No obliguen a re-abrir las escuelas, pero tampoco obliguen a las familias a pagar por escuelas cerradas

Corey A. DeAngelis sostiene que si bien las escuelas no deberían ser obligadas a re-abrir, las familias tampoco deberían ser obligadas a financiar escuelas que no satisfacen sus necesidades.

Por Corey A. DeAngelis

Los cierres de escuelas han afectado al menos a 55 millones de estudiantes de primaria y secundaria en EE.UU. desde marzo. Conforme nos acercamos al otoño, el debate acerca de re-abrir las escuelas presenciales se está calentando. 

El presidente Donald Trump y otros están presionando a las escuelas para que re-abran en el otoño. Los sindicatos de profesores y otros grupos están diciendo que las escuelas deberían permanecer cerradas a menos que destinemos 100.000 millones de dólares federales al sistema. Ambos lados del debate están equivocados.

Quienes hacen un llamado a re-abrir las escuelas tienen preocupaciones legítimas. Millones de familias estadounidenses han estructurado su situación de empleo y estilo de vida alrededor del calendario escolar. Mantener las escuelas cerradas crearía dificultades económicas desproporcionadas para los hogares de un solo padre y para los hogares de dos padres que dependen de dos ingresos.

Algunos distritos escolares, como el Condado de Escuelas Públicas de Fairfax, han ofrecido a las familias la opción de enviar a sus niños a las clases presenciales durante 2 días a la semana o 0 días a la semana. El alcalde de la ciudad de Nueva York Bill de Blasio recientemente anunció que gran parte de los estudiantes solo asistirán a clases presenciales 2 o 3 días a la semana. Pero ese tipo de opciones hacen poco para ayudar a los padres a volver a trabajar a tiempo completo. 

Ese no es el único problema. Los nuevos datos nacionales sugieren que gran parte de los distritos escolares estatales no lograron proveer una educación significativa de manera remota. Un reporte de junio de 2020 del Center for Reinventing Public Education concluyó que solo 1 de cada 3 distritos escolares requirió que los profesores impartan instrucción durante la cuarentena. Los datos recientes sugieren que los estudiantes ya han perdido terreno académico debido a este tipo de fallas sistémicas.

Entre los cierres totales de algunas escuelas y el mal desempeño de las escuelas que implementaron el aprendizaje a la distancia, los contribuyentes están pagando mucho dinero para obtener una educación inadecuada para sus hijos. Tampoco es que el status quo previo al COVID-19 era algo que celebrar. El gasto por estudiante ajustado a la inflación en EE.UU. había aumentado en un 280 por ciento desde 1960, y actualmente gastamos más de $15.000 por cada niño cada año. Mientras tanto, la libreta de la nación muestra que solo 15 por ciento de los estudiantes estadounidenses son competentes en historia de EE.UU. y 2 de cada 3 estudiantes no son competentes en lectura.

Personas razonables pueden discutir acerca de si estamos recibiendo un retorno aceptable por nuestra inversión. Pero, ¿por qué cualquier persona debería tener que continuar pagando la misma cantidad por las escuelas si ni siquiera están abiertas?

La Federación Americana de Profesores dice que las escuelas estatales alrededor del país necesitan más de $116.000 millones para re-abrir de manera segura. Esa es una cantidad enorme de dinero. Es casi el doble de la cantidad total asignada por el gobierno federal hacia la educación primaria y secundaria en el año escolar más reciente. También es cercana a la cantidad dedicada por EE.UU. al Plan Marshall para reconstruir Europa luego de la Segunda Guerra Mundial. Todavía aún, la Ley CARES federal ya ha aprobado $13.000 millones para asistir en la re-apertura de las escuelas. Solo 1,5 por ciento de ese dinero de hecho ha sido utilizado por los estados. ¿A dónde está yendo todo ese dinero?

El debate hasta ahora no ha tomado en cuenta las preferencias de las familias —los clientes que de hecho están pagando por esta educación.

