Los líderes del mundo se están reuniendo en Nueva York para evaluar el grado de cumplimiento de los “Objetivos de Desarrollo del Milenio” (ODM). Así es conocida la fastuosa campaña lanzada por Naciones Unidas para erradicar la pobreza. Es la moderna versión del antiguo, pero no menos famoso, “Cero Siete”.
Vamos a asistir a una catarata de declaraciones y buenas intenciones y también a datos que intentarán demostrar cuanto de beneficioso ha sido el ingente esfuerzo y cuan importante es lo que resta por hacer. Aldabonazos y llamadas a la responsabilidad y el compromiso, en esa retórica tan vacía y sensiblera, no faltarán.
No son pocos los que ya han determinado que eso de los Objetivos del Milenio es un monumental fiasco, como el relator especial de la ONU para el derecho a la alimentación, Olivier de Schutter, que piensa que sólo han servido para afrontar los "síntomas de la pobreza" y han ignorado "las causas profundas del subdesarrollo y del hambre".
Olivier De Schutter, que aceptó su actual cargo en Naciones Unidas en mayo de 2008, es un profesor de la Universidad Católica de Lovaina y del Colegio de Europa. Es miembro de la Global Law School perteneciente a la Universidad de Nueva York. Presidió la Red UE de expertos independientes en materia de derechos fundamentales y fue Secretario General de la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH).
Olivier De Schutter ha puesto al descubierto que si bien "los Objetivos del Milenio han sido útiles para movilizar dinero y energías…sólo atacan los síntomas de la pobreza, como la malnutrición infantil, la mortalidad materna o las enfermedades, e ignoran las causas más profundas del subdesarrollo y del hambre".
"Actualmente en el mundo hay cien millones de hambrientos más que hace diez años, cuando se adoptaron los Objetivos del Milenio", ha afirmado, rotundo, Schutter. Piensa que la comunidad internacional y en particular los países más ricos, deben modificar su enfoque y atender los obstáculos estructurales que impiden el desarrollo. Todos sabemos que hay más y profundas causas de la pobreza, pero pone el dedo en la llaga cuando afirma que "se debe pasar de un enfoque meramente caritativo a otro enfoque que tenga en cuenta a las poblaciones, a la sociedad civil y, sobre todo, que esté basado en los Derechos Humanos".
Olivier De Schutter es, decididamente, un experto en Derechos Humanos. Sus publicaciones, trabajos e investigaciones apuntan a ello y especialmente a las relaciones entre los derechos humanos y las políticas públicas. Su obra más reciente, editada por la Universidad de Cambridge, este mismo año, se titula International Human Rights Law.
No le cito como argumento de autoridad pues realmente no conozco en profundidad su trabajo. Sus opiniones y declaraciones recientes me han llevado a rebuscar entre los informes de la Oficina que dirige y he leído un papel sobre el hambre en el África Subsahariana.
Constatan que allí el principal problema estructural, la verdadera razón de las pavorosas hambrunas, es el de la propiedad de la tierra. Certifican también que, mayoritariamente, el dueño de la tierra, el señor de la Tierra, es el Estado. Piden reformas estructurales urgentes para que las personas, los campesinos puedan acceder a la propiedad de la tierra.
Hace diez años que Naciones Unidas lanzó su pomposa campaña internacional sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Burócratas, políticos de todo nivel, reyes y príncipes han abrazo con emoción y decisión esa bandera. Papeles, programas y declaraciones se envuelven para ser correctos en las buenas intenciones de los ODM.
Pues todo es un fiasco. He ido, siguiendo los argumentos de Olivier De Schutter, con urgencia a repasar la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada por Naciones Unidas en el ya lejano 1948 y ahora, en que no pasa el año en que se descubren y proclamen “nuevos” derechos del hombre, he vuelto a leer en ese viejo papel:
Artículo 17.
1. Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente.
2. Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad.
No digo nada más. Seguiremos hablando del Hambre en el Mundo. Por mucho tiempo, me temo.
Este artículo fue publicado originalmente en El Diario Exterior (España) el 20 de septiembre de 2010.