Blog Home

Archivo por Junio 2011

Es típico que un nacionalista latinoamericano critique a las personas que sacan capitales de sus países y los invierten en otros lugares. El presidente Rafael Correa lo ha hecho muchas veces. En 2009 forzó a la banca privada a repatriar parte de sus activos en el exterior.

Lo que no es tan tradicional es que haya evidencia de que quien lo predica no necesariamente lo practica. La última semana a todos los ecuatorianos nos sorprendió la noticia, con fuente del Sistema de Rentas Internas del Ecuador (SRI) y luego de la misma presidencia, de que Correa había transferido $330.000 a una cuenta suya en Alemania. El presidente luego aclaró (...no sean brutos el dinero fue enviado a Bélgica y no a Alemania”) que el dinero era para comprar un departamento en Bélgica para su familia ya que posiblemente sus hijos estudiarán en ese país.

Pero la cosa no quedó ahí. Hoy, el director del SRI, Carlos Marx Carrasco, anunció que publicará la lista de todos los ciudadanos y los valores que han pagado por el impuesto a la salida de divisas "para que la ciudadanía vea (el comportamiento de) personeros de Diario El Universo, Diario Hoy, El Comercio de todos los medios, que con miseria humana se han permitido poner en duda... (lo que ha hecho el presidente)”. Así vemos, nuevamente, cómo en Ecuador la información reunida para cobrar impuestos sirve para que el poder político tome represalias.

Este fin de semana crecieron los rumores sobre el aparente estado de salud crítico de Hugo Chávez. El Nuevo Herald reportó que el presidente venezolano podría estar sufriendo de cáncer de próstata. El 9 de junio, mientras visitaba Cuba, Chávez fue operado de emergencia de un “absceso pélvico”. Desde entonces el caudillo verborraico, el mismo que durante más de una década ha saturado las señales venezolanas con interminables discursos televisados, ha estado sospechosamente ausente. Todo lo que tenemos es una foto distribuida a la prensa que muestra a Hugo Chávez sosteniéndose de Fidel Castro (de 84 años) y su hermano Raúl (de 80).

La especulación aumentó el sábado luego de que Nicolás Maduro, el Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, dijera que Chávez estaba librando “una gran batalla por su salud” al tiempo que admitía que el mandatario no está bien. Pero tal vez la declaración más preocupante vino del hermano mayor de Chávez, Adán, gobernador del estado de Barinas, quien advirtió ayer que los partidarios del presidente deberían estar listos para defender la revolución con las armas. “Sería imperdonable limitarnos solamente a lo electoral, no considerar otros tipos de lucha, incluyendo la lucha armada”, dijo el hermano mayor de Chávez.

Aquí es donde la situación podría volverse extremadamente peligrosa. Nadie sabe lo que le podría ocurrir al chavismo sin Hugo Chávez. Mucha gente esperaba que Chávez recurriera a la violencia el próximo año si no era reelegido (una posibilidad real dado el descontento popular debido a los altos precios de los alimentos, la escasez de comida y energía y la creciente delincuencia). Para este fin, Chávez ha creado una milicia socialista, armando hasta los dientes a decenas de miles de simpatizantes que están determinados a “defender la revolución” sin importar las consecuencias. De igual forma, Chávez promovió al General Henry Rangel Silva a la cabeza de las Fuerzas Armadas luego de que Rangel afirmara que las fuerzas armadas no permitirían que la oposición gane la elección presidencial del 2012. Sin embargo, en todos estos escenarios, era Chávez siempre el que tomaba las decisiones.

Si Chávez muere, o queda permanentemente incapacitado, la pregunta es: ¿Quién tomará el poder en Venezuela y en el chavismo? La constitución requiere que el vicepresidente Elías Jaua sea juramentado como presidente. No obstante, es muy probable que la ausencia de Chávez inicie una lucha fratricida por el control del poder gubernamental entre las distintas facciones del chavismo. Durante sus 12 años en la presidencia, Chávez se ha asegurado diligentemente de que no haya ningún sucesor aparente. Los caudillos no tienen verdaderos vicepresidentes, una situación que podría derivar en caos si es que el caudillo muere mientras está en el poder.

Un paralelo histórico puede hallarse en la muerte de Juan Domingo Perón en 1974 en Argentina. Su esposa, Isabel, era su vicepresidenta y asumió la presidencia luego de la muerte de Perón, como lo requería la constitución. Sin embargo, su gobierno estuvo marcado por una creciente violencia por parte de los “Montoneros”, un grupo terrorista que decía mantener viva la herencia izquierdista de Juan Domingo Perón. La situación llegó a un punto crítico cuando las Fuerzas Armadas destituyeron a Isabel Perón en un golpe militar en 1976 y libraron la llamada “guerra sucia” contra elementos de izquierda de la sociedad, lo que resultó en el asesinato y desaparición de 30.000 personas durante 7 años. La muerte de Perón y la ausencia de un sucesor viable condujeron al caos y la matanza.