Muchas familias están reportando de que ellos quieren un aprendizaje virtual para sus niños durante el siguiente año. Un nuevo estudio nacional concluyó que 53 por ciento de las familias latinas están considerando no inscribir a sus niños en el colegio este año. Una encuesta de Gallup de junio descubrió de igual forma que 44 por ciento de las familias desean educación a distancia a tiempo parcial o completo durante este otoño. Una reciente encuesta de USA Today descubrió que 60 por ciento de los padres es “probable” que mantengan la educación en casa durante este otoño. Desde ya, los sindicatos de profesores han dificultado que los padres inscriban a sus niños en los programas de aprendizaje a la distancia de alta calidad.

El sindicato de profesores de Oregon cabildeó con éxito para prevenir que las familias se inscriban en las escuelas concertadas virtuales. Las Asociación de Administradores de Escuelas de Pennsylvania cabildeó de manera similar para prevenir que las familias tengan acceso a las opciones de escuelas concertadas virtuales durante la primavera. Más recientemente, la legislatura de California acabó de aprobar una ley que previene que los dólares de educación sigan a los estudiantes hacia las escuelas concertadas virtuales este año. Y no es que ellos estén demandando que la enseñanza la impartan ellos. El sindicato de maestros de Los Ángeles llegó a un acuerdo con su distrito que previno que se le requiera a los profesores trabajar más de 4 horas cada día durante la cuarentena. Ninguno de estos esfuerzos tiene sentido a menos que el propósito es proteger al monopolio de la competencia.

Es obvio que las familias necesitan más opciones ahora. Pero, al mismo tiempo, los mandatos impuestos desde arriba hacia abajo para re-abrir las escuelas no son la solución óptima. Los requisitos de re-apertura probablemente difieren según la región y los individuos en un determinado lugar tienen la mejor información requerida para tomar decisiones buenas acerca de sus propias comunidades. Si las escuelas no pueden re-abrir, o no están equipadas para proveer una educación en línea adecuada, las familias no deberían ser obligadas a pagar por estas. Considérelo de esta manera: si Walmart no re-abre, las familias pueden llevar sus cupones de alimentos a otro lugar. Si una escuela no re-abre, las familias de igual forma deberían poder llevar sus dólares de educación a otro lugar. 

Si el gobierno federal va a proveer cualquier estímulo adicional para el financiamiento de la educación primaria y secundaria, una porción significativa de ese dinero debería ir directamente e las familias, una idea que acaba de proponer la Secretaria de Educación de EE.UU. Betsy DeVos. Las familias podrían utilizar esos dólares para compensar por los costos de la educación en casa o para cubrir la pensión y gastos de una escuela privada. Sin embargo, como la Dra. Lindsey Burke ha propuesto, los estados también podrían implementar este tipo de solución centrada en los estudiantes sin que necesariamente se involucre el gobierno federal.

Darle poder de vuelta a las manos de las familias le daría a las escuelas los incentivos para proveer a sus niños una buena educación. De hecho, una encuesta nacional realizada por Common Sense Media encontró que los estudiantes en las escuelas privadas tenían el doble de probabilidad que los niños en las escuelas estatales de conectarse con su profesor diariamente durante la cuarentena. Esto es probablemente debido a que los líderes de las escuelas privadas saben que perderán a sus clientes —y su financiamiento— si no satisfacen sus necesidades. Las escuelas que proveen una educación remota de mala calidad, no proveen horarios flexibles, o no abordan en un grado suficiente la seguridad de los estudiantes perderán estudiantes y su financiamiento.

Así debería funcionar el sistema educativo. Deberíamos financiar a los estudiantes en lugar de financiar sistemas. El poder debería estar siempre en las manos de las familias y no en las de los burócratas. Los partidarios de la libertad educativa siempre han sabido esto. Pero la impotencia de las familias y de sus niños atrapados en la politiquería de la pandemia deja en evidencia esto ahora más que nunca antes.

Este artículo fue publicado originalmente en Reason (EE.UU.) el 9 de julio de 2020.