El presidente ecuatoriano Rafael Correa desde hace mucho ha considerado a la prensa su “mayor adversario”. Desafortunadamente esta actitud ha resultado en la intolerancia oficial de individuos críticos del gobierno.
El último ejemplo de esto es aquel de Emilio Palacio, editor de la página de opinión de El Universo—el periódico con la mayor circulación en el país—quien fue sentenciado el viernes a tres años de cárcel por una columna que escribió en agosto de 2009. Palacio acusó a Camilo Samán, director de un banco estatal, de haber enviado manifestantes a las oficinas de El Universo luego de que el diario reportó posibles actos de corrupción en este banco. El Presidente varias veces ha dicho que Palacio debería ser castigado por lo que escribió. En un país donde todos sabemos que las cortes no son independientes del poder político, no sorprende que la decisión del caso haya sido en contra del editor.
He conocido a Palacio desde que empecé a escribir artículos para El Universo a fines de 2006. Aunque casi nunca hemos estado de acuerdo en cuestiones de políticas públicas, seguramente no creo que él (o cualquier otra persona) se merece ir a la cárcel y posiblemente pagar una multa de $3 millones por expresar una opinión (La corte de hecho lo declaró a Palacio culpable de “injuria calumniosa”, pero incluso si creyese en esa decisión, el castigo seguramente no corresponde al delito).
El gobierno de Correa ha acusado a por lo menos 31 personas de ofender “la majestad de la presidencia”, encarcelando muchas de ellas por cortos periodos de tiempo. Para hacerlo, el Presidente ha revivido una ley de la primera dictadura militar de los setentas que hacía de tal ofensa un crimen y que nunca fue derogada.
El gobierno regularmente vilifica a sus críticos incluyendo a periodistas, estudiantes universitarios, empresarios y líderes indígenas. Por ejemplo, durante sus cadenas radiales de los sábados, el Presidente ha atacado a Carlos Vera y Jorge Ortiz, los dos conductores de noticias más populares del país. Las frecuentes cadenas nacionales del gobierno usualmente tienen el único propósito de atacar a personas o grupos que se oponen a la política oficial. Algunas veces estas cadenas fueron transmitidas durante los programas de Vera y Ortiz, prohibiéndole a sus respectivos televidentes de ver sus programas. En 2008 Correa tomó el control de varios canales de señal abierta y radios privados. El año pasado, aparentemente su blanco era Teleamazonas, otro canal de señal abierta. En diciembre, el gobierno sacó del aire a Teleamazonas por tres días y ahora tiene un caso legal frívolo pendiente en contra del canal.
Es penoso que Correa esté siguiendo los pasos de su aliado populista Hugo Chávez en restringir la libertad de expresión y que lo esté haciendo acarreando poco escrutinio internacional.