La fuerza motora de los distintos grupos dentro del chavismo es la corrupción, no la ideología. Como lo Gustavo Coronel documentara en un estudio publicado por el Cato Institute en el 2006, la corrupción es la norma en la Venezuela de Hugo Chávez, y penetra todos los niveles del gobierno, incluyendo a elementos poderosos de las fuerzas armadas. Es poco probable que aquellos que se han estado enriqueciendo durante los últimos 12 años se retiren en caso de que muriera su líder. Por lo tanto, podría darse una lucha violenta por el control del gobierno dentro de los rangos del chavismo.

La oposición democrática de Venezuela debe jugar sus cartas con cuidado. Si Hugo Chávez muere o queda incapacitado, la oposición debería exigir que se respete la constitución y que el vicepresidente Jaua asuma hasta que se lleven a cabo las elecciones presidenciales del próximo año. La comunidad internacional, particularmente la Organización de Estados Americanos, también debería ser firme en declarar que Venezuela enfrentaría un aislamiento diplomático internacional (por ejemplo, expulsión de la OEA, prohibición de viajar para los líderes del régimen, congelamiento de cuentas bancarias, etc.) si elementos dentro del gobierno realizan un golpe de estado o intentan permanecer en el poder mediante la lucha armada.

Para el 5 de julio conoceremos la gravedad del estado de salud de Chávez, ya que para ese día él había convocado a varios mandatarios a Caracas para celebrar el bicentenario de Venezuela. Si Chávez cancela el agasajo, o si se ausenta, esto dará indicios de que su salud se ha deteriorado gravemente y la especulación acerca de su sucesión será incontenible.

¿Qué es la felicidad?

Publicado por Alberto Benegas Lynch

La vida está conformada por una secuencia de problemas de diversa índole, lo cual naturalmente se desprende de la condición imperfecta del ser humano. La ausencia de problemas es la perfección, situación que, como es bien sabido y sentido, no está al alcance de los mortales. Además, si los seres humanos fueran perfectos no existirían ya que la perfección --la suma de todo lo bueno-- es posible solo en un ser (la totalidad de los atributos no pueden residir en varios).

 Por otra parte, las dificultades presentan oportunidades de crecimiento en las personas al intentar resolverlas y sortearlas (carece de sentido el crecimiento en el ser que ya es perfecto y que lo tiene todo). Ahora bien, el asunto no consiste en buscarse problemas sino en mitigarlos en todo lo que sea posible, al efecto de encaminarse hacia las metas que actualicen las potencialidades de cada uno en busca del bien ya que incorporaciones de lo bueno es lo que proporciona felicidad. Lo malo, por definición, naturalmente hace mal y, por ende, aleja de la felicidad que de todos modos es siempre parcial puesto que, como queda dicho, el estado de plenitud no es posible en el ser humano, se trata de un tránsito y una búsqueda permanente que exige como condición primera el amor al propio ser, cosa que no solo no se contradice con que ese cuidado personal apunte a la satisfacción de otros sino que es su requisito indispensable puesto que el que se odia a si mismo es incapaz de amar a otro debido a que, de ese modo, renuncia al gozo propio de hacer el bien.

Nathaniel Branden en su notable libro titulado Honoring the Self  mantiene que “La barrera más grande a la felicidad es el sinsentido de sostener que la felicidad no constituye nuestro destino” a lo que agrega que esa visión errada obstaculiza en grado sumo el sentido de autoestima y dignidad, al tiempo que no permite ver que todo acto es en interés de la persona que lo lleva a cabo sea este sublime o ruin. Por cierto, de lo que se trata es de conducir nuestras acciones por la buena senda del autoperfeccionamiento. Bertrand Russell, en La conquista de la felicidad,explica que “La inmensa mayoría de las acciones, aún las de las personas más nobles, tienen motivos egoístas, y no hay que lamentarse de ello, pues si fuera de otro modo, la razón humana no podría sobrevivir. Un hombre que se preocupara de que comieran los demás olvidándose de comer el mismo, moriría […Por otro lado] es imposible adquirir la libertad espiritual, en que la verdadera felicidad consiste, porque es esencial para la felicidad que nuestra manera de vivir surja de nuestros impulsos más profundos y no de los gustos y deseos accidentales de los que son, por casualidad, nuestros vecinos o nuestros amigos”.

El bien otorga paz interior y tranquilidad de conciencia que permiten rozar destellos de felicidad que es la alegría interior sin límites, pero no se trata solo de no robar, no matar, acariciar a los niños y darle de beber a los ancianos. Se trata de actuar como seres humanos contestes de la enorme e indelegable responsabilidad de la misión de cada uno encaminada a contribuir aunque más no sea milimétricamente a que el mundo sea un poco mejor respecto al momento del nacimiento, siempre en el afán del propio mejoramiento sin darle descanso a renovados proyectos para el logro de nobles propósitos.

