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Chile optó por el cambio

Conocido el 96% de los escrutinios de esta primera vuelta, los chilenos ya pueden sacar algunas conclusiones sobre lo que significó el veredicto popular que entregó a Sebastián Piñera el 44,03% de los votos por sobre el 29,62% del oficialista Eduardo Frei, el 20,12% de Marco Enríquez-Ominami y el 6,21% de Jorge Arrate.

Una de ellas, es que el agotamiento de la Concertación es un hecho concreto. Tras 20 años en el gobierno, Chile quiere despertar de la siesta del último tiempo, es necesario retomar el tiempo perdido, reasumir el liderazgo perdido y dar el salto hacia el futuro.

En sus respectivos discursos, tras conocer los resultados, cada uno de los candidatos dejaron en claro su mirada del mundo, ratificando porque Chile votó por el cambio. Frei se autocalificó como el continuador de Bachelet, pese a no capitalizar la popularidad de la mandataria. Arrate mantuvo el confrontacional discurso de “todos unidos contra la derecha”, mientras Enríquez-Ominami, consecuente con su discurso no endosará los votos, más bien deberá capitalizar un importante apoyo ciudadano que acogió su discurso también centrado en la renovación y el cambio.

Las cifras, dependiendo de cómo se lean pueden prestarse para muchas interpretaciones. Algunos dirán que el  55,9% no votó a Piñera. Sin embargo,  también puede decirse que el  64,1% votó por un cambio. Cuestión que también se refleja en la elección parlamentaria.

También demuestra que el mensaje “Todos contra Piñera para derrotar a la derecha”, no es funcional ni será asumido por una ciudadanía que deja atrás el pasado y tiene claro la necesidad de una nueva forma de hacer política. Es más, provoca rechazo pues los tiempos de la polarización y el enfrentamiento son resabios de un pasado traumático que ya es historia.

En su discurso, Sebastián Piñera hizo una invitación a todos a sumarse a su campaña, él mismo ratificó que será el Presidente de “todos los chilenos” y señaló que comparte con Enríquez-Ominami su diagnóstico de una Concertación agotada, fatigada, incompetente, salpicada por la corrupción, “sin ideas, entusiasmo ni propuestas y capturada por sus operadores políticos y cúpulas partidistas”.

A 30 días de la segunda vuelta se inicia una nueva elección. Frei y Arrate apostarán por las negociaciones de partidos y cúpulas de partido. Enríquez-Ominami tomará palco, mientras Piñera recorrerá Chile casi como Presidente electo, asumiendo un discurso del inicio de una nueva transición joven y de futuro.

Con todo, hay una lección clara: Chile es una democracia madura y ejemplar. Que evalúa, premia o castiga a sus autoridades. Que ve la alternancia como una virtud y que demuestra que conocer los resultados electorales de manera temprana, civilizada, sin disturbios y con el reconocimiento leal de quienes perdieron, son signos que de cultura cívica, que en una región convulsionada por la fragilidad democrática sin duda son dignas de considerar.

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