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Personajes tras 40 años de la transición de Chile

Publicado por Francisco Sanchez Urra

Hace un año aproximadamente comencé a escribir en Libremente.org, mi primera columna estuvo enfocada a los 40 años de la puesta en marcha del “Plan de Recuperación Económica” impulsado en Chile en 1975.

Muchas cosas acontecieron desde esa primera columna, no tan solo una serie de vaivenes intelectuales y de organización por parte de Circulo Acton Chile, sino además conocer más a fondo lo que fue aquel hito de primera fuente de quienes fueron sus protagonistas y artífices.

El primero de ellos fue una entrevista con Jorge Cauas, quien anunciara en cadena nacional de radio y televisión los alcances de este plan. Don Jorge es una persona extremadamente sencilla, con una voluntad en aclarar puntos y circunstancias, con gentileza y paciencia aclaro una serie de dudas que tenía el historiador Ángel Soto en una sencilla reunión concertada. De su relato me quedo impregnado un espíritu de entrega por el devenir de Chile y de cumplir las tareas encomendadas, generosidad del conocimiento y la experiencia, el desafío que había asumido no era fácil, pero la confianza y convicción en el equipo de trabajo que se había conformado fue fundamental para enfrentar las circunstancias. El inicio de la “revolución de las libertades” comenzaba con un discurso que llamaba a “…cada uno de los chilenos ser protagonistas del proceso más importante de la historia…”, eran las ideas de la economía libre que se vieron plasmado en el país, focalización en el gasto social y el rol del Estado Subsidiario, permitieron poco a poco sacar de la miseria a un país devastado tras estar sumido en la violencia marxista leninista bajo la dictadura de la Unidad Popular (1970-1973).

Es de esta forma que desde su oficina, en un e piso 16, podíamos apreciar en lo concreto que había significado en la práctica esta revolución, no tan solo un país moderno, sino también con oportunidades, generación de innovación y emprendimiento, que son en gran parte el motor de un modelo que muy poco sirve sin la natural aspiración de búsqueda de felicidad de cada uno de los habitantes del país, transformaciones que él confeso no haber esperado dado que lo importante era salir de la crisis que agobiaba al país.

El segundo, siempre necesario y dispuesto a ayudar, fue el profesor Rolf Lüders quien expuso en una conferencia para jóvenes convocados a conmemorar los 40 años del hito que había cambiado el rostro de Chile en el Ex Congreso Nacional, lugar donde se vivió la más encarnizada oposición al gobierno encabezado por Salvador Allende. Siempre con sencillez y mucha humildad explicó a los presentes, algunos sin formación económica, las ideas que eran los pilares del “Plan de Recuperación Económica”, su origen y autores que dieron forma al “Ladrillo”, quizás el documento más importante en la historia económica reciente de Chile. Recordó a la serie de personas que fueron claves como Sergio De Castro, Pablo Barahona y Roberto Kelly, lo principios esenciales de un gobierno limitado, propiedad privada, Estado focalizado, sistema de Administración de Fondos de Pensiones (privado) y fuerte sentido de iniciativa por parte de las personas. Para quién suscribe no tan solo fue una gran oportunidad, sino un privilegio poder presentar y presenciar tan magnifica conferencia.

El profesor Lüders dejo en claro varias cosas, entre ellas, una que es fundamental para comprender el origen de este proceso es el rol de las ideas y la formación: la Universidad de Chicago. ¿Qué hubiese sido del proceso chileno de recuperación económica sin estas ideas? La verdad es difícil aventurarse a un resultado certero, lo seguro es que la “revolución de las libertades” no hubiese encontrado terreno fértil entre ideas estatistas y proteccionistas, entre el mercado regulado que aplicado en su extremo había demostrado ser un fracaso pero tenía sus adherentes. Es por ende que el rol de los denominados “Chicago Boys” es fundamental, no tan solo por dar el ingrediente académico a las circunstancias sino también un punto de vista renovado y con una metodología clara. Los nombres claves en este proceso indican desde todas direcciones a nombre, el profesor Arnold Harberger: “El padre de los Chicago Boys”.

De esta manera llegamos al tercer protagonista en este camino, aunque claramente el fundacional, Arnold “Alito” Haberger, quien arribó a Chile en 1955 y sería uno de los artífices del convenio entre la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad de Chicago para los estudios de postgrado en esta universidad. No tan solo gestionaba el tema administrativo sino que también era profesor, más que eso terminó siendo el maestro de una generación de economistas que vieron en él un amigo hasta el día de hoy.

Conocerlo, gracias a las gestiones del profesor Lüders, representa uno de los más grandes honores que he tenido como historiador, nuevamente una característica en común: sencillez ante todo. Durante casi dos horas y medias respondió preguntas a un reducido grupo de jóvenes de Circulo Acton Chile, entregó consejo y recalcó lo importante del trabajo duro.

Su principal legado no son las decenas de libros, centenares de artículos o sus asesorías por el mundo entero, lejos de poder jactarse de su brillante carrera académica, señaló con voz emocionada “mi mayor legado son mis alumnos, que ahora son mis amigos”.

Sin duda en lo trascendente de los 40 años del “plan de recuperación económica” son las ideas, principios y valores que hicieron de Chile un referente, esto se ve plasmado en la Constitución política de la República de Chile de 1980, pero como muy bien todos sabemos de muy poco vale la tinta en un papel sin un grupo de hombres y mujeres que realice el trabajo con pasión y entrega, con convicción en las ideas y que transcurrido más de cuatro décadas vieron como Chile pasaba de ser un país postergado en la modernidad a un referente de libertad. Es difícil no pensar en ellos como héroes, pero ¿por qué no?, ¿acaso no hubiesen tenido un devenir más cómodo en la empresa privada que en el servicio público? Sin duda su entrega y esmero los hace digno de elogios, no tan solo a los tres acá nombrados, sino a una serie de personas que trabajaron sin descanso por entregar a una nueva generación un Chile libre, próspero y con una paz estable, evitando la arrogancia, muchas veces en silencio trascendiendo en acciones y para afrontar a una de las crisis económicas más grandes que había vivido Chile: la de imposición de la vía socialista que pareció imparable.

Es difícil no contagiarse con el optimismo de estas personas, mucho de eso hay en Free to Choose de Milton y Rose Friedman, de una u otra forma quienes creemos en la libertad tenemos que ser optimistas, más aun en los peores escenarios, en donde la fuerzas de las ideas parecen apagarse y ser aplastadas, aun ahí se encontrará una luz de esperanza, no es un llamado a esperar “milagros” sino a trabajar duro y con rigor esperando avanzar paso a paso.

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