Los estados de felicidad siempre parciales por las razones apuntadas, demandan libertad para optimizarse ya que esa condición es la que hace posible que cada uno siga su camino sin que otros bloqueen ese tránsito ni se interpongan en el recorrido personalísimo que se elija, desde luego, sin interferir en idénticas facultades de otros. Los atropellos del Leviatán necesariamente reducen las posibilidades de felicidad, sea cual fuera la invasión a las autonomías individuales y siempre debe tenerse en cuenta que los actos que no vulneran derechos de terceros no deben ser impedidos ya que la responsabilidad es de cada cual. Nadie deber ser usado como medio para los fines de otros. Edward de Bono en La felicidad como objetivo nos dice que “El marxismo sugirió que el hombre debería mirar la felicidad del Estado antes que la suya personal; y si el Estado parecía requerir su sufrimiento, éste era entonces necesario para la felicidad del Estado […en otras palabras] la entrega del yo a algún poder externo”.

La característica sobresaliente del ser humano es su libre albedrío que no comparte con ninguna de las especies conocidas y, por tanto, sus facultades intelecto-volitivas lo distinguen y le otorgan la condición humana propiamente dicha. En esta línea argumental, la antes referida actualización de sus potencialidades se refiere de modo muy especial al conocimiento, es decir, al alimento de su alma (Goethe ha dicho que cuando uno lee no solo se informa sino que, sobre todo, se transforma). Puede el hombre ejercitarse en gatear o en ladrar pero lo que lo distingue es su intelecto, en consecuencia, el ensanchamiento de su ser radica en la incorporación del saber, en enriquecerse por dentro. Por ello es que la demostración de verdadero amor al prójimo consiste en alimentar su alma, comenzando con la propia familia, los amigos y, en su caso, alumnos, lectores y todo el que quiera escuchar, para lo cual, como queda dicho, es requisito indispensable e ineludible el cotidiano autoperfeccionamiento y la consiguiente autocrítica.

Voltaire, en uno de sus célebres cuentos relata la conversación mantenida con un estudioso y, a continuación, le pregunta a una persona muy primitiva y rústica sobre su alma y se percata que no sabía de que le estaba hablando lo que lo hace cavilar sobre la felicidad. En este sentido, se pregunta si no será más feliz alguien que no se cuestiona nada ni intenta averiguar tema alguno sobre las cosas ni siquiera sobre su propia naturaleza y concluye que esto último es compatible con el estado de satisfacción del animal no racional y no es propio de un ser humano. Esto no desconoce que todos somos muy ignorantes, que desconocemos infinitamente más de lo que conocemos, pero se trata del esfuerzo por mejorar, por la autoperfección según sean las posibilidades y las circunstancias por las que atraviesa cada uno, se trata de la faena de incorporar algo más de tierra fértil en el mar de ignorancia en el que nos desenvolvemos para así honrar nuestra condición humana.

El libre albedrío es consecuencia de los estados de conciencia, del alma (psique en griego) o de la mente puesto que si fuéramos solo kilos de protoplasma no habría tal cosa como proposiciones verdaderas o falsas, ideas autogeneradas, argumentación o razonamiento. Si hiciéramos “las del loro” o fuéramos simples máquinas, no podríamos revisar nuestros propios juicios, no habría tal cosa como la responsabilidad individual ni seríamos agentes morales y ni siquiera estaríamos en condiciones de debatir el mismísimo determinismo. En este contexto recomiendo muy especialmente la excelente obra de John Eccles --premio Nobel en neurofisiología-- y Karl Popper --filósofo de la ciencia-- titulada El yo y su cerebro. Personalmente me explayé en este tema en mi ensayo que es una nueva versión de otro de mi autoría publicado por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (Lima, Revista de Derecho y Economía, 2009) titulado “Positivismo metodológico y determinismo físico” que presenté en el Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas (en Buenos Aires) al que le agregué un post-sriptum para su reproducción en el libro que coedité con el Rector de la Universidad Francisco Marroquín en homenaje a su fundador (Facetas liberales, 2011).

Ahora bien, como los estados de conciencia, el alma o la mente son fenómenos extramateriales no se descomponen, perduran a la muerte del cuerpo y, en consecuencia, continúan viviendo según el comportamiento del ser en cuestión en su prueba terrena, nunca exceptuado de errores (nadie puede “tirar la primera piedra”) pero según haya sido el esfuerzo en el autoperfeccionamiento, en el alimento de su propia alma y, en este ámbito, la felicidad adquiere dimensiones muy diferentes. Eventualmente, puede proporcionar elementos de juicio de interés el libro en dos tomos del médico Raymond A. Moody (con prólogo de Elisabeth Kubler-Ross) titulado Vida después de la vida donde se exponen experiencias de personas declaradas clínicamente muertas pero que pudieron recuperarse.

