La mayor confusión en torno a la dolarización es la posibilidad que se acaben los dólares. Y por ende, que se caiga. Los proteccionistas del Socialismo del Siglo XXI son los principales promotores de esta hipótesis. Nada más equivocado. En un artículo anterior expliqué por qué salir del dólar solo tiene justificación política. Ahora entro en los detalles económicos.
El error más grande surge ante la confusión generalizada entre los conceptos de Reserva Monetaria Internacional (RMI) y las Reservas Internacionales (RI). La primera diferencia es estética. Si bien en ambos casos se trata de dinero colocado en el exterior, la RMI se circunscribe a países con moneda propia, mientras que las RI a los dolarizados. Es vital estar claros en esto.
Lo segundo es el propósito. En una economía con moneda propia, la Reserva Monetaria Internacional son activos del banco central colocados en el exterior (en dólares) como respaldo de sus pasivos locales (en moneda nacional). Por eso se sostiene que la RMI es una especie de garantía de las obligaciones con el exterior. Por ejemplo, si la RMI cae, el país tiene menos dólares para pagar las importaciones. En un caso extremo, si la RMI es cero, el país no sería capaz de pagar sus importaciones porque “nadie más tiene dólares”.
Por otro lado, en una economía dolarizada la Reserva Internacional son ahorros de los agentes económicos colocados en el exterior a través del banco central. Por eso, en el Ecuador dolarizado, el banco central no tiene más atribuciones que la reserva integral de los valores puestos a su recaudo. En contraste con la RMI, la RI no sirve de respaldo de las obligaciones externas del país básicamente porque la moneda local es la misma que la internacional. Cada dólar interno es su propio respaldo externo. En otras palabras, su valor es el mismo afuera que adentro y no existe riesgo de impago por falta de divisas porque “todos tienen dólares”. Considerando el mismo caso extremo que antes en el que la RI sea cero, el país aún podría seguir haciendo pagos al exterior porque los dólares son propiedad de los agentes económicos (asumiendo que no hay problemas en el sistema financiero). Por eso es errado pensar en la RI como un indicador de la salud o sostenibilidad de la dolarización. Lo es incluso utilizarla como un indicador del riesgo de una crisis de balanza de pagos. Los dólares están en poder de la ciudadanía, no del banco central.
Lo anterior nos lleva al tercer punto. Tomando en cuenta que estamos dolarizados, si tuviéramos que observar un indicador monetario para medir la capacidad de pago de obligaciones con el exterior sería la Liquidez Total, conocida en economía como la M2. Este indicador se refiere al total de dinero en efectivo, en cuentas corrientes y cuentas de ahorros que existen en la economía. En otras palabras, al total de dólares en el país. Esta, y no la RI, sería el respaldo para garantizar el pago de importaciones y transferencias al exterior. Por eso, entre mayor es la Liquidez Total (M2), más fuerte es la dolarización. Y eso solo se consigue con mayor actividad financiera (el dinero se multiplica a través del crédito, no imprimiendo), más aún con integración al mercado financiero mundial.
Hasta aquí por qué la RI no es lo mismo que la RMI ni de forma ni de fondo. Queda para el debate incluso si las RI son relevantes o no en dolarización. Su única función pareciera ser la diversificación del riesgo nacional con ahorros en el exterior. Y en el caso del Ecuador, como caja chica o colchón del Gobierno Central dado el control del Ejecutivo sobre el Banco Central (esto también lo comenté anteriormente).
Ahora bien, la pregunta de rigor es si la “fuga” de dólares es un problema que causaría que el Ecuador se quede sin dólares. Si se quisiera evaluar dicha “fuga” versus la disponibilidad (creación) de dinero, se podría analizar la variación de la Liquidez Total (M2) contra el resultado de la Balanza de Pagos. De acuerdo a información del Banco Central del Ecuador, entre 2009 y 2017 la liquidez de la economía creció en USD 33,614 millones mientras que el flujo neto de divisas (balanza de pagos) fue de USD -4,888 millones. Una prueba más ácida sería considerar solo las Especies Monetarias en Circulación (dinero en efectivo) que crecieron USD 10,760 millones en el mismo periodo. Es claro que no existe riesgo para los pagos al exterior, mucho menos para la dolarización. No es posible quedarse sin dólares.
En conclusión, ¿existe riesgo de crisis por balanza de pagos? No. ¿Existe un problema de circulante o liquidez en el Ecuador? No. ¿Es un problema actual, del pasado o del futuro la salida de dólares para la dolarización? No. ¿Es necesario restringir las importaciones para protegerla? No. La dolarización está más fuerte que nunca. Los verdaderos protectores de dólar son sus dueños, no el Gobierno, ni los políticos, mucho menos el Banco Central. No existe razón para restringir la salida de dólares.
Para finalizar, considero importante destacar que el rol más importante en un esquema dolarizado es el del sistema financiero. Un sistema financiero sólido y saludable fortalece la dolarización. Por eso es vital el respeto a los recursos privados de la RI y la apertura financiera. Que haya confianza y certidumbre para que el dinero no huya del sistema financiero. El Banco Central, no solo que no debe seguir utilizando los recursos de la RI porque no le pertenecen, sino que debería restituirlos completamente. Una medida contundente en pro de la dolarización sería promover la integración financiera mundial del Ecuador brindando facilidades para la operación de la banca internacional en el país.
Como ven, no hay razón para que se caiga el dólar. Menos para quitarlo.
Este artículo fue publicado originalmente en el blog Panchonomics (Ecuador) el 28 de marzo de 2018.