas luces inadecuada expresión “terrorismo islámico”. Tal como he consignado en muchas oportunidades, no comulgo para nada con las políticas de George W. Bush pero suscribo su declaración en los días siguientes a la horrenda masacre perpetrada contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001 con motivo de la visita a una mezquita en cuanto a que “es del todo inapropiado vincular al islamismo con el terrorismo puesto que un criminal es un criminal independientemente de lo que pueda declarar son sus creencias religiosas”.

Hagamos votos para que las manifestaciones trogloditas como las referidas al abrir esta nota no se repitan ni se mezclen con el tema de las inmigraciones (que trato detenidamente en mi último libro publicado en diciembre de 2010, en Chile, por la Universidad del Desarrollo y el Instituto Democracia y Mercado de Santiago).

Cannabis

  1. La legalización pondría fin a la parte exageradamente lucrativa del negocio del narcotráfico, al traer a la superficie el mercado negro existente.
  2. La legalización reduciría dramáticamente el precio de las drogas, al acabar con los altísimos costos de producción e intermediación que implica la prohibición. Esto significa que mucha gente que posee adicción a estas sustancias no tendrá que robar o prostituirse con el fin de costear el actual precio inflado de dichas substancias.
  3. Legalizar las drogas haría que la fabricación de dichas sustancias se encuentre dentro del alcance de las regulaciones propias de un mercado legal. Bajo la prohibición, no existen controles de calidad ni venta de dosis estandarizadas.
  4. El narcotráfico ha extendido sus tentáculos en la vida política de los países. La legalización acabaría con esta nefasta alianza del narcotráfico y el poder político.
  5. Legalizar las drogas acabaría con un foco importante de corrupción, la cual aumenta en todos los niveles del gobierno debido a que una substancial parte de toda clase de autoridades han sido comprados, sobornados o extorsionados por narcotraficantes, creando un gran ambiente de desconfianza por parte de la población hacia el sector público en general.
  6. Los gobiernos dejarían de malgastar miles de millones de dólares en el combate de las drogas, recursos que serían destinados a combatir a los verdaderos criminales: los que le violan los derechos a los demás (asesinos, estafadores, violadores, ladrones).
  7. Con la legalización se acaba el pretexto del Estado de socavar nuestras libertades civiles con el fin de llevar a cabo esta guerra contra las drogas. Intervenciones telefónicas, allanamientos, registro de expedientes, censura y control de armas son actos que atentan contra nuestra libertad y autonomía como individuos.
  8. Legalizar las drogas desactivará la bomba de tiempo en la que se ha convertido Latinoamérica, especialmente en los países andinos, Centroamérica y México. Esto ha llevado a una intervención creciente por parte de Estados Unidos, país que desde hace más de una década ha venido fortaleciendo su presencia militar en la región de una manera nunca vista desde el fin de la Guerra Fría.
  9. En una sociedad en donde las drogas son legales, el número de víctimas inocentes producto del consumo y la venta de estupefacientes se vería reducido substancialmente. Gran cantidad de personas que nunca han consumido estas sustancias o que no están relacionadas con la actividad se ven perjudicadas o incluso pierden la vida debido a las "externalidades" de la guerra contra las drogas: violencia urbana, abusos policiales, confiscación de propiedades, allanamientos equivocados, entre muchos otros.
  10. La legalización conducirá a que la sociedad aprenda a convivir con las drogas, tal y como lo ha hecho con otras sustancias como el alcohol y el tabaco. El proceso de aprendizaje social es sumamente valioso para poder disminuir e internalizar los efectos negativos que se derivan del consumo y abuso de ciertas sustancias.

La Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) de Venezuela pidió a una estación local de televisión, Televen, que suspenda inmediatamente la telenovela colombiana "Chepe Fortuna" porque considera que esta concede un "tratamiento denigrante" al país petrolero.

¿A qué se refiere con "tratamiento denigrante"? Probablemente a esta escena en la que una mujer llamada Venezuela lamenta la pérdida de su perro, 'Huguito'. El diálogo vale oro:

Venezuela: ¿Qué va a hacer de Venezuela sin su Huguito?
Interlocutor: Vas a ser libre Venezuela. Huguito últimamente vivía pupusiandose por todas partes, metiéndose en la casa de todo el mundo, ¡haciéndote quedar mal Venezuela!