Este tema evidentemente se conecta con la existencia de la Primera Causa, tema que me recuerda la contestación de Carl Jung cuando le preguntaron si creía en Dios a lo cual respondió “No creo en Dios, se que Dios existe”. Esto no es un asunto de fe sino una cuestión eminentemente racional: el lector y yo estamos ahora comunicándonos, tanto uno como otro provenimos de nuestros padres, abuelos, bisabuelos etc. etc. pero esta concatenación de causas no puede operar ad infinitum puesto que si fueran en regresión infinita nunca hubieran comenzado las causas que permiten nuestra comunicación actual, ergo no existiríamos. La única posibilidad para que el lector y yo estemos en este momento en comunicación es que las causas que nos dieron origen tuvieron alguna vez un punto de partida, es decir la Primera Causa, la Causa Incausada, Dios, Yhavé, Alá o como se le quiera denominar, lo cual para nada es incompatible con conjeturas probables como el Big-Bang que es un fenómeno contingente como todo lo que deriva de aquella explosión inicial, más no necesario. Entonces, la cercanía o el alejamiento relativo del Ser Perfecto depende de nuestras decisiones en la vida terrena, experiencia que se vincula estrechamente a la idea de felicidad.

Mi amigo marplatense Eduardo Solari con quien hace tiempo no discuto ni tengo el placer de ver, escribió en su Libelo contra natura pasajes circunscriptos a la muerte del cuerpo en los siguientes términos que finalizan con una nota de humor negro: “Se nos pone la cara pálida, quedamos inmóviles, se nos relajan los esfínteres, se nos cae la mandíbula, nos enfriamos, se nos coagula la sangre, nos deshidratamos, quedamos rígidos […]  Nos descomponemos por fermentaciones microbianas y nos van comiendo de a poco los gusanos, como así llamamos vulgarmente a las sucesivas oleadas de la fauna cadavérica que cumpliendo cada variedad con su riguroso turno nos destruye […] Quienes gustan de los eufemismos llaman a esto descansar en paz”.

No es el caso de mi amigo, pero es común el temor al fin de la vida corpórea si no se tiene una visión bien plantada de lo trascendente en el hombre (no son pocos aquellos que pontifican sobre la vida eterna pero, frente al menor barquinazo, se embarcan en tremendas dudas y ruidosas cavilaciones). Incluso es frecuente que se tienda a evitar la palabra muerte, así se habla de “fallecimiento” o en la parla anglosajona se recurre a la críptica fórmula de “he passed away” y, según Fernando Savater, los antiguos romanos, al producirse la defunción, decían que “se fue con la mayoría” (decimos nosotros que es una noción un tanto gaseosa revestida de elucubraciones demográficas).

En resumen, es razonable rastrear y descifrar un equilibrio entre proyectos serios y las chanzas que espían y asoman en la vida, tal como se pone de manifiesto en la letra del himno académico por antonomasia, el Gadeamus Igitur que surge de un códice latino del siglo xiii y que ha sido recogido e inmortalizado por Franz von Suppé y por Johannes Brahms en memorables overturas. Por esto es que la imperiosa necesidad de contar con proyectos nobles y de no abandonar la brújula, no significa tomarse demasiado en serio y perder el sentido del humor, especialmente la saludable capacidad de reírse de uno mismo. En este sentido, conviene tener presente la sentencia de Kim Basinger: “Si lo quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes” y también la sabia reflexión de quien fuera mi entrañable y queridísimo colega José Ignacio García Hamilton en cuanto a que “lo importante no es lo que a uno le sucede, sino como uno administra lo que le sucede”. De cualquier manera, en línea con la conclusión aristotélica, Pascal afirma con razón que “Todo hombre tiene a la felicidad como su objeto; no hay excepción”, el secreto reside en no equivocar el rumbo y distinguir claramente la huella del pantano.

Este artículo fue publicado originalmente en El Diario de América (EE.UU.) el 23 de junio de 2011.

Nunca pensé que diría esto, pero Evo Morales tiene razón (al menos esta vez). El presidente boliviano le pidió al Congreso de su país aprobar una ley que sacaría a Bolivia de la Convención Única de las Naciones Unidas sobre Estupefacientes. La ley ya fue aprobada por la Cámara de Diputados y es muy probable que sea ratificada por el Senado, donde Morales goza de una mayoría de dos tercios.

Bolivia está denunciando dicha Convención debido a los esfuerzos fallidos del país por remover a la hoja de coca de la lista de drogas ilícitas a nivel internacional. Masticar la hoja de coca es una práctica ancestral y muy común en Bolivia y otros países andinos. La coca ayuda a la agente a lidiar con la fatiga y la altitud (yo mismo la probé durante una visita a Jujuy en Argentina). La enmienda boliviana a la Convención Única sobre Estupefacientes fue derrotada luego de una fuerte oposición de EE.UU. y otros países desarrollados.

Esto es precisamente el tipo de “imperialismo del control de drogas” que fue denunciado recientemente por el reporte de la Comisión Global de Políticas de Drogas. Este reporte señala correctamente que la ONU (a raíz de la presión del gobierno estadounidense en particular) “ha trabajado enérgicamente durante los últimos 50 años para asegurar que todos los países adopten el mismo enfoque rígido en la política de drogas –-las mismas leyes, y el mismo severo enfoque en su aplicación”.

Dada la terca resistencia de Washington de permitir incluso los cambios más tímidos y sensatos en tratados internacionales, como dejar de considerar a la hoja de coca como una sustancia ilegal, uno debe aplaudir la decisión del gobierno de La Paz de denunciar la Convención Única de las Naciones Unidas sobre Estupefacientes.

