Las afirmaciones repetidas sistemáticamente, tienen la virtud de volverse indiscutibles, aun cuando lo sostenido es tan absurdo como incoherente. Está visto entonces que lo indiscutible no pasa por la evidencia racional o empírica, sino por simple pereza mental o por el prohibicionismo. Si todos repiten al unísono, es porque debe ser cierto, es la excusa más rápida que uno normalmente desarrolla para sus adentros. Esto, claro si acaso haya tenido la osadía de detenerse dos segundos para cuestionarse una afirmación cualquiera. Si bien es cierto que el prohibicionismo perdió mucho terreno, aun sobreviven en algunas culturas que lo siguen empleando. Un claro ejemplo es la fatwua (edicto) de Abdel-Aziz Ibn Baaz, autoridad teocrática de Arabia Saudí, datada apenas en 1993 y que sentencia que la tierra es plana y quien quiera discutirlo es un ateo y merece ser castigado. Claro que en los estados confesionarios los castigos no son precisamente pararse en una esquina, sino que la muerte.
De cualquier forma, las consecuencias son exactamente iguales, es decir, crear dogmas. Los dogmas han demostrado tener un gran valor como herramientas de manipulación de las masas, al igual que las ideologías, cuyos pilares fundamentales, precisamente reposan sobre los dogmas. El motivo es muy obvio, es que ninguna fuerza política o religiosa que sobrevive gracias a las masas, puede darse el lujo de tener gobernados que piensen demasiado, pues esto sería la ruina de milenarios sistemas que a la vez les permiten gobernar su cuadrante en el hormiguero global. Los espacios perdidos por estos en muchos puntos del planeta, especialmente en occidente, no obedeció precisamente a la buena voluntad de los reyes, papas, dictadores o consejos, sino que se los han arrebatado en contra de su voluntad, aun cuando hayan tratado de contrarrestarlo comprando filósofos que afirmaban cualquier incoherencia para sostenerlos, como que el poder venía de Dios, la dialéctica, la negación de la propiedad privada, entre otras sanatas.
Podríamos referirnos a miles de dogmas y todos nos conducirían a un mismo fundamento existencial: el control social. Aunque la prohibición de pensar no sea siempre factible, otros mecanismos, como la propaganda, cumplen eficazmente el mismo objetivo. Crear unanimidad a fuerza de repetición, la invasión de espacios comunicacionales, la simplificación de mensajes como los slogans o de silenciar las evidencias que no les favorecen, hacen que cualquiera que intente discutir la afirmación, no solo se sienta un idiota, sino que la mayoría se encargará de recordárselo. El efecto resulta hasta más eficaz que la prohibición misma, pues estas, al menos recuerdan a sus víctimas que no deben pensar, mientras que la propaganda los adormece haciéndoles creer que todo está bien, evitando activar algún mecanismo de defensa como ocurre cuando se usa la fuerza.
Como los principios no admiten compartimientos estancos, simplemente basta analizar uno de ellos y nos puede servir de guía para mirar a otros peligrosos dogmas y hasta podríamos notar por cuan estúpidos nos hacen pasar, al menos si somos lo suficientemente sinceros con nosotros mismos. Una de las creencias más comunes es que cuanto más invierte un país en el sector educativo, el progreso está a la vuelta de la esquina, aun cuando las evidencias contrarias son abrumadoras. En primer lugar lo de la gratuidad es una mentira descarada, el presupuesto de la nación no se forma con la lluvia, sino con el dinero de los impuestos y los indicios señalan que son los pobres quienes no se salvan de este y muchos ricos tienen mayor facilidad para evadirlos. Segundo, el Estado paraguayo, literalmente ha gastado millonarias sumas en este sector y la educación no solo no mejora sino que empeora.
¿A dónde va a parar el dinero? ¿Acaso no es obvio? ¡A prebendas! Prebendas que contratan legiones de profesores por cupos políticos, muchas veces sin más habilidad que la obsecuencia y a quienes, para colmo se los adoctrina de una manera feroz, diciéndoles sin evidencias respaldatorias, que el 70% de las familias están desintegradas y que por ello deben cumplir el rol de padres. Claramente se está intentando la contra costumbre para crear un estado dueño de la patria potestad. Esto no es ninguna novedad, lo hicieron todos los regímenes totalitarios y los que fingen no serlo, Esparta fabricaba guerreros con niños desde los 7 años, Hitler con sus juventudes, Hugo Chávez y cualquiera que quieran trasmitir sus ideas a través del estado lo hicieron siempre.
¿O es que no le pareció sospechoso el proyecto de la supuesta escuela abierta en plena vacaciones, dirigido por el Pmas, en donde alegremente ha enviado a sus chicos desde los 6 años a ser adoctrinados? No olvide también el vaso de leche y los kits escolares que no son más que caramelos somníferos para que usted siga sosteniendo que todo está bien y que los políticos los sigan sobrefacturando. En realidad si desgranáramos todas las atrocidades nos faltará mucho espacio. El Estado no puede seguir teniendo el monopolio de la educación, cualquiera que lo gobierne echará mano de ella. ¿Alguna vez se detuvo a pensar si es que puede existir educación privada cuando la malla curricular viene impuesta por un Ministerio de Educación? ¿Alguna vez se planteó la idea de que pasaría si dicho Ministerio dejara de existir? Si no lo ha hecho, es que nuevamente la eficacia de la propaganda está evidenciada. Es usted un dogmático.