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Archivo por Marzo 2015

Cuando Ecuador se dolarizó, yo era un niño de 8 años. No me importaba ni la cotización del dólar ni el petróleo. Sin embargo, uno de los recuerdos que tengo es que de las pocas monedas de Sucres que me quedaban de la escuela, le pedí a mi papá que me las cambiara por dólares. Mi papá se rió al ver que mi puñado de soberanas monedas no alcanzaba ni para diez centavos de dólar.

Triste por el intercambio fallido, ahorré en una alcancía hasta que logré cambiar mis sucres por 1 dólar. Se sorprenderían de ver el tamaño de la bolsita --cerca de 4.000 sucres en monedas de 10, 50, y 100. Eran los tiempos de la devaluación del Sucre, entre enero de 1999 y enero del 2000, el Sucre se depreció 400%, y la inflación llegó al 60,7%.

En menos de un año, ese dólar pasó de  $4.000 sucres a $25.000, y se emitieron billetes de hasta $50.000 sucres. La moneda de 1 sucre prácticamente dejó de circular, pues con ella no se podía comprar nada, literalmente, los “tazos” que venían en las funditas de papas valían más que 1 sucre.

Finalmente, en el año 2000, el Sucre desapareció, y con el, la inflación. Cuando crecí, comprendí la razón: el gobierno emitía moneda sin respaldo.

Hoy, Venezuela y Argentina enfrentan un monstruo similar, siendo Venezuela el país con la inflación más alta del mundo, además de un sistema cambiario sumamente complejo que limita el acceso a monedas extranjeras. Existe desconfianza en los mercados acerca del Bolívar y del Peso. La inversión no se asoma por estos países, e incluso ha aparecido la escasez de productos básicos.

Este será el último año de Cristina Fernandez de Kirchner en la Argentina, y quizá, también el último de Nicolas Maduro, según pronostica un artículo de Heinz Dieterich, padre del socialismo del Siglo XXI. Pero, después de ellos ¿Qué hacer?

Las economías venezolana y argentina requieren urgentemente recuperar la confianza de los inversionistas y detener la inflación. Para ello, medidas a mediano plazo serían de aplicar y aún más de mantener en países donde el clientelismo político se ha vuelto un modus vivendi.

Lo mas recomendable sería seguir el ejemplo ecuatoriano, que equivale a cortar el nudo gordiano de un solo golpe: dolarizar, quitándole así la facultad de imprimir moneda a sus gobiernos. Es la única medida que de inmediato, podría acabar con la inflación y devolver la confianza a los mercados, para bien de los argentinos y venezolanos, pues la inflación es un impuesto camuflado que se roba el valor de sus ahorros.

La dolarización es el verdadero milagro ecuatoriano que ha traído casi dos décadas de estabilidad financiera, renovó la confianza de los inversores, acabó con la inflación, y por ende, mejoró la capacidad adquisitiva de los ecuatorianos. Creo que es tiempo de que Venezuela y Argentina se planteen esta opción, que será vital en la época post-Maduro y post-Cristina.

Muy pocas revoluciones en realidad han buscado en la historia realzar el papel de las personas como forjadores de su propio destino, muy pocos son los casos en que un contexto de desastre e inseguridad, producto de un fallido experimento totalitario, llevaron a unos pocos a liderar un proceso que no cambiaría tan solo a una generación sino a un país.

La puesta en marcha del “Plan de recuperación económica” tuvo esas características, 10 millones de chilenos serían directamente protagonistas de la revolución más profunda que ha vivido ese país.  Desde las cenizas del desastre de un experimento socialista, encabezado por Salvador Allende, y su término, a través de un pronunciamiento militar en 1973, quedaba un país dividido y en la más absoluta miseria producto de medidas económicas e ideológicas que buscaban establecer un rol del Estado absoluto en diferentes facetas de la sociedad.

Claramente las ideas tienen consecuencias y aquellas habían dejado un país destruido con altísimos niveles de inflación, pobreza y violencia que conllevo a una fuerte represión por parte de las Fuerzas Armadas en su momento.

Sin embargo, las ideas que fundamentaron la revolución económica estaban muy lejos de las doctrinas prusianas de algunos cuadros militares o las keynesianas de colaboradores civiles en el gobierno, las ideas que primaron fueron las basadas en la libertad, algo que más de medio siglo antes habían sido desechadas en Chile.

Los personajes clave en esta “revolución de las libertades” fueron múltiples y diversos personajes, pero muchos de ellos tenían una formación en común: la Universidad de Chicago.

