La ministra de Comercio Exterior, Anabelle González, firmó ayer un nuevo tratado de “libre comercio”, esta vez con Perú, en lo que será el segundo acuerdo de este tipo que tendremos con una nación sudamericana (Chile fue el primero). Pero que el nombre no lo engañe. Al igual que los otros TLCs que se han negociado recientemente con la Unión Europea, Singapur y China, este acuerdo tiene poco de liberalización comercial y mucho de protección a los grupos económicos poderosos del país.
Nuevamente, y a pesar de los deseos del equipo comercial de Perú de lograr la mayor liberalización comercial posible entre ambas naciones, el equipo de Comex llegó con la misión de “defender” a los consumidores costarricenses de productos peruanos más baratos. Pero no de todos los productos incas. Si Ud es un consumidor de clase alta o media alta y frecuenta AutoMercado o Saretto, gracias a este TLC Ud podrá comprar espárragos, aceitunas, uvas, pasta de cacao y cacao en polvo más baratos provenientes de Perú, puesto que se eliminarán los aranceles sobre estos productos. También podrá adquirir joyas y metales preciosos más baratos.
Sin embargo, si Ud es un consumidor de clase baja o media, este TLC no es para Ud ya que Comex se aseguró de excluir del acuerdo productos como el café, la papa, la cebolla, el tomate, la cerveza, el arroz, la pasta y algunas líneas de productos cárnicos y lácteos. Todo para proteger a los horticultores nacionales (cuyo ingreso promedio es 2,5 veces superior al ingreso promedio nacional), a los “pobrecitos” arroceros de Conarroz, y a emporios como Coopemontecillos (a quien el gobierno le regaló además USD$2,6 millones recientemente) y la Dos Pinos (que compite activamente en Centroamérica, México y el Caribe).
De tal forma, este TLC se asemeja mucho al negociado con la UE, donde Comex “nos defendió” de hortalizas y leche barata europeas, pero sí permitió la libre importación de licores finos, manzanas, cerezas, uvas, pasas, aceitunas, aceite de oliva, pastas rellenas y perfumes del Viejo Continente. Al final de cuentas, como dijera el ministro de dicha cartera en ese entonces, “¿y quien dice q los pobres no toman vino de vez en cuando?”