Prólogo escrito por Yon Goicoechea para el libro de Gustavo Tovar-Arroyo (El Nacional — Venezuela, 2007).
Se nos ha dado el honor de prologar este libro que recoge, excelentemente, los pensamientos y los primeros pasos de una generación de venezolanos libres. Recoge, además, las anécdotas de jóvenes que pasamos de universitarios a ciudadanos sin darnos cuenta, sin entender que en una Venezuela tan abandonada como la nuestra la esperanza es irreverencia y la libertad es subversión. No nos dimos cuenta pero salimos y encontramos a un país en ruinas por levantar; sin haberlo pensado, encontramos el camino de vida que se presenta en estas páginas.
No es que los jóvenes no tuviésemos sentimientos antes el 28 de mayo de 2007, es que ese 28 de mayo explotó lo mucho que sentíamos. Fue ese día, después del cierre arbitrario de RCTV (canal de televisión más antiguo de Venezuela) que los jóvenes nos encontramos en la calle sin previa convocatoria, como si fuéramos espejos de lo que sentía nuestra gente. No hubo heroísmo ni genialidad, ni siquiera intereses o propósitos ocultos, hubo sólo corazón y patria, sueños rotos y miedo. Ese día tomamos el control de nosotros mismos y vencimos el peor enemigo: el conformismo.
El 28 de mayo de 2007 se expresaron a través de nosotros quienes nos formaron en libertad, todos los que lograron que amáramos esta tierra en la que tuvimos la fortuna de nacer y crecer. Ese día, sin hipocresías, nos comprometimos con Venezuela y su grandeza, con la belleza de nuestro pueblo, con el amor a nuestras costumbres y tradiciones, y nos comprometimos con todo lo que duerme bajo el rencor y la división que se promueven desde el poder. A partir de entonces todo ha sucedido aceleradamente.
No es tiempo aún de decir si han llegado a su destino los ideales de la “generación” del 2007, en cambio creemos que sí es tiempo de proponer una forma distinta de ser venezolanos. Por ello, no sólo relatamos el desenvolvimiento del “Movimiento Estudiantil de las Manos Blancas”, sino que proponemos “El Humanismo Libre” como valor democrático y social. Del mismo modo, reivindicamos, ahora por escrito, la importancia de los derechos humanos (civiles, políticos, sociales, etc.) como postura del hombre frente al poder y como fundamento de su libertad. Finalmente, explicamos la “No Violencia” como acto de irreverencia y como máxima fuerza para enfrentar el totalitarismo.
El Humanismo Libre no es más que la comprensión del hombre en sus distintas dimensiones: (i) individuo-sociedad, (ii) material-espiritual y (iii) local-universal. No es una ideología política sino un concepto existencial que considera la responsabilidad, la tolerancia y la libertad, agrego la solidaridad, como atributos inseparables de la humanidad. El Humanismo Libre propugna la democracia con contenido social como modelo de convivencia, en ella pueden articularse el desarrollo libre de las capacidades de cada hombre y la necesidad de contribuir al desarrollo de la sociedad. Lo que planteamos como venezolanos que creemos en la democracia con contenido social, es que el hombre es libre y productivo, en tanto contribuya a la libertad y la productividad de sí mismo y de otros. En tal sentido, debe entenderse que la solidaridad con los demás nunca puede ser “ideologizante” ni impositiva, porque perdería su naturaleza y se convertiría en esclavista. Además, entiende que la solidaridad es humana en tanto se acompañe de la realización de los sueños y la potenciación de las capacidades individuales.
El Humanismo Libre postula que el desarrollo de la sociedad sólo es posible en tanto se respete la dignidad y los derechos de cada hombre que la compone. Se niega a ver el mundo como una cuestión de masas, pues la unidad de toda colectividad humana es precisamente el hombre y en éste ha de reposar la base del Estado. Lo que lo diferencia del liberalismo clásico es la comprensión del hombre en su doble dimensión (individual-social) según la cual, no se podría alcanzar la plenitud sin observar la debida solidaridad con el prójimo. Lo que lo diferencia del marxismo es la clara división entre los derechos del hombre y el poder del Estado, dejando sin efecto la propuesta de confundir al Estado con la sociedad.
Asimismo, defendemos los derechos humanos como límite del poder y como frontera del Estado, pues si éste es una creación del hombre para la consecución de sus fines colectivos, mal podría volverse contra su creador, vaciando de contenido su existencia he irrespetando su dignidad. Por esta razón, los derechos humanos son el gran tema político de la actualidad y de su efectiva protección deriva el éxito del Estado. En las democracias modernas la izquierda y la derecha se han conjugado para dar pie a un justo balance, al punto que hoy no cabe duda de que el desarrollo económico del Estado debe orientarse a la solución de la problemática social de sus ciudadanos. Bajo este esquema el asunto principal es el derecho subjetivo, pues el equilibrio entre éste y las potestades del Estado está aún bajo estudio. La humanidad debe decidir entre mayor control o mayor libertad, siempre respetando el núcleo fundamental de los derechos.
El otro aspecto que se plantea en las páginas posteriores es el relativo a la No Violencia, como fin y como método: “como siembra”. En efecto, se muestra al lector un camino que nunca ha sido derrotado y que sí ha derrotado muchos regímenes totalitarios. La No Violencia es, al mismo tiempo, causa y resultado. Causa en tanto método y resultado en tanto fin del Estado (en el sentido político, no jurídico). Se ha querido incluir nociones doctrinarias de la No Violencia porque con frecuencia es una teoría menospreciada por los venezolanos, a criterio nuestro, debido al desconocimiento de sus fundamentos y a la remembranza de una historia de militarismo cíclico, de la que hemos sido víctimas todos los latinoamericanos.
Finalmente, la obra recuerda por qué luchamos y cuál es el sentimiento que ha motivado a millones de venezolanos a creer en su tierra, en un tiempo en que la esperanza nos era lejana. El autor ha tenido la sensibilidad de redescubrir la venezolanidad de la paz y la tolerancia como formas de vida, de la templanza como bastión de la moral y de la esperanza como motor del hombre. Adicionalmente, el libro ofrece nuestra humanidad como capital de la nueva Venezuela y nos entrega al lector, quizá con la esperanza de encontrarle en la calle defendiendo la libertad, gritando al viento la necesidad de cambio.
Este libro es amarillo, azul y rojo, profundamente nuestro, infinitamente honesto. Es un primer paso que presentamos con humildad ante la inteligencia de nuestra gente, pensando en el día en que la creatividad y el trabajo nos liberen de la pobreza y de la muerte. No es una celebración de proezas sino un mensaje de futuro.
En nuestra Venezuela cientos mueren por semana, millones sufren la pobreza, la corrupción nos roba la dignidad, las listas gubernamentales nos discriminan y el militarismo avanza sin tregua; es por eso que, en este libro, los jóvenes nos resistimos con la palabra, no a un individuo sino a una forma de vivir. Nos resistimos desde la esperanza, con la sangre corriendo fuerte en nuestras venas indias, blancas y negras. Nos resistimos a la locura y al atropello, a la improvisación y la mediocridad, resistimos al entreguismo y la soberbia, a la exclusión y el autoritarismo; en fin, resistimos como lo hizo Bolívar, nuestros abuelos y nuestros padres. No es una opción, es una fatalidad.
Este libro, como todos, está hecho de palabras. Pero estas palabras son el arma para liberar a mi pueblo, estas palabras son sagradas. Gracias al autor.
Yon Goicoechea
Estudiante