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Archivo por Noviembre 2011

La semana pasada visité Guatemala, donde el nuevo presidente electo, Otto Pérez Molina, ha prometido involucrar al ejército en la lucha contra el crimen organizado. Pérez Molina —un ex general de las fuerzas armadas— incluso dijo que seguirá el ejemplo de Felipe Calderón declarándole una guerra sin cuartel a los carteles de drogas. Pérez Molina debería pensarlo dos veces.

Veamos lo que pasó con la tasa de homicidio de México desde que Felipe Calderón llegó a la presidencia en diciembre del 2006 y lanzó una ofensiva militar en contra de los carteles de drogas. La tasa de homicidio en ese país, medida como el número de homicidios por cada 100.000 habitantes, había venido experimentando un declive sostenido desde mediados de los noventa. Sin embargo, esta se disparó después de que el ejército saliera a las calles, desatando una violencia sin precedentes conforme los carteles tomaron represalias contra las fuerzas del orden y escalaron sus luchas internas.

Tendencia de tasa de homicidios en México

Un fenómeno claro en México es que, en lugar de aplacar la violencia, la participación del ejército ayudó a aumentarla. La razón es que, incluso cuando las fuerzas armadas ganan una batalla al matar o arrestar a un capo de la droga o desarticular alguna red de narcotráfico, generan un vacío que otros carteles intentan ocupar —de manera violenta. El altamente fraccionado panorama criminal de México, con al menos siete importantes carteles de drogas peleándose por el control de territorio, es en cierta medida el resultado de la guerra del gobierno en contra del crimen organizado.

Aún así, la tasa de homicidio de México en el 2010 (21,5 asesinatos por cada 100.000 habitantes) es alrededor de la mitad de la de Guatemala (41,4 asesinatos por cada 100.000 habitantes). Hay dos razones por las cuales las cosas podrían empeorar considerablemente en Guatemala: Primero, las fuerzas armadas no están preparadas para luchar contra los poderosos carteles mexicanos que ya están presentes en dicho país. Tras del acuerdo de paz en 1996, el ejército guatemalteco fue reducido de 50.000 a 16.000 soldados. Si los carteles han respondido efectivamente en contra de las mejores equipadas fuerzas armadas mexicanas, uno solamente se puede imaginar lo que sucedería con el más pobre y pequeño ejército de Guatemala. Hasta ahora, los dos carteles más poderosos de México, el de Sinaloa y los Zetas, controlan diferentes partes del territorio guatemalteco, pero todavía no se han enfrentado entre ellos en ese país. Eso podría cambiar si las fuerzas armadas atestan algún golpe importante a uno de los dos carteles, dándole una oportunidad al rival.

Los guatemaltecos eligieron a Otto Pérez Molina por su promesa de luchar contra el crimen con mano dura. Sin embargo, su estrategia podría resultar ser contraproducente, dejando a los guatemaltecos en una situación todavía peor que la actual.

En noviembre de 2006 se realizaron las elecciones presidenciales que llevarían al poder a Rafael Correa. En esta entrevista realizada una semana antes de esas elecciones, Edgar Terán Terán, quien falleció el martes de esta semana, advirtió: "El domingo próximo el pueblo del Ecuador tiene que decidir entre votar por alguien que es candidato a presidente de la República y alguien que propone una dictadura". Lo impresionante del video es cómo describe con precisión todo lo que ha sucedido desde enero de 2007 en Ecuador:

Esto no es solo relevante para entender lo que ha pasado en Ecuador, sino lo que ha estado pasando a nivel de la región. Terán Terán afimó en esta entrevista: "El señor Correa pertenece al grupo de extremistas políticos que en el hemisferio obedecen a las directivas de un grupo llamado Foro de Sao Paulo, que organizó Fidel Castro en 1990 y al que pertenece desde luego Chávez. Este grupo de gente ha decidido entre sus estrategias acceder por medios democráticos a la jefatura de los estados y desde el Estado, dar un golpe de Estado pro-marxista". El Sr. Terán Terán entendía ya a fines de 2006 que lo que se pretendía era destruir la democracia desde adentro.