De esta manera los denominados “Chicago boys” tuvieron un papel preponderante en resolver una de las crisis económicas y sociales más grande que ha registrado la historia contemporánea: inflación alrededor del 500%, población en calidad de pobreza 55%, sobre impresión de papel moneda y un fuerte rol del Estado en la economía.

Los anuncios de aquel lejano 1975 eran claros: dispersión del poder económico, lo cual se reflejaría en libertad de comercio y libre competencia, se buscaba establecer un Chile de propietarios sin subsidios eternos por parte del Estado ni empresarios protegidos, se atacaría el monopolio y la inflación tendría que ser contenida fuertemente.

Estas medidas conllevaron al fin de históricos monopolios en Chile, la reducción del aparato Estatal, la libertad de precios y la baja drástica de aranceles de entrada para productos fueron cambios que rápidamente percibió la población.

El dinamismo económico rápidamente permitió comenzar a superar condiciones que se pensaban endémicas y eternas. De esta manera lentamente la configuración del país comenzó a cambiar, prácticamente en una generación ya había un Chile irreconocible para aquellos que habían escapado del proyecto de la Unidad Popular en 1970 o del Régimen Militar en 1973.

Este proceso no estuvo exento de problemas y desafíos: el aislamiento internacional por parte de algunos países, desastres naturales, amenazas de guerra con los países limítrofes y una guerra subversiva interna, fueron factores que de una u otra forma fueron condicionando la velocidad de las transformaciones. Un momento clave fue la crisis de económica de 1982, que puso en cuestionamiento todos avances y las ideas que había detrás de estos.

Los resultados a 40 años de la puesta en marcha de aquel plan están a vista para quienes vivieron uno de los procesos más revolucionarios, Chile de una u otra forma paso a ser un caso de estudio, un referente o un ejemplo a seguir. Índices de pobreza que año a año han ido bajando, mejores condiciones de vida para sus habitantes y más posibilidades para afrontar el destino lo hacen hasta el día de hoy un punto atractivo para personas que buscan una mejor posibilidad en la vida.

Quizás los únicos no conscientes de esta revolución son sus principales beneficiados, una manta de populismo llena el ambiente en Chile y nuevamente se promueve al Estado como solucionador de todos los problemas, son los “cantos de sirena” que muchas veces enloquecen hasta a los más cuerdos, sin embargo siempre hay esperanza y terreno fértil para quienes promueven la libertad aun en los más adversos de los escenarios, tal como lo fue en Chile, que renació desde las cenizas para forjar prosperidad, paz y libertad.

Desde el año 2011, la Argentina sufre un severo y estricto control de cambios (llamado cepo por el común de la gente) instrumentado por el gobierno de Cristina Fernandez de Kirchner. Desde entonces, cambiar dólares u otras monedas a pesos y viceversa se ha convertido en una tarea titánica, prácticamente imposible. Por supuesto,  no se logró otra cosa más que consolidar el mercado paralelo (popularmente conocido como blue), que se expandió hasta lograr una brecha  entre el dólar oficial y el del libre mercado del orden del 50%. Demás está decir que tan exótica medida no hizo más que desalentar el comercio, desproteger los ahorros de las personas, obligarlos a operar en la informalidad, etc.

Sin embargo, en octubre del presente año habrá elecciones presidenciales, lo que podría introducir un callejón de salida a los argentinos, agobiados por éste y tantos otros temas. En este contexto, uno de los candidatos que, según las encuestas, comparte el terceto de posibles triunfadores, el ex Jefe de Gabinete de Ministros del kirchnerismo (2007-2008) Sergio Massa, que se presenta en un partido propio, declara, junto a su flamante equipo económico integrado en su gran mayoría por ex oficialistas, que posee un supuesto plan para liberar el cepo en 100 días del que mucho no se sabe aún. Sus explicaciones, como suele suceder en las campañas argentinas, no se distinguen por la claridad. Son, más bien, un conjunto de frases más o menos bien armadas, pero finalmente insustanciales y, muchas veces, inconexas y mutuamente contraproducentes.

Ahora bien, habla de 100 días, cuando este tipo de medidas de ninguna manera pueden tardar tanto tiempo en instrumentarse. Es más, la dilación seguramente juega en contra de la real efectividad de este plan que, como dijimos, ni siquiera ha sido explicado en detalle.

En cambio, lo lógico sería tomar el toro por las astas y, sin demora ninguna, terminar con el actual mercado de moneda extranjera que tiene Argentina hoy en día: un  gobierno que monopoliza absolutamente la compra/venta de divisas mediante el Banco Central. Si, como bien sabemos, es generador de derroches, negociados y prebendas cualquier “mercado” estatal, está claro que al caso que analizamos le corresponden las generales de la ley. Dado que el dinero es una mercancía como cualquier otra, lo que se debe hacer es dejar comerciar con total libertad a las casas de cambio, negocios, particulares, exportadores, importadores,  en definitiva al mercado, que puedan elegir la moneda de su preferencia al tipo de cambio libremente interactuado entre ellos. Esto no es para nada descabellado, es solamente lo que se hace en gran parte del mundo, ¿por qué debería ser distinto para Argentina?