Aquí pueden ver la escena (desde aproximadamente el segundo 1:00):

En el diario O Globo de ayer, Pedro Abramovay, el zar anti-drogas del nuevo gobierno brasileño, manifestó que la experiencia de Portugal con la despenalización de las drogas debería considerarse como una alternativa a las actuales políticas anti-narcóticos de Brasil. Esto se suma al llamado del gobernador del estado de Río, Sergio Cabral, a legalizar las drogas y a las críticas a la prohibición hechas por el ex presidente Fernando Henrique Cardoso y otras destacadas personalidades latinoamericanas. Al considerar oficialmente las políticas de reducción de daños, el gigante de América Latina puede tener un efecto significativo en el debate hemisférico sobre la guerra contra las drogas.

El presidente Correa tiene una extraña obsesión conmigo. Esto comienza a ser un grave problema psiquiátrico. ¿Por qué miente el presidente Correa? Una hipótesis es que padece la variante política del síndrome de Münchausen, uno de los llamados “trastornos facticios” que afectan la mente. Quienes lo sufren inventan dolencias y se convierten en víctimas para llamar la atención.

El primer síntoma de su curiosa manía comenzó con una agresiva carta en la que se quejaba de El regreso del idiota, un libro que publiqué en compañía de Álvaro Vargas Llosa y Plinio Apuleyo Mendoza hace unos años. Cuando la leí me decepcionó. Me pareció una persona crispada y sin sentido del humor. Hasta ese momento creía que era una persona mucho más inteligente y flexible. Era un hombre psicorígido con una manifiesta tendencia a la iracundia. Admito mi error.

Después me acusó de formar parte de una organización de Derechos Humanos que lo había acusado de alguna violación. Yo nada tenía que ver con esa institución ni con la denuncia. No tenía idea de lo que hablaba. Ahora insiste en vincularme a una supuesta conspiración para derrocarlo en la que figuraba el ex presidente Lucio Gutiérrez. Se lo ha declarado al periodista hispano-francés Ignacio Ramonet en una entrevista reproducida en Le Monde Diplomatique.

El origen de esa calumniosa falsedad fue una charla dada por Gutiérrez en un acto académico convocado en Miami por el Instituto Interamericano por la Democracia una semana antes del motín policiaco del 30 de septiembre. Me pidieron que lo presentara y, como es habitual, dije algunas frases amables sobre el disertante. Eso fue todo. Antes lo había hecho con otros invitados, dado que por esa libre tribuna han pasado dos docenas de personas, y entre ellas ex presidentes como el argentino Eduardo Duhalde y el uruguayo Luis Alberto Lacalle.

En el público, naturalmente, había un grupo de ecuatorianos notables residentes en Miami. Algunos de ellos detestan a Correa y afirman que recurre frecuentemente a la persecución judicial y fiscal de sus enemigos. Condenan, como medio Ecuador, la forma en que acumuló poder violando la Constitución, destrozando los poderes legislativo y judicial, y desconfían de sus intenciones por la manera en que trata a la prensa y recorta las libertades. Temen que conduzca al país a un alborotado manicomio como es la Venezuela de Hugo Chávez o a una dictadura como la cubana. Yo no estoy seguro de lo que tiene en la cabeza, pero, por lo pronto, me parece un pésimo gobernante dedicado a crear problemas en lugar de buscar soluciones.

La conferencia de Gutiérrez se divulgó inmediatamente por medio de Internet, dado que nada hay oculto o siniestro en las tareas del Instituto: todo es transparente, limpio y dentro del respeto a la ley. De ese video, el señor Correa dedujo las supuestas “pruebas” de la conspiración. ¡Qué actitud tan demagógica y tan poco seria! ¡Pobres ecuatorianos! Es una lástima que los trastornos facticios posean tan mal pronóstico. No tienen fácil cura.

Si por la víspera se saca el día, el gran tema de este año en Costa Rica será la aprobación o no del paquete de impuestos que impulsa la administración de la presidenta Laura Chinchilla. Al igual que en ocasiones anteriores, los proponentes de más impuestos inundarán las páginas de opinión con el argumento de que Costa Rica cuenta con una carga tributaria muy baja, y que si el país desea prosperar, hay que pagar tributos como en los países ricos. Este argumento simplista se basa en un indicador espurio que se presta para el engaño. Veamos:

La carga tributaria se entiende como los ingresos fiscales del gobierno en comparación con el Producto Interno Bruto (PIB). En Costa Rica dicho indicador fue del 15,9% en el 2008 de acuerdo a los datos del Ministerio de Hacienda y del Banco Central de Costa Rica. Los proponentes de más impuestos corren a comparar este dato con el promedio de los países de la OECD (un club de naciones mayormente desarrolladas), el cual fue del 34,8% ese mismo año. Basándose en esta estadística, hace unas semanas el ministro de Educación de Costa Rica, Leonardo Garnier, me dijo en un intercambio que sostuve con él en Twitter que en el país “queremos educación de primera, salud de primera, carreteras de primera… con impuestos de tercera”. ¿Será cierto?