En clase, con mis alumnos

Publicado por Alberto Benegas Lynch

Decimos que la clave para asegurar un reconfortante futuro moral y material consiste en una buena educación (aunque, tal vez, el adjetivo sobra ya que una mala educación, en definitiva, no es tal). Entonces, todo lo que ocurra en el seno de la familia y en ámbitos escolares y universitarios refleja un microcosmos que vaticina en gran medida como se desenvolverán las personas y cuales serán las relaciones interindividuales.

En esta línea argumental, puede resultar de utilidad reflexionar sobre métodos educativos, específicamente referidos a los sucesos que tienen lugar en el aula. En este sentido, trasmito mi experiencia de más de cuarenta años en la cátedra universitaria que espero signifiquen buenos consejos ya que el mero hecho de acumular años de experiencia no garantiza calidad. Confío en que en mi caso se pueda establecer un correlato con los buenos vinos que mejoran con la edad, y no con un mal vino, que cuanto más se lo añeja, peor es.

Entiendo que la clave estriba en la gimnasia del cuestionamiento, el interrogante, mirar el mismo asunto desde diversos ángulos y, sobre todo, como nos ha dicho Popper, entender que el conocimiento tiene el carácter de la provisionalidad sujeto a posibles refutaciones, lo cual mejora la marca y reduce nuestra ignorancia. Tanto el responsable de la cátedra como los alumnos participamos de una infinita dosis de ignorancia. “Todos somos ignorantes, solo que en temas distintos” decía Einstein, a lo que agregamos que lo que creemos saber lo conocemos siempre en grado insuficiente.

Como he consignado antes, mis respectivos profesores señalaron idéntico fenómeno tanto el primer día en mi colegio en Washington, DC (Archobishop Carroll High School) y, muchos años después, el primer día de clase en una beca que obtuve en Nueva York (Foundation for Economic Education). En ambos casos el titular del caso dibujó dos círculos de circunferencias distintas en el pizarrón afirmando que con ello pretendían ilustrar grados diferentes de conocimiento y que lo que quedaba fuera de esa imagen representaba la ignorancia, luego de lo cual nos invitaban a los alumnos a meditar sobre cuanto más expuesto al desconocimiento estaba el círculo de radio mayor (cuanto más se conoce, más conciencia se tiene de la propia ignorancia).

Tanto la enseñanza popperiana como lo aprendido en el aula en las dos circunstancias apuntadas, no significan en modo alguno patrocinar el relativismo ni el esceptisismo. La verdad es independiente de nuestras opiniones sobre el mundo (por ello hay centros de investigaciones, porque se conjetura que hay algo que investigar), de lo cual no se desprende que sea fácil captar la verdad en los más diversos campos: se trata más bien de un peregrinaje azaroso no exento de sobresaltos. De más está decir que el conocimiento nunca es una faena terminada, está inmersa en un intrincado proceso de prueba y error, de marchas y contramarchas.

Una vez escribí algo que denominé “el problema de la distribución del conocimiento” al efecto de mostrar la necesidad de buscar un equilibrio adecuado entre los extremos: en una punta está el especialista que sabe cada vez más y más de menos y menos, y en la otra está el diletante que habla de todo y, concretamente, sabe poco. ¿Cuánto destinar a la profundización (que no tiene límite) de cualquier tema sin consumir demasiado tiempo para dar lugar a otros conocimientos? Este es un dilema que deberá resolverse según los costos y beneficios marginales de cada uno.

En todo caso, este es el clima que debe trasmitirse a los alumnos antes de comenzar las clases para ubicar el proceso en el debido contexto. Además, en mi caso, tengo una muletilla que repito el primer día de clase: “si no resulta claro lo que digo, por favor interrúmpanme, si no están de acuerdo, discútanme y si creen que está claro y concuerdan con lo que expongo, hagan de abogado del diablo que siempre es útil para que surjan eventuales contradicciones o inconsistencias que a primera vista no se detectan”.