Finalmente, de esta manera se liberaría al Banco Central de la tarea de controlar y administrar el mercado de divisas, y los dólares que tiene en sus reservas (por otra parte, cada vez más escasas) se destinarían (como debe ser) solamente a respaldar la moneda –pesos- que emite.

El carnaval de los políticos

Publicado por Javier Paz

propaganda boliviaAlgo feo del carnaval cruceño es el abuso que se comete contra bienes públicos y privados que son pintarrajeados, ensuciados y orinados por los participantes. No debe ser nada agradable para el propietario de un negocio o para un habitante del centro de la ciudad amanecer el miércoles con su pared manchada con pinturas. Pero los carnavaleros no son los únicos que pintarrajean y ensucian la ciudad; los políticos cada cierto tiempo hacen lo propio. Cada elección viene precedida por una avalancha de afiches, banderines y pinturas que, como un tsunami, inundan, ensucian y afean la ciudad. La propaganda política no respeta nada: uno puede ver un canal de desagüe pintado con los colores de un partido, los postes de luz adornados con banderas de otro partido o las paredes de domicilios privados bombardeada con afiches de un candidato tapando los afiches del contrario.

Por supuesto que los candidatos tienen el derecho de hacer propaganda, como lo tiene cualquier empresa, pero la misma no debería infringir las normas, ni ensuciar espacios públicos o privados sin autorización; pero lo que sucede es que pintan paredes sin permiso de los dueños, prenden afiches en todas partes y llenan la ciudad de basura. Lo irónico de todo esto es que estos políticos, o al menos quienes salen victoriosos, son los responsables de hacer que las leyes y normas se cumplan, pero ellos ganan sus elecciones gracias a un aparato propagandístico que infringe las normas de limpieza, aseo y uso de espacios públicos y privados; incluso no nos debería sorprender que quien más ensucie sea el ganador.

Y así, los políticos cada cierto tiempo festejan su carnaval, embanderando, pintarrajeando y ensuciando la ciudad. En fin, no deberíamos ser tan duros con Evo por meterle nomás; en este país todos le meten nomás.

¿La política está de moda?

Publicado por Yesenia Alvarez

Marcha contra tv basuraEn el Perú viene desarrollándose una tendencia de la juventud a organizar marchas para protestar por los problemas que ellos entienden prioritarios. A partir de ello, es recurrente escuchar entre los jóvenes que “la política está de moda”. Si tanto tiempo hemos venido reclamando la apatía juvenil, deberíamos aplaudir entonces que los jóvenes de hoy, hacen ejercicio de su libertad de expresion y además participan de los asuntos públicos, sin embargo en la esencia de este repentino interés de la juventud en política hay dos problemas que deberían preocuparnos.

El primero es la creencia de que se está haciendo política con la sola realización de las marchas, las cuales son efímeras e impersonales, en las que nadie asume responsabilidad y en las que no se logra un cambio profundo si es que no van acompañadas de líderes, ideas, propuestas de acción, instituciones y coherencia, que sustenten y sotengan la petición de quienes marchan.

El segundo problema, es que este interés político es abordado por jóvenes con alma de prohibicionistas. Sus demandas no exigen más libertad sino que piden la participación del Estado para recortar las libertades de otros. Lo acabamos de ver con las marchas contra ley del empleo juvenil, en la que su pedido afectaba la libertad de trabajo de los jóvenes que más necesitaban un empleo. Y recientemente en la marcha contra la televisión basura. No me gusta usar el término basura, pero así lo han llamado ellos mismos, cayendo en lo que supuestamente denuncian como la falta por ejemplo de lo que se considera un “lenguaje culto y apropiado”.

Si la juventud se caracterizó por reclamar mayores libertades, hoy cree que puede usar la política para controlar la libertad de otros. Pasamos de una juventud apática, a una juventud participativa pero represiva, intervencionista, y con talante totalitario. No están dispuestos a tolerar lo que no les gusta y quieren imponer sus gustos a otros. La cuestión no está en que rechacen programas que ellos consideran que no aportan nada a la “cultura” o que “no enaltece”, o que estupidiza, finalmente son libres de ello; el inconveniente está en la soberbia y el despotismo con el que actúan al creerse capaces de decidir lo que los demás deben ver en televisión.

