Costa Rica, mi terruño, se ha visto involucrada inesperadamente en el debate sobre la reforma de salud en EE.UU. luego de que el polémico comentarista de radio Rush Limbaugh dijera que él se iría a vivir a Costa Rica por atención médica si la reforma impulsada por el presidente Obama era aprobada por el Congreso el gobierno federal se entrometía demasiado en el sector salud en los próximos años.
Poco después de que la Cámara de Representantes votara por la reforma el domingo pasado, un sitio web fue creado para comprarle a Limbaugh un tiquete de ida en primera clase a Costa Rica. Los socialdemócratas en EE.UU. rápidamente señalaron que mi país cuenta con un sistema de salud estatal que se encuentra entre los mejores de América Latina.
La gente afirma que en Costa Rica la salud es un derecho, no un producto. El problema sale a relucir cuando uno de hecho necesita ejercer dicho “derecho”.
Para muestra un botón: En julio pasado, el matutino costarricense La Nación reportó que tan solo en un hospital de la Caja Costarricense de Seguro Social —la institución encargada del sistema de salud en el país— había 5.000 personas en listas de espera para una cirugía, algunos de ellos esperando hasta un año por una operación. Entre éstos, 900 pacientes esperaban por una cirugía que les removiera tumores posiblemente cancerígenos. Como lo indica el jefe del departamento de Oncología en dicho hospital, “un 85% a un 90% serán cánceres confirmados por lo que dicen sus exámenes previos”. Para muchos de estos pacientes, esperar meses para que les remuevan un tumor cancerígeno representa una sentencia de muerte.
Malos tratos a los usuarios. Falta eterna de camas. Filas interminables hasta para renovar el carné de asegurado. Historias como estas son cosa de todos los días en la prensa costarricense.
Desdichadamente, el actual sistema estatal de salud sumado al monopolio estatal en seguros médicos han impedido el desarrollo de un sector de salud privado dinámico y accesible. Por lo tanto, muchos costarricenses no se pueden imaginar una vida sin salud “gratuita”. Es una lástima puesto que no hay nada gratuito acerca de las contribuciones obligatorias mensuales que pagan todos los trabajadores en el país, ni hay nada de justo en que a los costarricenses se les obligue pagar por demoras mortales en su atención médica.