En mis clases he procurado que las sillas de los alumnos se coloquen en forma de semi-círculo al efecto de poder mirarlos a todos de manera directa y frontal y para facilitar el diálogo (a menos que me toque un grupo grande en cuyo caso debo resignarme a la disposición tradicional). Nunca tomo asiento en clase puesto que considero que el caminar entre los alumnos refleja el constante movimiento que en paralelo debe dársele al material que se discute, nunca en estado final de reposo sino siempre en ebullición y atentos a nuevos descubrimientos.

Durante el transcurso de todos los semestres he buscado la oportunidad de organizar debates entre alumnos ubicándolos al azar de un lado y otro del aula y lanzar un tema de debate en el que ambos lados deben argumentar en forma opuesta. Eso resulta un ejercicio de gran fertilidad para escudriñar argumentos y razonamientos, con total independencia de lo que piensa cada uno, puesto que enseñar a pensar es la columna vertebral de la educación.

Creo que “dictar clase” es una expresión desafortunada y grandilocuente ya que tiene la connotación de una declamación o un recitado y no de una tarea conjunta y en equipo con los alumnos prestándole la debida atención a los intereses, vocaciones e inclinaciones de cada uno en vista de las muy diversas potencialidades y la extraordinaria unicidad que representa cada caso al efecto de sacar la mejor partida de cada uno, no solo en clase sino para eventuales monografías o trabajos de investigación.

Como he subrayado en incontables ocasiones, esta visión de cambio con la pretensión de mejorar en un proceso sin final y de puntas abiertas se opone categóricamente a la ideología, una palabreja desagradable que no se refiere al sentido inocente del diccionario en cuanto a conjunto de ideas, ni siquiera alude al sentido marxista de “falsa conciencia de clase”, sino en su versión más difundida de algo pétreo, cerrado, clausurado y terminado, lo cual naturalmente se encuentra en las antípodas del espíritu liberal de una constante y necesaria evolución y apertura mental.

Es curioso, pero con lo que mucho que me atrae la cátedra, siento un especial rechazo a tomar exámenes, no se si es por falta de paciencia o es que tanto me cuesta hacer de juez (o tal vez por las dos cosas). De todos modos, en los casos en los que no me resulta posible delegar estas tareas en adjuntos y ya instalado en este rol insisto en hurgar en distintas direcciones y avenidas para evitar a todo trance que se exponga el más mínimo vestigio de memorización sin entender lo que se dice (cual “Funes, el memorioso”). Esto me parece un pecado imperdonable que en gran parte se retrotrae a evidenciar un fracaso del profesor.

Considero que todos los alumnos y alumnas son receptivos y hospitalarios a nuevas ideas y perspectivas. En uno de mis libros (escrito en 1986, hace más de treinta y cinco años) describí a vuelapluma un gráfico de mis clases que sigue en vigencia después de tanto tiempo. Me cito: “En la abscisa puse los grados de satisfacción (o insatisfacción en el campo negativo) que conjeturo siente el estudiante y en la ordenada puse el tiempo. Dibujé una curva que muestra lo que sucede con los estudiantes desde el primer día de clase hasta el último […] Mi gráfico puede dividirse en cuatro secciones marcadas por el punto de origen y tres inflexiones en la curva. Hay aspectos técnicos cuyas partes más difíciles de comprender deben explicarse lentamente y paso a paso, pero hay otros, que pueden considerarse de filosofía general, que deben, sino comprenderse por lo menos intuirse lo antes posible. En este último caso, debe pasarse el climax rápidamente y, por tanto, el estudiante recibe una especie de shock. Éste es el primer punto o la primera etapa donde, en general, el estudiante recibe el menaje con gran escepticismo. Tanta es la sorpresa y el escepticismo que el estudiante piensa que ni siquiera vale la pena formular preguntas. Creo que más de una vez, en esta etapa, deben haber dudado de mi sano juicio. La segunda etapa marca el comienzo del cambio drástico en la audiencia. Aquí la sorpresa tiene un carácter distinto. Empieza la curiosidad […] Un comentario característico en esta segunda etapa es que está bien en teoría pero en la práctica no funciona, lo cual hace muy vulnerable la posición puesto que la teoría es solo para interpretar la práctica. Un teoría buena que no funciona en la práctica es un contradicción en términos. Esta segunda etapa pone de relieve una especie de conflicto interno en el estudiante: por una parte la idea expuesta le parece impracticable y, por otra, le parece cautivante. La tercera etapa produce un notable acercamiento en la relación profesor-alumno. Es una de ansiedad. El comentario característico aquí es: ¿si es tan sencillo por qué no se practica? Las preguntas en el transcurso de esta etapa muestran una voracidad por tener la mayor cantidad de elementos de juicio, quieren tener todas las respuestas lo antes posible. Suelen adoptar la postura del abogado del diablo para aclarar sus propias dudas e intercalan preguntas del tipo de ¿cómo es posible que otros no las vean? Por último, la característica de la cuarta etapa es el logro de una comunicación tan especial que se establecen verdaderos lazos de amistad con los estudiantes. La amistad, después de todo, es la comunión de ideales. La pregunta típica en esta etapa es: ¿Qué puedo hacer yo para que se ejecuten los ideales que subyacen en el análisis de esta asignatura?”

