Leí en El País un notable artículo acerca del comunismo, firmado por Sandro Pozzi sobre Se lo llevaron, la película dirigida por Angelina Jolie que trata del “genocidio camboyano”.
La película, en la que está involucrado Maddox, hijo adoptivo de la artista, es “una adaptación de las memorias que publicó Loung Ung, superviviente del genocidio bajo el régimen de Pol Pot, líder de los jemeres rojos, en los años setenta”.
Muy bien, don Sandro, dije para mis adentros: esto es memoria histórica, y por fin se va a subrayar, aunque sea parcialmente, la historia criminal del comunismo, el sistema más brutal que nunca haya sido perpetrado por las elites contra los trabajadores en toda la historia de la humanidad.
Pero, a poco de seguir leyendo, algo llamó mi atención. Dice el señor Pozzi que la historia de la niña camboyana que relata la película “puede ser la historia de cualquier persona que escapa de las atrocidades que se cometen en todo el mundo contra la población inocente. La conversación de la actriz y la activista con El País tuvo lugar, de hecho, un par de horas después de que el Secretario General de la Naciones Unidas, António Guterres, urgiera a que se detuviera la violencia en Birmania”.
Un momento, don Sandro. No se cometen atrocidades en todo el mundo contra la población inocente. Camboya no es todo el mundo. No es Canadá ni Suiza. El pueblo de Camboya fue víctima del comunismo. No es lo mismo el comunismo que la guerra de Birmania, o cualquier otra. La cuarta parte de la población de Camboya fue asesinada por los comunistas que gobernaban, no por ninguna guerra. Y los comunistas los mataron porque aplicaron las políticas anticapitalistas con las que arrasaron medio planeta. No fue “la violencia”: fue el comunismo.
Leí con detalle todo el artículo de comienzo a fin. Y la palabra comunismo no aparece…¡nunca! No hay ni una sola mención al comunismo, al socialismo, al anticapitalismo, es decir, a las políticas que llevaron a dos millones de camboyanos a la muerte. Ni una sola vez lo menciona Sandro Pozzi en El País.
“La película trata de mostrar la otra cara de la moneda de la guerra”, como si los asesinados por los comunistas hubiesen muerto en un conflicto y no por la represión y las políticas de las autoridades comunistas. Declara Angelina Jolie sobre esa nación, donde lleva muchos años haciendo labores humanitarias: “Sí, tuvieron un pasado oscuro, pero fue en un momento concreto en su rica historia”. Esto es muy cierto, doña Angelina, pero no olvidemos que la oscuridad tiene un nombre: comunismo. Porque si lo olvidamos estaremos ayudando a olvidar las mayores tiranías de la historia, las que pretendieron alcanzar el paraíso igualitario socialista extirpando el capitalismo de libre mercado, y regaron la tierra con la sangre inocente de cien millones de trabajadores.
Este artículo fue publicado originalmente en La Razón (España) el 23 de noviembre de 2017.