Suecia y Finlandia pueden estar cometiendo un error fatal

Ted Galen Carpenter considera las repercusiones de extender la membresía en la OTAN a Finlandia y Suecia.

Por Ted Galen Carpenter

Los líderes de EE.UU. y otros países occidentales están radiantes anta la inminente incorporación de Suecia y Finlandia a la OTAN, aunque todavía existe la posibilidad de que Turquía bloquee su admisión a la Alianza. El primer ministro Recep Tayyip Erdogan ha insinuado sombríamente que puede hacerlo, a menos que los dos países candidatos hagan ciertas concesiones. Profesa estar especialmente preocupado por la renuencia de Suecia a extraditar a los “terroristas” kurdos. Dado el largo historial de oportunismo cínico de Erdogan en otros temas, es más probable que su amenaza sea simplemente una táctica de negociación para mostrar la influencia de Ankara. 

Además de querer concesiones políticas de Estocolmo y Helsinki, ha buscado concesiones de EE.UU. como líder de la OTAN. Su mano dura diplomática ya ha producido un beneficio: la decisión de Biden de aprobar una importante venta de cazas F-16 a Turquía, una venta que había estado en suspenso durante mucho tiempo. Biden negó que hubiera alguna conexión con la posición de Ankara sobre la expansión  nórdica de la OTAN y dijo que “no hubo quid pro quo con eso; era solo lo que deberíamos vender”. Sin embargo, el momento de la aprobación de la Casa Blanca sugirió lo contrario. En cualquier caso, una vez que Erdogan termine con su drama diplomático, la OTAN tendrá dos nuevos miembros. 

Ambos países aportan importantes activos militares a la Alianza. Suecia, en particular, tiene un ejército moderno muy capaz, que incluye una fuerza aérea de primera clase. Finlandia posee una fuerza militar más pequeña y menos significativa, pero tiene una frontera de 830 millas con Rusia. Para los halcones de la OTAN, esa situación se considera un gran beneficio, en lugar de otra peligrosa provocación hacia Moscú. Uno podría pensar que ver los resultados desastrosos de la política occidental de convertir a Ucrania en un peón militar de la OTAN inhibiría tal imprudencia con respecto a Finlandia. Sin embargo, claramente ese no es el caso. 

La reacción del Kremlin a la última fase de la expansión de la OTAN hasta ahora ha sido sorprendentemente moderada. Moscú informó a ambos países que si se unían a la Alianza, Rusia se vería obligada a reposicionar sus fuerzas nucleares para centrarse más en Escandinavia, pero aún no ha habido ninguna advertencia de que agregar Suecia o incluso Finlandia cruza una “línea roja” – una advertencia que Vladimir Putin y otros funcionarios emitieron en varias ocasiones con respecto a Ucrania. Uno puede esperar que tal moderación continúe. 

Sin embargo, unirse a la OTAN es un paso imprudente, potencialmente muy peligroso, para Suecia y Finlandia. Suecia, en particular, se ha beneficiado enormemente de su postura de estricta neutralidad durante más de 170 años. El país incluso logró evitar enredarse en cualquiera de las dos guerras mundiales –algo de lo que muy pocos países europeos podrían jactarse. La neutralidad salvó a Suecia de la enorme destrucción y pérdida de vidas que asoló al resto de Europa. Abandonar una póliza que ha brindado beneficios tan extensos es un acto de locura a menos que existan razones convincentes para hacerlo. Independientemente de lo que se concluya sobre las acciones de Rusia en Ucrania, la noción de que la Rusia de hoy representa una amenaza mayor para Suecia y el resto de la Europa democrática que la Unión Soviética, más grande y mucho más poderosa, es absolutamente inverosímil. Un ejército que tiene serios problemas para lograr sus objetivos limitados en Ucrania no es una amenaza creíble para el resto de Europa. 

La historia de Finlandia es bastante diferente que la de Suecia, y el deseo de Helsinki de que la OTAN la proteja de Rusia es más comprensible. El país formó parte del Imperio Zarista Ruso, y sus experiencias durante la era soviética no fueron mucho mejores. Las fuerzas de Moscú atacaron Finlandia durante la Guerra de Invierno de 1939-1940 y se apoderaron de una parte clave del territorio. Durante la Guerra Fría, Helsinki estaba atada a Moscú. A diferencia de los estados títeres del Kremlin en Europa del Este, Finlandia pudo mantener el autogobierno. Sin embargo, no se atrevió a diferir de la posición de Moscú sobre cualquier tema importante de política exterior. Al menos algunos finlandeses temen que Putin eventualmente pueda actuar para restaurar una relación patrón-cliente así de asfixiante. 

Es un miedo a algo improbable, y la decisión de Helsinki de unirse a la OTAN en realidad aumenta, en lugar de disminuir, el peligro de tensiones con Rusia y el inicio de una confrontación militar. Moscú, en especial, considerará cualquier intento de estacionar tropas y armamento de EE.UU. en territorio finlandés como una provocación muy seria. Con su nueva política, los finlandeses corren el riesgo de quedar atrapados en medio de un juego de poder geoestratégico entre Rusia y EE.UU.

La decisión de Estocolmo y Helsinki de unirse a la OTAN no podría ser más inoportuna. Esos países se están convirtiendo en parte de la política y el aparato militar de la OTAN en el mismo momento en que las relaciones entre la Alianza y Moscú están en su peor momento desde las profundidades de la Guerra Fría. Incluso las posibilidades de una colisión armada van en aumento. Suecia y Finlandia podrían haber optado por mantenerse al margen de la creciente disputa entre Rusia y la OTAN, pero tomaron la decisión opuesta. 

Sus acciones recuerdan la decisión que tomó la República de Texas en 1845 de unirse a EE.UU. superficialmente, los Texanos tenían buenas razones para hacerlo. Las finanzas públicas de la república eran nefastas, México seguía representando una amenaza militar inminente y los principales países europeos miraban al país naciente como un posible peón geopolítico. Sin embargo, la decisión de unirse a la Unión pronto resultó ser desastrosa, ya que Texas lo hizo justo a tiempo para convertirse en parte de la caída de EE.UU. hacia la guerra civil. Los suecos y los finlandeses ahora deben esperar que optar por la membresía en la OTAN no conduzca a un resultado calamitoso similar. 

Este artículo fue publicado originalmente en Antiwar.com (EE.UU.) el 7 de septiembre de 2022.