Destaco muy especialmente las relaciones amistosas con alumnos que se han sucedido una y otra vez después de mis clases y la grandísima satisfacción de cómo eso perdura en el tiempo a través de comunicaciones cibernéticas y personales que son sumamente gratificantes y alentadoras. Sus reiterados dichos como “sus clases me cambiaron la vida” no tienen precio, las recibo como un valiosísimo regalo que me queda cincelado en la mente.

Si los alumnos entran a clase con estudios anteriores en economía (que es en torno a lo que giran mis cátedras), como suele ocurrir en programas de posgrado, el asunto comienza de un modo distinto ya que como la perspectiva que comparto navega a contracorriente de la enseñanza convencional, el trabajo es más arduo puesto que deben deshacerse perjuicios antes de iniciar el camino.

Ahora que veo en los periódicos noticias que se repiten en cuanto a la indisciplina estudiantil, me intrigan muy especialmente puesto que nunca, desde mi primera cátedra en 1968, he tenido el más remoto indicio de indisciplina tanto en casas de estudio de mi país como en las del extranjero en las que me he desempeñado, claro que siempre he puesto especial empeño en que la relación profesor-alumno debe primar un cuidadoso respeto recíproco (no es solo respeto hacia el profesor sino de éste con sus alumnos, lo cual incluye aspectos como el cumplimiento de los horarios establecidos ya que llegar tarde a una clase constituye un abuso y un atropello al tiempo de los alumnos). En este sentido, se me ocurre decir que aquellas situaciones inauditas de insubordinación son especialmente responsabilidad de los profesores por su conducta inapropiada, muchas veces chabacana, infractora y desconsiderada.

De todas maneras, uno debe continuar navegando en un esfuerzo por apuntar a la excelencia y apagar toda tendencia de recurrir a terminología pomposa y sibilina a que se inclinan impostores que pretenden disimular su desconocimiento en la materia rodeando sus consideraciones con fórmulas innecesarias, razonamientos alambicados y bibliografía que no han explorado, todo lo cual no conduce más que a la confusión. Es lamentable que no pocos profesores estimulan a sus alumnos de grado y doctorandos en esta dirección antiacadémica.

En realidad la educación consiste en un proceso que viene de adentro, el profesor solo facilita la manifestación y la canalización exterior de las inquietudes que subyacen en el alumno y que se despiertan o refuerzan con el referido contacto. Todos estamos influidos por muchos maestros, pero lo relevante y trascendente es lo que hacemos a partir de allí con lo recibido y qué agregamos por nuestra cuenta.

Lo antedicho respecto a la cátedra regular, lamentablemente no sucede lo propio en conferencias o charlas siempre fugaces que no permiten la relación sistemática y continuada con la audiencia, por tanto, muchos de los conceptos quedan flotando y, en el mejor de los casos, generan signos de interrogación que eventualmente serán satisfechos por los curiosos en las correspondientes bibliotecas.