El indicador de la carga tributaria es espurio por múltiples razones. Primero, entre más altos sean los impuestos, más se desincentiva la actividad económica y se fomentan la evasión, el contrabando y la subfacturación. Esto implica menos ingresos para el Estado. Veámoslo con un ejemplo: Un impuesto del 70% sobre una actividad económica se constituye en una prohibición de facto sobre la misma. Difícilmente un empresario entrará a dicho negocio si tiene que pagar un impuesto tan alto. Por lo tanto, los ingresos para el Estado producto de dicho tributo son nulos. ¿Se puede entonces afirmar que la carga tributaria es baja puesto que el impuesto no genera ingresos?

Segundo, el indicador de la carga tributaria tiene la falla de que el gasto público es un componente del PIB, por lo que un país puede ver su carga tributaria reducida si el gobierno aumenta significativamente el gasto público, y de esta manera infla el PIB.

Un vistazo a la historia tributaria de Costa Rica de los últimos 60 años nos demuestra qué tan absurdo es el indicador de la carga tributaria. Desde 1967 a la fecha se han aprobado dicho país 10 paquetes de impuestos, y sin embargo el comportamiento de la carga tributaria no guarda relación alguna con la aprobación de estos nuevos impuestos. Es más, en los años en que la carga tributaria experimentó su aumento más fuerte, fue precisamente cuando no se aprobaron nuevos impuestos (durante la administración  del presidente Abel Pacheco en el 2002-2006).

Carga tributaria 1950-presente
Fuente: Elaborado a partir de datos del Ministerio de Hacienda y el Banco Central.

De hecho, si miramos dicho período, veremos que la carga tributaria creció más de lo que pretendía recaudar el fallido plan de impuestos que impulsó en ese momento el presidente Pacheco, sin que se aumentara un solo tributo:

Carga tributaria
Fuente: Elaborado a partir de datos del Banco Central y la Comisión de Exministros de Hacienda.

Como vemos, la carga tributaria no parece responder a la aprobación o no de más impuestos, lo que nos lleva a cuestionarnos, ¿qué clase de indicador es este?

Y hay más bemoles en toda esta discusión: Cuando comparan a Costa Rica con los países de la OECD, los amigos de más impuestos no mencionan que la cifra de la carga tributaria en esos países incluye las cargas a la seguridad social, mientras que el indicador para Costa Rica no. De tal forma, estamos comparando manzanas con peras. Si tomamos en cuenta las cargas sociales, la carga tributaria de Costa Rica en el 2008 fue del 24,2% del PIB (el promedio de la OECD fue del 34,8%). La diferencia ya no es tan abismal como nos la presentan. Por otra parte, si eliminamos las contribuciones a la seguridad social, el promedio de la carga tributaria en la OECD en el 2008 fue de 20,4% del PIB (en Costa Rica fue del 15,9% ).

Sin embargo, a pesar de que la diferencia entre las cargas tributarias de Costa Rica y los países desarrollados no es tan grande como nos la quieren presentar, insisto que el indicador en sí es espurio. En lo que debemos fijarnos es en las tasas impositivas y qué tan complicado es pagar los impuestos en el país. De acuerdo al Banco Mundial, actualmente Costa Rica se encuentra en la posición 155 entre 183 países en cuanto a facilidad en el pago de impuestos. El empresario promedio costarricense gasta 272 horas al año calculando y pagando sus impuestos. Esto quiere decir que, aún cuando la gente quiera cancelar los tributos que le corresponden, el pago de los mismos se vuelve toda una pesadilla. De tal forma, simplificar el sistema tributario contribuiría a aumentar la carga tributaria, sin necesidad de aumentar un solo impuesto.

Más aún, si vemos el mencionado índice del Banco Mundial, notaremos que el empresario costarricense paga más impuestos que sus pares de las naciones ricas. Actualmente el empresario nacional paga en impuestos (renta, laborales, etc.) un 55% de sus ganancias, mientras que el empresario promedio en los países de la OECD paga un 43%.

Parafraseando entonces al ministro Garnier, en Costa Rica pagamos impuestos de primera por servicios de tercera.

Categorias

Autores

Archivos