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Hambre en Venezuela

Publicado por Juan Carlos Hidalgo

Protestas de oposición en Caracas Protestas de oposición en Caracas

El hambre es muy una palabra fuerte. Esta evoca imágenes de la hambruna y la miseria en las naciones fallidas al otro lado del mundo. Yo era reacio a utilizarla para describir la situación en Venezuela. He visitado ese país cuatro veces en los últimos siete años y he presenciado su declive económico de cerca. Durante un viaje a la ciudad industrial de Barquisimeto, en noviembre de 2014, vi por primera vez los efectos de la escasez, con cientos de personas haciendo fila fuera de una farmacia para conseguir papel higiénico y pasta de diente. Yo sabía que las cosas se habían deteriorado aún más, dado a los informes de escasez generalizada de alimentos en todo el país. Pero, ¿hambre?

Regresé a Venezuela el mes pasado esperando multitudes caóticas y filas en todas partes de la ciudad. Y ciertamente ese fue el caso: Vi líneas afuera de supermercados, farmacias, panaderías y, reveladoramente, embajadas (personas que tratan de conseguir su papeleo listo para salir del país). Pero no estaba preparado para descubrir que mis amigos y colegas están luchando para comer adecuadamente. Ellos no lo dicen abiertamente. Después de todo, los venezolanos son un pueblo orgulloso. Pero después de mis primeras interacciones con ellos, me di cuenta de que el tema principal en todas las conversaciones era la comida: ¿Cuándo fue la última vez que comieron carne? ¿Cuánto tiempo han estado sin beber leche, etc.?

Es cierto que en este viaje no interactué mucho con venezolanos pobres. Mis amigos y colegas son de clase media, o lo que queda de ellos: el salario mínimo es de sólo $ 33 por mes, y los salarios de la clase media no son mucho más elevados que eso. Aún así, me horroricé al darme cuenta de que si las personas que conozco están luchando para comer adecuadamente, los más pobres de hecho pasan hambre.

Esta semana el New York Times publicó un reporte desgarrador acerca de la magnitud del hambre en Venezuela. El país que recibió cerca de $1 billón (“trillion” en inglés) en ingresos petroleros durante la última década y media, ahora sufre una crisis humanitaria de proporciones significativas. No olvidemos nunca, o permitamos que otros olviden, que este es el resultado final de todavía otro fracasado experimento socialista.

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