Planteo una duda que me genera el sistema Montessori en el que no hay escalones predeterminados en los colegios, en donde cada uno progresa según su capacidad sin que sea retenido por otros no tan aventajados. Es decir, un sistema más individualista y menos propenso a avanzar o retroceder en majada. Me pregunto si esto no es bueno extenderlo e institucionalizarlo en aquellas universidades en las que se sigue el sistema de escalones anticipados. Desde luego, no estoy sugiriendo imponer este sistema ni ningún otro puesto que pienso que la educación debe desenvolverse en un ámbito de plena libertad para sacar la mejor partida posible de la prueba y el error y huir como de la peste de los organismo estatales que actúan como si se supiera de antemano que debe enseñarse y durante cuanto tiempo. Lo que estoy sugiriendo es que se mire más de cerca lo iniciado por María Montessori para eventualmente darle una aplicación más amplia, incluso para algunos de los esqueletos curriculares del muy fecundo home schooling que tan eficazmente elude las reglamentaciones de los tristemente célebres ministerios y secretarias del ramo.

Lo más importante es tratar de que los alumnos participen de la enorme emoción que significa la aventura intelectual y que nunca caigan en la trampa de quienes se jactan de “haber completado” su educación en tal o cual universidad puesto que la educación nunca se completa. Y es de especial significación el contrastar frente a los alumnos los pros y contras de las distintas tradiciones de pensamiento y exponer con la mayor claridad y rigor intelectual los fundamentos de la sociedad abierta, de lo contrario se extenderá el bochorno de gran resonancia que tuvo lugar durante la semana que acaba de concluir en la cátedra de economía de Gregory Mankiw en Harvard (el autor que, después de Samuelson, más ha vendido su libro de texto) donde en bloque todos sus alumnos lo abandonaron en medio de una clase y luego explicaron su actitud en una vehemente carta abierta señalándolo como uno de los causantes de los barquinazos económicos de Estados Unidos y solidarizándose con “los indignados”. Pero por tratarse de aquella caterva de académicos que insisten en recetas fallidas y bajo el ropaje de conservadores, renovadores y actualizadores del keynesianismo que en ningún momento revisan instituciones malsanas ni van al fondo de los problemas, el alumnado —para variar, en estos contextos— apunta al capitalismo como responsable de tanta malaria. Recordemos que Mankiw presidió (2003-2005) el Consejo de Asesores Económicos de G. W. Bush y patrocinó aquél esperpento empobrecedor de los “salvatajes” con el absurdo argumento de “intervenir en el mercado para salvar al mercado” (aunque se opuso a uno de los llamados “paquetes de estímulo” a pesar de alabar las archiconocidas técnicas de Keynes, por ejemplo en su articulo en The New York Times, noviembre 28 de 2008). Salvando las distancias, es similar a lo ocurrido en la Argentina donde se condenan políticas liberales inexistentes (a veces se recurre al adefesio de “neoliberalismo”) debido a que no pocos han recurrido a palabrería liberal mientras operaban en sentido contrario.

En resumen y en otro plano pero en línea con lo expuesto en esta nota periodística, es de esperar también que alguna vez pueda generalizarse el sistema tutorial, esto es, la relación un profesor-un alumno en materias e investigaciones clave para así sacar el máximo de rendimiento de cada persona (única e irrepetible) y poder sortear la necesidad de amortizar la enseñanza en grupos a través de la correspondiente economía de escala, sobre todo después de haberse demostrado las falsedades inherentes a la pretensión de establecer rangos generalizados de coeficientes intelectuales. Edward Gibbon en sus memorias de 1795 concluye bien que “Todo hombre que se eleva sobre el nivel de lo común ha recibido dos educaciones: la primera de sus profesores, la segunda, más personal e importante, de si mismo”.

Este artículo fue publicado originalmente en El Diario de América (EE.UU.) el 17 de noviembre.

Un llanto por la Argentina

Publicado por Ilya Shapiro

Con el Obamacare en la Corte Suprema de Justicia, los debates de las primarias presidenciales en pleno apogeo, y la falta de voluntad del gobierno federal de liberar la economía y por lo tanto permitir la creación de puestos de trabajo, es fácil olvidar que hay un mundo más allá de EE.UU., uno que tiene sus propios problemas económicos y sus propias elecciones presidenciales.