El derrumbe del régimen

Publicado por Gustavo Coronel

Una revolución cansada....

Después de ocho años viviendo en auto-exilio, en un país organizado, modesta y dignamente, ya no tengo nada que me ate materialmente a Venezuela, no hay bien material alguno que yo pueda perder en mi país.

Espiritualmente tengo todavía bastante que perder. Por ello, continúo pendiente de lo que nos sucede. Veo a un país en desintegración, mientras hay otros quienes aún ven un “paraíso”. Objetivamente, sin embargo, pocos dudan de que el gobierno atraviesa graves problemas de estabilidad, como sucede inevitablemente con todos los gobiernos que dependen de un solo hombre, llámese Hitler, Stalin, Perón, Somoza, Gaddafi o Robert Mugabe. Hugo Chávez es un hombre aún joven pero, después de 13 años de desenfrenado ejercicio del poder, luce agotado, ya obeso, ni la sombra del capturado después de su fallido golpe militar de 1992. Tiene numerosos tics nerviosos y está claramente afligido de varios problemas físicos y, peor aún, de un progresivo desequilibrio mental. Se encuentra ya obligado a ir a Cuba con cada vez mayor frecuencia para sus tratamientos psicosomáticos, ya que no confía en los profesionales venezolanos o aún de sus más cercanos colaboradores. En cada ausencia se acentúa el deterioro del equipo que ya no es equipo, que quizás nunca lo ha sido. Sus lugartenientes, esto es documentable, son casi todos muy mediocres, cuando no ladrones o ineptos y, en esas manos, digan lo que digan las encuestas que maneja Jesse Chacón, el país está en caída libre. No se trata de lo que uno quiera o no quiera sino de lo que está sucediendo de manera objetiva ante nuestros ojos.

La zarzuela chavista está en pleno desarrollo, ahora con el grotesco episodio del nacido habanero. Según la versión oficial, Chávez se sintió mál en La Habana y Fidel Castro, según las palabras que Chávez usó, “le ordenó” hospitalizarse y someterse a una operación que, aún para la medicina cubana, es relativamente sencilla y tiene un 97 por ciento de éxito: el drenaje de un absceso pélvico. El problema no es el nacido sino la manera como el régimen lo está manejando. En primer lugar, el país no sabe lo que sucede realmente. No hay un parte médico fehaciente, como sería lo natural. Parece ser que la operación no fue de emergencia sino planificada, lo que confirmaría la desconfianza que Chávez siente por la medicina venezolana. Desde Cuba, en humillante postura de dependencia emocional de los Castro, Chávez pretende seguir “gobernando” por control remoto, a pesar de que ello viola las leyes del país. Jaua, el ex-tira piedras universitario, ahora nuestro vicepresidente, no conoce sus deberes pues dice : “no se equivoquen conmigo, yo soy muy leal y no tomaré las riendas del gobierno”, a pesar de que eso es claramente lo que le dictan las leyes. Jaua es “leal” a Chávez, no al país. Parte del gabinete está, o ha estado en Cuba, mientras Chávez está drenando su absceso o lo que realmente le aflija. Evidentemente, el país se enfrenta a una profunda crisis de gobernabilidad, la cual se ha venido gestando por un largo tiempo. No tengo dudas de que esto que se llama “revolución” se viene abajo estrepitosamente. Las ratas como José Vicente Rangel están deseosas de saltar del barco, como lo admite en la columna que firma Marciano, al hacer el diagnóstico del colapso interno del régimen. El mismo Chávez, en una carta muy cursi dirigida a Soto Rojas, pidiendo dinero adicional, admite que “el gobierno está a tres pasos por delante del caos”. Define a su gobierno, sin darse cuenta, como un verdadero esquema Ponzi político, pués es fácil visualizar a Chávez pedaleando furiosamente mientras el caos amenaza con rebasarlo.

Desafortunadamente, este derrumbe del régimen coincide con una gran mediocridad del liderazgo opositor. Entre la oposición hay gente excelente: Leopoldo López, Capriles Radonsky, Maria Corina Machado, Antonio Ledezma, entre otros, pero el bloque de legisladores da ganas de llorar y las actuaciones de la MUD son de una debilidad patética. Es necesario que emerja una sociedad civil fuerte y decidida que tome las riendas de la reconstrucción nacional.

Mientras tanto, asistimos asombrados a la implosión de un régimen grotesco.

La elección de Perú

La última década probablemente ha sido la mejor en la historia peruana en cuanto a crecimiento económico y progreso social. Como lo he descrito antes, Perú se ha convertido en una democracia de mercado cada vez más exitosa. El crecimiento promedió el 5,5 por ciento anual desde 2001 y la pobreza se redujo del 54 al 30 por ciento durante el mismo período. Aún así, los peruanos eligieron este domingo al izquierdista Ollanta Humala como presidente, en una elección reñida, contenciosa y polarizante.

