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Mordaza en Ecuador

Publicado por Cristina Lopez

Condenados. "Cuando advierta que para producir usted necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos, sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces usted podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada”. (Ayn Rand, 1950).

Fue esta la portada que saludó por la mañana a miles de lectores del periódico ecuatoriano El Universo el pasado 21 de julio de 2011. Por la opinión personal de uno de sus columnistas, Emilio Palacio, el diario El Universo fue condenado en un juicio por 40 millones de dólares, por parte del presidente Rafael Correa, quien dijo sentirse injuriado por la columna publicada.

La columna era un análisis de la crisis de gobierno del 30 de septiembre del pasado 2010, y no un reporte periodístico con vocación de informar. Con la injusta condena, se pasó sin más, por encima del medio que John Stuart Mill acuñara como “la esencia para el descubrimiento de la verdad”; la libertad de expresión que en El Salvador disfrutamos y a veces tomamos por sentado.

El papel de la libertad de expresión en una sociedad libre, va más allá de permitir a los ciudadanos expresar su opinión, sin temor a sufrir consecuencias perjuiciosas, ya que permite al ciudadano jugar su rol de auditor democrático, para exigir la rendición de cuentas a los políticos que eligió como gobernantes. Sin embargo, cuando la misma es limitada por aquellos que deben garantizarla, la autocensura y la fabricación de información desequilibran injustamente el mercado de las ideas, a favor de quien tiene más intereses en esconder verdades y oprimir libertades.

Sin embargo, por más que hagan los dictadores autoritarios de Sur América por apropiarse las causas del Libertador Simón Bolívar, la libertad que predicó Bolívar es una causa que no les pertenece. Por más que haga Rafael Correa por controlar las cortes, la justicia que defienden quienes se sientan libres, no le pertenece tampoco. Por más que trate de adueñarse de los medios de comunicación a través de la censura, no puede adueñarse de la libertad de expresión y de conciencia. Y precisamente porque lo sabe, es que está invirtiendo tanto en ganar esta absurda batalla de supresión de los derechos individuales.

Poco hemos hecho desde nuestro país para condenar los actos insólitos de supresión de libertades en Ecuador. Ojalá que la vocación periodística de nuestro presidente, le incentive con toda objetividad y sin sesgos ideológicos, a condenar la violación a la libertad de expresión por parte del presidente Correa, y lo anime a preservar férreamente la nuestra.

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