Tomemos a la Argentina como ejemplo, un país querido y cercano a mi corazón por haber estudiado allá hace casi 15 años. Hace un siglo, la Argentina salía de un gobierno oligárquico para entrar en una democracia cada vez más liberalizadora, en lo que una vez fue uno de los países más ricos del mundo. Para 1930 tenía la séptima economía más grande, superando a excolonias del nuevo mundo como Canadá y Australia, y atrayendo grandes oleadas de inmigrantes de Italia, España y la Europa del Este. ¿Cómo un país tan rico en recursos naturales y humanos pasó de estar en la cumbre a convertirse en el hazme reír de los economistas? (Hay cuatro tipos de países en el mundo: los desarrollados, los que están en vías de desarrollo, Japón y Argentina)

La respuesta es el corporativismo autárquico que viene del gobierno de Juan Domingo Perón, imponiendo una política industrial destruyendo el creciente sector de importaciones y exportaciones, nacionalizando los ferrocarriles y dándole a los sindicatos todo el poder que quisieron (tanto que incluso empezaron a chocar con Perón --¿les suena familiar?. Combine esa locura macroeconómica --que lleva inevitablemente a un descontento social y a una reacción represiva del propio gobierno-- con una idiosincrática “Tercera Vía” como política exterior y con un esquema de redistribución de la riqueza, y la joya del antiguo imperio español vuelve a estar en el mismo saco de los decaídos estados latinoamericanos.

Le siguió una serie de populismos salvajes tanto de izquierda como de derecha, interrumpido solo por una cadena de golpes de estados --recordando el programa de lecturas de mi clase de Historia de la Argentina, “primer golpe de estado; segundo golpe de estado; tercer golpe de estado…”— trayendo como resultado una Guerra Sucia entre los dos extremos ideológicos que terminó con la desastrosa incursión por parte del sordo triunvirato militar sobre las Islas Malvinas (pensando que el presidente Reagan los apoyaría por encima de la Gran Bretaña de Thatcher). La democracia retornó definitivamente en 1983, pero salvo un breve período en los 90, la casa económica de Argentina nunca ha estado en orden. Recordemos que el país fue el mejor ejemplo de hiperinflación para finales de los 80, e inclusive ahora la inflación ronda el 20% (nadie sabe con certeza, ya que no se puede confiar en las cifras oficiales)

Luego de una crisis económica de proporciones como la de la Gran Depresión (llamémosla simplemente La Crisis) a principios de la década del 2000 que llevó al país a una dolorosa pero necesaria corrección --el desvincular el peso del dólar entre otras reformas que eran necesarias-- un presidente accidental del sur, Néstor Kirchner, comenzó a reimponer la marca peronista. Esto abarcó el impago de la deuda soberana, el control por parte del gobierno del sector energético, la expansión de los programas sociales, y un acercamiento al enfoque de la Venezuela de Hugo Chávez. Con la decisión de no presentarse a la reelección, Kirchner le entregó la presidencia a su esposa, Cristina Fernández de Kirchner, quién en esencia continuó sus políticas heterodoxas, mientras su gobierno iba aumentado la mano dura contra manifestantes y medios de comunicación.

Hace unas semanas, los argentinos reeligieron abrumadoramente a Fernández, ganándole fácilmente a los grupos opositores que nunca se congregaron en un solo movimiento o candidato. Este resultado no es sorpresivo ya que se espera que la economía crezca este año un ocho por ciento, y la clase media en gran medida se ha recuperado de la crisis --aunque la mayoría de los economistas consideran que la situación actual es insostenible, con el país dirigiéndose a un panorama parecido al final de los 90 (recordemos que los trágicos ciclos económicos del país aún perduran)