Humala le ganó por poco a Keiko Fujimori, la hija del ex presidente Alberto Fujimori, quien ahora está cumpliendo una condena de 25 años de cárcel por actos de corrupción y abusos de derechos humanos realizados durante los 10 años que estuvo en el poder (1990-2000), período en el que también la guerrilla de Sendero Luminoso fue derrotada y se liberalizó la economía peruana. A Keiko Fujimori se le hizo muy difícil condenar las violaciones cometidas durante el gobierno de su padre. Humala es un nacionalista que fue miembro de las fuerzas armadas y lideró de un golpe de Estado. Durante años ha defendido políticas populistas anti-mercado como las practicadas por Hugo Chávez en Venezuela o Evo Morales en Bolivia.

Aunque la elección era entre dos candidatos con credenciales democráticas cuestionables, sería un error interpretar este resultado como un rechazo a las reformas liberales que se hicieron en el Perú. Los dos candidatos llegaron a la segunda vuelta porque otros candidatos presidenciales, en gran medida partidarios del capitalismo democrático, se dividieron entre sí casi la mitad del voto popular en la primera vuelta de las elecciones. El voto inicial de Humala aún así fue alto (32 por ciento), pero es dudoso que hubiera podido ser elegido presidente si se hubiese tenido que enfrentar a un demócrata de mercado.

Comparado con otros países latinoamericanos, no debería sorprendernos el respaldo de los peruanos a una sociedad liberal. El país se apartó del resto de la región al introducir las que probablemente fueron las reformas de mercado más profundas de principios de los noventa, manteniéndolas en pie, profundizando algunas de ellas luego del regreso a la democracia durante esta última década y evitando grandes errores de políticas públicas que condujeron a crisis económicas en otros países. El resultado ha sido una transformación de grandes segmentos de la economía y de la sociedad. Las exportaciones no tradicionales y las industrias han florecido; los salarios han aumentado; el crecimiento económico se ha esparcido a lo largo de la costa y gran parte del interior —región que tradicionalmente no había recibido los beneficios del progreso económico; han surgido exitosas empresas multinacionales peruanas de raíces humildes; y la reducción de la pobreza ha resultado en que aparezca una clase media y, a la vez, se reduzca la brecha entre ricos y pobres.

De acuerdo al periodista y antropólogo peruano Jaime de Althaus, “Lo que estamos viendo, en esencia, es el nacimiento del individuo como sujeto libre y autónomo y su incorporación al diálogo del mercado nacional”. Los valores burgueses se están esparciendo.

Por eso es que a tantos peruanos les pareció desafortunada y agonizante la segunda vuelta electoral. Frente a ese dilema, el Premio Nóbel de Literatura y conocido liberal clásico Mario Vargas Llosa exhortó a sus compatriotas a votar por Humala en la elección del domingo bajo la idea de que él era el mal menor. Mi amigo y colega Álvaro Vargas Llosa (el conocido hijo de Mario) luego, con entusiasmo, hizo campaña por Humala, argumentando constantemente y de manera articulada y firme que Humala ya no sostenía sus ideas radicales anteriores. De tal forma, Álvaro convenció al menos a una pequeña parte del electorado de que Humala representaba a la izquierda moderna de América Latina y que estaba comprometido con las libertades civiles, la estabilidad económica y la democracia al estilo del ex presidente de Brasil, Lula da Silva. Probablemente es justo decir que Álvaro hizo la diferencia durante las últimas semanas de esta elección, entregándole la victoria a Humala.

Para muchos de nosotros, no obstante, es muy difícil de comprar el argumento de que Humala es ahora un Lula y no un Chávez. ¿Por qué deberíamos creer en las nuevas credenciales democráticas de un político que lideró un golpe de Estado fracasado en 2000, alabó otro golpe de estado fallido que su hermano realizó en 2005 y se alió con Hugo Chávez en las elecciones anteriores (incluso hay indicios creíbles de que recibió fondos del régimen venezolano en ese momento)? Después de todo, el plan de gobierno de Humala presentado en diciembre de 2010 proponía la nacionalización de industrias estratégicas, la renegociación de los tratados de libre comercio, la modificación de la constitución, la revisión de la legitimidad de la asignación de las frecuencias de radio y televisión, la garantía de que la prensa esté “al servicio de la democracia”, y además culpaba al “neoliberalismo” de la pobreza peruana y proponía una expansión general del Estado en la sociedad. Humala luego cambiaría varias veces su plan de gobierno de manera significativa y afirmaría ser más moderado (Rara vez le creo a los políticos estadounidenses cuando hacen aseveraciones mucho más creíbles).

Si en cambio usted creyese que existiera alguna probabilidad de que Humala estuviese simplemente siguiendo la misma estrategia de engaño que hemos visto en otras partes de América Latina, donde los populistas elegidos luego procedieron a destruir la democracia y violar los derechos, entonces era completamente racional oponerse a Humala. Espero que Álvaro tenga razón en su valoración. Por ahora, la incertidumbre acerca del futuro de Perú seguirá ahí. Los que somos escépticos respecto a Humala debemos ahora hacer todo lo posible para que el nuevo gobierno rinda cuentas y se aleje del chavismo. Esa creo que es la intención de los liberales que respaldan a Humala.