Es alarmante cuando aparece una generación que quiere actuar en política incitando la censura, el odio a lo diferente y a lo que no le gusta. ¿Y así hablan de renovar la política? Si es así, la política no está de moda, está en riesgo. Buscar que el Estado censure los gustos y cultura de los demás es antidemocrático y una clara muestra de intolerancia. Marchar contra lo que nos disgusta es el trabajo fácil. Proponer, debatir ideas, dialogar, educar, respetar, tolerar es el trabajo difícil, y esos valores aparentemente no están en las venas, ni en la agenda de quienes viendo promoviendo las marchas.

La convertibilidad en Argentina

Publicado por Ivan Carrino

Está disponible en YouTube el video de mi charla en Quito, en el marco del seminario "A 15 años de la Dolarización en Ecuador" (10-11 de noviembre de 2014), organizado por la Universidad San Francisco de Quito. Repasé la historia de la convertibilidad en Argentina, con sus aciertos y sus problemas que, a mi criterio, no fueron “sus” problemas, sino los que el gobierno generó.

También pueden ver el video de la charla de Larry White (sobre la dolarización), Luis Espinosa Goded (sobre Venezuela) y Carlos González Ramírez (sobre Panamá).

Publicado originalmente en el blog de Iván Carrino.

La libertad es sublime

Publicado por Pedro Romero

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Francis Hutcheson, en su conferencia inaugural como profesor de Filosofía Moral de la Universidad de Glasgow en 1730, disertó sobre la sociabilidad natural de la humanidad. En ella el maestro de Adam Smith expresaba sus criterios sobre esa característica humana por vivir una vida inofensiva, para proteger la vida de otros aún de manera desinteresada. La misma que consideraba natural a diferencia de otros pensadores del siglo XVIII como Thomas Hobbes, que veían en la sociabilidad humana el deseo de procurarse una ventaja al convivir y ayudar a otros. Lo que hoy en día lo definirían como reciprocidad condicional o altruismo recíproco, sociobiólogos tales como Robert Trivers.

Para Hutcheson está sociabilidad humana forma una parte irreducible de nosotros, así dijo que:

“Si en efecto la benevolencia fuera ajena a la naturaleza humana,…, entonces los hombres ambiciosos, del tipo que están acostumbrados a asumir cargos políticos, no encontrarían gente común tan fácil y tratable como para que se comprometan a sí mismos y a todo su capital a la confianza de ellos” (Hutcheson 2006: 214).

En cambio, otros como Bernard de Mandeville pregonaban que “los vicios privados generaban virtudes públicas” y que promovían el interés público. A pesar de tal diferencia, tanto Hutcheson como Mandeville, enfatizaron que ya sea mediante la benevolencia o los vicios privados de la humanidad, se requería de libertad para florecer y generar bienestar general.

Pero es quizás el hecho de que el comerciar haya sido considerado como un vicio o actividad indigna de los nobles que como describe David Hume:

“El comercio nunca fue considerado un asunto de estado hasta el último siglo; y existe escasamente algún escritor antiguo de política, que haya hecho alguna mención de éste” De libertad civil, 1742.

Para Hume el comercio se degeneraría en sociedades donde lo que prima es lo estatal, debido a que sería considerada una actividad menos “honorable” antes que por alguna falta de garantías.

Friedrich Hayek afirmaría que tanto nuestros sentimientos morales como nuestros vicios pueden contribuir a generar un mayor bienestar en la sociedad, siempre y cuando se respeten reglas de conducta recta. Según éste autor nosotros no hemos diseñado nuestro sistema económico, puesto que no somos lo suficientemente inteligentes.

Recientes hallazgos de economía experimental están redescubriendo la importancia de lo que Smith denominó sentimientos morales, la sociabilidad de Hutcheson y especialmente la simpatía por el prójimo, llegando incluso a reconocer que tanto el comportamiento auto-interesado (los vicios) como nuestro interés en el prójimo (benevolente) es fuente de instituciones sociales beneficiosas en general. Ha sido precisamente el equivocado énfasis de la economía neoclásica en una simple maximización de esquemas de utilidad individuales la que ha despojado a muchos economistas actuales de los principios humanistas que formaron las ideas de los filósofos de la ilustración escocesa. Pero ese camino equivocado de la razón ilimitada no nos debe hacer perder de vista que el poder estatal junto con sus cómplices privados se fortalecen si nos desesperamos y buscamos como solución al abuso del poder, sólo más poder.

La libertad es ante todo opuesta al poder, es sublime porque está basada en los principios humanistas en los que se basa la luz del pensamiento que nos permitió dejar atrás la oscuridad y aceptar nuestra falibilidad.

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