Argentina ofrece a EE.UU. una lección. Al igual que como ha estado Argentina en numerosas ocasiones durante el siglo pasado, EE.UU. se encuentra en una encrucijada. ¿Se continuará apoyando a la libertad individual, a la innovación y a la movilidad social, o los estadounidenses cambiarán su libertad por una dependencia y un proteccionismo del Estado contra las vicisitudes de la vida? Como Mary Anastasia O'Grady escribiera en su columna que sólo podemos esperar no sea profética:

En ese sentido, la experiencia de la Argentina de Kirchner es instructiva. Abandonó el libre mercado, aparentemente en aras de la justicia social. El resultado predecible ha sido mayor injusticia, más pobreza y creciente concentración de la riqueza y el poder en manos de la clase política y sus amigos. Los esfuerzos para hacer competitiva la economía han sido derrotados constantemente e incluso el nivel de vida se ha deteriorado.

Argentina pone a prueba la teoría de que las democracias tienen una capacidad incorporada para corregir la extralimitación del gobierno. No sólo ha sido incapaz de salir del agujero negro del corporativismo, sino que se hunde cada vez más en él.

O, como Cristina Fernández lo dijo en la víspera de su reelección, "No sé si Obama habrá leído a Perón, pero déjenme decirles que se le parece mucho”.

Nota: No es coincidencia el haber escrito este blog, estaré en Argentina toda la semana que viene, en una especie de vacaciones con trabajo. Actualmente me he comprometido a dar dos charlas públicas: en Buenos Aires el 24 de noviembre a las 7 PM en ESEADE, sobre el tema "Estado de Derecho y desarrollo económico" y en Tucumán el 25 de noviembre a las 6 PM en el Hotel Catalinas Park en una conferencia que marca el 20 aniversario de la caída del comunismo soviético, patrocinado por el think tank Libertad y Progreso. Ambos eventos serán en español.

Estas eran las cifras de producción de Ecuador y de PetroEcuador en 2009 (solo para mencionar un año reciente):

  • Producción Promedio Diaria de país era de 491.600 barriles
  • Tasa de crecimiento anual -0,66% , la producción ya estaba declinando
  • Petroecuador tuvo una Producción Promedio Diaria de 288.400 barriles

Entonces, ¿qué es esto que leemos en petroleumworld.com?

"La empresa estatal petrolera ecuatoriana, Petroecuador, anunció hoy que logró romper su récord de producción diaria al bombear 156.359 barriles el pasado martes".

Cuando se lee la noticia en detalle lo que parece haber sucedido es que Petroecuador sobrepasó su meta para el año en unos pocos miles de barriles diarios. No tiene nada que ver con un verdadero récord de producción por parte de la empresa. Al contrario, la producción de esta empresa ha estado bajando consistentemente en el tiempo. Es evidente que el régimen de Correa ha aprendido a manipular la realidad para lucir mejor. Buenos discípulos de Chávez.

¿El final del Euro?

Publicado por Gerald ODriscoll

Los mercados bursátiles mundiales están cayendo, el Dow Jones Industrial Average bajó alrededor de 250 puntos ayer. Un bono de referencia del gobierno italiano de 10 años está rindiendo 7,4%. Cada país cuya deuda soberana sobrepasó la marca de 7% ha requerido de un rescate. Estuve en Italia hace un mes y el rendimiento estaba por debajo de 6% (todavía alto para un país desarrollado).

Un rescate para un país del tamaño de Italia sería una tarea descomunal —probablemente el esfuerzo más grande hasta ahora. Esto superaría la capacidad de la Unión Europea (UE). La deuda de Italia simplemente es demasiado grande. Dudo que China compraría activos reales hasta que no sean implementadas las reformas del mercado laboral y de pensiones. China de hecho quiere un retorno sobre sus inversiones.

Si el FMI se involucra, requeriría de masivos fondos, 18% de los cuales serían provistos por el contribuyente estadounidense. ¿Qué se decidirá sobre esto en la Cámara de Representantes o en el Senado? Esto no significa que la administración de Obama no tratará de organizar un rescate. La Fed ha estado respaldando a los bancos de la UE desde hace algún tiempo.

¿Sobrevivirá el Euro? ¿Sobrevivirá el sistema financiero global?