Las ideas de John Maynard Keynes surgieron en el marco de la gran depresión de los años treinta. Entre los años 50 y 60 muchos economistas coincidían en afirmar "ahora somos todos keynesianos". Incluso Milton Friedman llegó a decirlo en 1965.

La nueva crisis revitalizó el pensamiento de Keynes y The Economist colocó a dos prestigiosos economistas a responder la gran pregunta: ¿Somos hoy todos keynesianos? De un lado Brad De Long, del otro Luigi Zingales. ¿Qué respondieron?

La respuesta de Brad De Long

Se suponía que Brad De Long iba a defender la postura, pero pidió disculpas y afirmó que ya no, "hoy no somos todos keynesianos".

Por ejemplo, leyendo The New York Times encuentra que William Poole, ex presidente de la Reserva Federal de St Louis, considerando  que: "El gasto del gobierno no puede liderar el camino hacia una recuperación sostenida, debido a que su efecto de estímulo se verá compensado por anticipado con impuestos más altos y con la necesidad de financiar el déficit".

En 1970 William Poole fue un keynesiano que daba por sentado que la política de déficit y el gasto fiscal tenían un papel adecuado y eficaz en la lucha contra las recesiones. Pero Poole no está solo.

Robert Barro, de Harvard University, dijo sobre la propuesta de estímulo fiscal de Obama: "Este es probablemente el peor proyecto de ley que se ha presentado desde la década de 1930. No sé qué decir. Quiero decir que está perdiendo una enorme cantidad de dinero, que tiene una teoría simplista que no creo que funcione ... No creo que vaya a expandir la economía ... Va más en la línea con tirar el dinero a la gente ... Creo que es basura".

John Cochrane, de la Universidad de Chicago, agrega: "Nadie ha enseñado esto a estudiantes de postgrado desde 1960 ... Son los cuentos de hadas que se han demostrado falsos. Es muy reconfortante en tiempos de crisis volver a los cuentos de hadas que escuchábamos cuando eramos niños, pero esto no los hace menos falsos". Cochrane agrega que "el gobierno emitirá bonos para pedir prestado, lo que significa que los inversores al comprar bonos del Tesoro de EE.UU. dejarán de invertir en acciones o productos, anulando el efecto de estímulo".

Edward Prescott, de la Arizona State University, quien ganó un premio Nobel de Economía en 2004 por su estudio sobre los ciclos económicos, hizo esta contribución: "Los economistas en el campo están profundamente divididos sobre la cuestión del estímulo federal ... No sé por qué Obama dijo que todos los economistas están de acuerdo en esto. Ellos no lo están".

Eugene Fama, de la Universidad de Chicago, declaró: "los rescates y planes de estímulo son financiados mediante la emisión de más deuda pública (¡el dinero debe venir de alguna parte!). La deuda, agregó, absorbe los ahorros que de otro modo irían a inversión privada,.. a pesar de la existencia de recursos ociosos, los rescates y planes de estímulo no agregan nada a los recursos actuales en uso. Acaban de mover recursos de un uso a otro".

De Long concluye que "el argumento de los señores Fama, Prescott, Cochrane, Barro, Poole y compañía es lo que los economistas llaman la Ley de Say. Es la afirmación de que las decisiones de aumentar el gasto, ya sea que vengan del gobierno o de cualquier otra persona, no pueden estimular la economía y aumentar el empleo y la producción porque la demanda debe ser creada por la oferta. Si el gobierno gasta, alguien más debe recortar sus gastos".

[...] "Así que ahora, no puedo decir que somos todos keynesianos. Lo más que puedo decir es que deberíamos serlo".

La respuesta de Luigi Zingales

Y qué podemos tomar de lo dicho por Luigi Zingales, quien se suponía defendería una posición opuesta a la de De Long:

Se pregunta: "¿Qué significa 'ser keynesiano'? Simplemente creer en el papel de los componentes de la demanda en la determinación de la producción total es una caracterización insuficiente. Un verdadero keynesiano difiere, en tanto que él también cree que: 1) La política monetaria no es la herramienta más eficaz para estabilizar la economía y puede ser completamente ineficaz en algunas circunstancias (trampa de liquidez), 2) la política fiscal es eficaz y el gasto del gobierno es la herramienta preferida, 3) la intervención del gobierno funciona y las consecuencias a corto plazo son más importantes que las de largo plazo".

"Con esta definición en mente, hay cuatro formas en las cuales la afirmación 'todos somos keynesianos' puede ser interpretada. Propongo que la declaración es falsa en tres de cuatro de estas interpretaciones".

"La primera interpretación es que la profesión económica ha llegado a un consenso sobre las posiciones keynesianas. Esta declaración es definitivamente falsa. Si usted navega a través de los artículos publicados en la revista líder de la American Economic Association en 2008, verá que sólo uno de los 12 artículos que se ocupan de las cuestiones macroeconómicas (Código JEL E) soporta (aunque muy indirectamente) la idea de una política fiscal de expansión como una herramienta política. Un desequilibrio aún mayor está en el pináculo de nuestra profesión. Entre los 37 ganadores del premio Nobel de Economía en los últimos 20 años, cuatro recibieron el premio por sus contribuciones a la macroeconomía. Ninguno de ellos podría ser considerado keynesiano. De hecho, es difícil encontrar trabajos académicos que apoyan la idea de un estímulo fiscal".

