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No existe conocimiento absoluto

Publicado por Gabriela Calderón de Burgos

La semana pasada se publicó en El Universo de Ecuador un artículo mío que causó algo de controversia ("Un baño de verdad", 10 de abril de 2015). El artículo trataba acerca de la triste realidad de que los trabajadores ecuatorianos realmente no son dueños de sus ahorros para su jubilación y que más bien son clientes cautivos de un poderoso monopolio estatal.

Una de las reacciones a dicho artículo fue la del economista Juan Pablo Jaramillo en su blog.

Parece que el señor Jaramillo quiere decir que una buena manera de mentir es a través de verdades a medias. Convengo en que empleando información selectiva es posible presentar una visión distorsionada de la realidad, no obstante, al mismo tiempo no existe conocimiento absoluto. En la elaboración de teorías y modelos siempre hay que basarse en lo que Karl Popper denominaba conjeturas o verdades provisionales, llegando así a explicaciones simplificadas de la realidad. Los seres humanos continuamente tomamos decisiones en base a conocimientos incompletos o verdades a medias.

El artículo que escribí cuestiona al sistema de administración de fondos de jubilación estatal, que es de reparto y siempre en manos de los políticos de turno y propone devolver a los individuos la libertad de elegir a través de la existencia de un sistema de capitalización individual y la participación de administradoras privadas. ¿Debe interpretarse entonces que el señor Jaramillo esta de acuerdo con el monopolio estatal y el sistema de reparto y en desacuerdo con la libertad de elegir de cada individuo? Mi propuesta, que parte de la experiencia chilena, no esta en función de verdades absolutas. Siempre esta puede ser observada y mejorada.

Para finalizar, es cierto que el Canciller Bismarck, un nacionalista monarquista, implementó en la antigua Prusia el primer sistema de administración de fondos de jubilación y que Franklin D. Roosevelt lo hizo en EE.UU., pero seguramente ellos no fueron los inventores del sistema. Dicho esto, el Canciller Bismarck lo utilizó como una estratagema política para combatir el atractivo político de las propuestas de corte marxista y esperando nunca tener que pagar las pensiones --fijó la edad de jubilación en 70 años cuando la expectativa de vida promedio de los alemanes era de 39 años.

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