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¿Por qué tantos intelectuales rechazan el capitalismo?

Publicado por Javier Paz

Un tema interminable es la proclividad de los intelectuales para defender sistemas políticos erróneos y apoyar regímenes totalitarios. Sartre fue un fan de la Unión Soviética incluso cuando los abusos del sistema comunista eran conocidos por todos. García Márquez mantuvo una amistad con Fidel Castro, uno de los mayores tiranos de Latinoamérica.

A menudo nos gusta pensar que los intelectuales están por encima del resto de los mortales: en imparcialidad, en inteligencia, en conocimiento, en humanidad, en humildad. Lo cierto es que los intelectuales, como cualquier mortal tienen defectos, les cuesta reconocer y rectificar errores, no son expertos en todas las áreas del conocimiento, pueden ser proclives al adulo y la lisonja y no están exentos de disfrutar de los placeres terrenales.

Jesús Huerta de Soto (un intelectual), citando a Bertrand de Jouvenel (otro intelectual), da 3 razones al por qué los intelectuales en una gran proporción rechazan el sistema de libre mercado: 1) por ignorancia, 2) por soberbia y 3) por resentimiento y envidia.

La ignorancia no debe ser tomada en un sentido peyorativo. Todos somos ignorantes en la mayoría de las áreas del conocimiento. Un poeta puede ser un completo ignorante en matemáticas, un matemático puede ser un ignorante en neurología, un neurólogo ser un ignorante en gastronomía y un chef ser un ignorante en filosofía. La ciencia que estudia el mercado es la economía e incluso la economía tiene muchas ramas lo que hace que los economistas también sean ignorantes de la totalidad de las áreas de esta ciencia social. Los intelectuales en su mayoría no entienden la economía y sus ideas políticas están más influenciadas por sus pasiones que por conocimiento.

Los intelectuales a menudo cometen la soberbia de creerse superiores a los demás y por tanto capaces de decidir mejor que el resto de la sociedad lo que le conviene a toda la sociedad. Es lo que Hayek llamó "la fatal arrogancia".

Y los intelectuales, cegados por su ignorancia de los procesos de mercado y su soberbia intelectual, caen en el resentimiento y la envidia al ver que apenas se ganan la vida haciendo poemas que nadie quiere comprar mientras un vende pollos se llena de dinero. Consideran injusto que un empresario que vende lo que la sociedad demanda gane más que él que tiene una inteligencia superior.

Yo añadiría una cuarta razón: la conveniencia. A los intelectuales les puede convenir ser anticapitalistas para ser parte del discurso popular, para decir ser parte del pueblo, para conseguir la subvención del Estado y tener el adulo de los tiranos.

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