"La segunda interpretación posible es que existe un consenso entre los economistas en que las causas de la crisis actual es keynesiana. Incluso en esta interpretación la declaración es falsa. No creo que ningún economista se atrevería a decir que la actual crisis económica de EE.UU. ha sido causada por subconsumo. Con cero de ahorro personal y un gran déficit presupuestario del gobierno de Bush hemos tenido una de las políticas keynesianas más agresivas en la historia".

"La adhesión a los principios de Keynes no sólo no evitaron el desastre económico actual, sino que incluso han contribuido enormemente a la causa. El deseo keynesiano de gestionar la demanda agregada, haciendo caso omiso de los costos a largo plazo, impulsado por Alan Greenspan y Ben Bernanke a mantener las tasas de interés extremadamente bajas en 2002, impulsaron el consumo excesivo de las familias y la asunción de riesgos excesivos por parte del sector financiero. Más importante aún, ha sido la formación keynesiana de nuestros responsables políticos lo que les ha llevado a ignorar el papel que desempeñan los incentivos en las decisiones económicas. La principal diferencia entre Keynes y la economía moderna es el énfasis en los incentivos. Keynes estudió la relación entre los agregados macroeconómicos, sin ninguna consideración por los incentivos subyacentes que conducen a la formación de estos agregados. Por el contrario, la economía moderna basa todos sus análisis sobre los incentivos. En 1998, cuando el co-Fed coordinó el rescate de Long Term Capital Management, no se preocuparon por el impacto que esta decisión tendría sobre los incentivos para asumir riesgos y la liquidez adecuada de precios. Cuando el señor Bernanke diseñó el rescate de Bear Stearns, no se preocuparon por el impacto que esta decisión tendría sobre los incentivos de los otros bancos de inversión para aumentar el capital social a precios bajísimos. Cuando cambió de posición dos veces en el espacio de dos días, dejando que Lehman caer, pero rescatando a AIG, no se preocuparon por el impacto que tendría en la confianza de los inversores y los incentivos para invertir. Este es el comportamiento errático que ha asustado al mercado y ha creado la actual crisis económica: en una encuesta reciente el 80% de los estadounidenses declaran que tienen menos confianza de invertir en el mercado como consecuencia de la forma en que el gobierno ha intervenido”.

“Si los principios keynesianos y la educación son la causa de la depresión actual, es difícil imaginar cuál puede ser la solución. Por lo tanto, incluso la tercera interpretación que deben seguir las recetas keynesianas para combatir la actual crisis económica—es falsa. No discuto la idea de que algún tipo de intervención del gobierno puede aliviar las condiciones económicas actuales, y que una política económica keynesiana puede hacerlo. Con un déficit de cuenta corriente que en 2008 fue de 614 mil millones dólares, un déficit presupuestario que fue 455 mil millones dólares y los gastos militares de 731 mil millones dólares, es difícil argumentar que el gobierno no está estimulando la demanda lo suficiente. La crisis actual no es una crisis de demanda, es una crisis de confianza. El mal gobierno corporativo, junto con las políticas del mal gobierno ha destruido al sector financiero, asustando a los inversores y congelando los préstamos. Es como si una bomba nuclear hubiera destruido todas las carreteras de EE.UU., y afirmaran que para mitigar el impacto económico de un evento semejante, debería invertir en los bancos. Es posible que con el tiempo haya un efecto goteo. Pero si el problema es de los caminos, lo que necesitamos es reconstruir los caminos, no subsidiar al sector financiero. Y si el problema es el sector financiero, se deseará solucionar este problema y no la construcción de carreteras”.

“La única interpretación en virtud de la cual la declaración en cuestión es cierta es que ‘nosotros’ el pueblo estadounidense y sus representantes elegidos sean todos keynesianos. El keynesianismo ha conquistado los corazones y las mentes de los políticos y las personas comunes y corrientes, ya que proporcionan una justificación teórica para el comportamiento irresponsable. La ciencia médica ha establecido que uno o dos vasos de vino al día son buenos para su salud a largo plazo, pero ningún médico recomienda a un alcohólico en recuperación seguir esta receta. Lamentablemente, los economistas keynesianos hacen exactamente esto. Le dicen a los políticos, que son adictos a gastar nuestro dinero, que los gastos del gobierno son buenos. Y qué decir a los consumidores, que se ven afectados por problemas graves de gasto, que el consumo es bueno, mientras que el ahorro es malo. En la medicina, tal comportamiento tendría que ser expulsado de la profesión médica; en economía, le ofrece un trabajo en Washington”.

Un 37 % de los lectores de The Economist que votaron en la encuesta afirmaron que SÍ, que "hoy somos todos keynesianos". Un 63 % dijo que NO, que esta afirmación carece de sentido.

Categorias

Autores

Archivos