Acabo de regresar de un viaje por Honduras y México. En el primero, tuve la oportunidad de cruzar el país de sur a norte por tierra desde Goascoran hasta Omoa en el Caribe, pasando por Tegucigalpa, Siguatepeque, el lago Yojoa y Puerto Cortés. En el segundo, fue una visita distinta al DF que me llevó por calles que en viajes anteriores no había estado.

¿Que hay de común entre ambos países más allá de la cercanía geográfica, la belleza de sus paisajes, la riqueza natural, la exquisitez de sus comidas y por sobretodo la calidad de su gente, entre miles de otros atributos?

Lamentablemente, la sensación de miedo, riesgo e impotencia que se vive al conversar y caminar por sus calles.

Efectivamente, en Honduras —por ejemplo— constatamos que la calle esta dejando de existir como espacio para el ciudadano. La gente teme salir, con miedo pasea por los parques con sus hijos, difícilmente veremos alguien trotando y el paseo familiar es visitar los centros comerciales con circuito cerrado, que al igual que la zona hotelera esta controlada por policías privados fuertemente armados.

Honduras es un país con 8 millones de habitantes y cerca de 17.000 policías, pero que al mismo tiempo cuenta con alrededor de 80.000 guardias privados. Los carros blindados no son la excepción, aportando a una "industria de la seguridad" que —nos comenta el analista del COHEP en Tegucigalpa, Guillermo Peña— representa cerca del 8 por ciento del PIB, donde además se estima que solo entre el 20 y 30 por ciento de las armas están registradas. En tanto que para las empresas, los gastos en seguridad representan entre el 4 y 8 por ciento de sus ingresos.

Pandillas y narcotráfico se van apoderando de ambos países afectando a todos los estratos sociales. El riesgo —nos dice un joven periodista— se ha "democratizado", ya que el secuestro, la extorsión y las amenazas afectan a los sectores altos, pero también a la clase media; en tanto que quienes se movilizan en transporte público se arriesgan a ser asaltados, pese a que los buses pagan el "impuesto de guerra".

Quienes buscan emigrar, cada vez sienten que es más peligroso, ya que los "mojados" de Honduras deben pasar por rutas tomadas por el crimen organizado en donde arriesgan su vida, similar de lo que sucede en México, no obstante lo hacen igual.

Sin embargo, lo que más sorprende —y al mismo tiempo hace compleja una salida— es la vulnerabilidad de la confianza. Evidentemente, ya no se trata de desconfiar de los políticos, la policía ni los jueces, como históricamente ha sucedido, sino que la sensación de desamparo en donde hay que refugiarse tras verdaderas fortalezas, muros con alambres electrificados, y en donde la justicia es tomada por las propias manos de los afectados, desatando un clima de ley del más fuerte.

¿Quien es el culpable? ¿Dónde esta el Estado? ¿Acaso no debiera estar garantizando la seguridad de sus ciudadanos?

Lo que ocurre en ambos países es el debilitamiento de las instituciones, responsabilidad de un Estado débil y corrupto que ha dejado al crimen organizado actuar impunemente. Algunos creen que un Estado grande es el camino para revertir la situación; otros desconfían de su capacidad  y —amparados en la experiencia privada— sostienen que debe ser pequeño pero sólido.

Sin embargo, lo que nadie contesta es ¿cuál es el rol del individuo? Evidente no se trata de inmolarse y lanzarse heroica e inútilmente a combatir en las calles, sino más bien se trata de cómo conseguir el empoderamiento ciudadano en la recuperación de las libertades individuales que se han visto afectadas.

Hoy asistimos a una indignación mundial frente al abuso, injusticia, falta de una sociedad de oportunidades, y lucha por otras libertades que al final lo que buscan es recuperar la dignidad de la persona.

México y Honduras tendrán elecciones presidenciales en el 2012 y 2013 respectivamente, y no cabe duda que este será un tema de campaña. El desafío será como canalizar el miedo en un movimiento ciudadano que aproveche esa oportunidad y permita dar un giro,  recupere las calles y con ellos los espacios públicos que tanto necesitamos.

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