Los cierres de las escuelas se decidieron en base a criterios políticos, no científicos

Corey A. DeAngelis y Christos A. Makridis sostienen que los cierres de escuelas inducidos por los sindicatos perjudican a los estudiantes académicamente, mentalmente y físicamente, reduciendo prácticamente en nada la transmisión general del coronavirus o la mortalidad infantil.

Por Corey A. DeAngelis y Christos A. Makridis

El cierre a largo plazo de las escuelas, y el daño que le causó a los niños a nivel nacional, fue una decisión tomada no en base a la salud, sino en torno a la política —gracias a los sindicatos de maestros y a los políticos demócratas que estos financian. 

Un estudio elaborado por investigadores de Michigan State University descubrieron que cuando los gobernadores permitieron que los distritos decidan tener o no educación presencial en otoño de 2020, las “decisiones estaban más atadas al partidismo político local y a la fortaleza del sindicato local que a la severidad del COVID-19”.

Esto a pesar de que los políticos ya sabían que los niños tenían menos riesgo por el COVID-19.

¿Seguir la ciencia? Más bien seguir la ciencia política.

El daño mental y físico

La Ley de Libertad de la Información documenta cómo los principales sindicatos de maestros cabildearon ante los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) acerca de la reapertura de los colegios. De hecho, los correos electrónicos que el Washington Post adquirió revelaron que los CDC adoptaron el lenguaje sugerido por Randi Weingarten de la Federación Americana de Maestros para sus recomendaciones, casi palabra por palabra, al menos dos veces. A los funcionarios del gobierno también se les dijo que consideren las negociaciones de contratos de los sindicatos en sus recomendaciones de reapertura. 

Estos cierres de escuelas inducidos por los sindicatos perjudican a los estudiantes académicamente, mentalmente y físicamente, reduciendo prácticamente en nada la transmisión general del coronavirus o la mortalidad infantil

Un estudio publicado por el Buró Nacional de Investigaciones Económicas, por ejemplo, encontró que la pérdida de aprendizaje de matemáticas era “10,1 puntos porcentuales menos para los distritos con clases totalmente presenciales” en relación a los distritos con aprendizaje remoto en 2020-21. 

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Un estudio publicado por el Journal of the American Medical Association encontró que “asistir a la escuela de manera remota durante la pandemia del COVID-19 estuvo asociado con consecuencias de salud mental de manera desproporcionada para los niños negros e hispanos mayores así como también para los niños en las familias con ingresos más bajos”.

Los sindicatos de maestros puede que hayan exagerado su estrategia. 

Un nuevo estudio del grupo para el cual trabajo, la American Federation for Children, sugiere que la presión para cerrar las escuelas públicas les resultó contraproducente a los sindicatos hambrientos de poder al convencer a las familias de votar con sus pies:

  • Encontramos que —incluso independientemente del riesgo de COVID y varios otros factores demográficos locales— los cierres de escuelas han desplazado de manera significativa las familias hacia la educación en casa y la educación privada
  • Encontramos que una transición total desde la educación presencial hacia la instrucción remota estuvo asociada con un aumento de 2,3 puntos porcentuales en los hogares que educan en casa

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Estos efectos estimados no se explican por las diferencias a través de los estados en factores demográficos, infecciones o tasas de mortalidad, entre muchas otras variables. Además, que la proporción de hogares que educaron en casa a sus niños en 2021 sea aproximadamente el doble de la tasa anterior a la pandemia —incluso después de que muchas escuelas volvieran a la educación presencial— muestra que el aumento en la educación en casa no es solo una moda. 

Otro estudio encontró algo de evidencia para sugerir que la instrucción remota de las escuelas públicas estaba asociada con aumentos en la inscripción en escuelas privadas. Las escuelas privadas han sido mucho más proclives que las públicas a proveer servicios de educación presencial y el hecho de que se mantuvieron abiertas probablemente atrajo nuevos clientes. Un estudio reciente publicado en el Journal of School Choice de igual forma encontró que las escuelas privadas en áreas con distritos de escuelas públicas cerradas era más probable que experimenten aumentos en sus inscripciones en otoño de 2020. 

Mientras tanto, las investigaciones realizadas por Cambridge University Press encontraron que los distritos de escuelas públicas ubicados en áreas con más escuelas privadas católicas eran más probable que vuelvan a abrir en otoño de 2020, sugiriendo que los incentivos juegan un papel en estas decisiones. 

Los últimos datos de 42 estados también indican que las escuelas concertadas públicas, que en su mayoría compiten por sus clientes, experimentaron un incremento de 7,1% en sus inscripciones en 2020-21, mientras que las escuelas públicas administradas por los distritos perdieron 3,3% de inscripciones, o cerca de 1,5 millones de sus estudiantes. 

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Las inscripciones en el distrito escolar de la ciudad de Nueva York cayeron en alrededor de 64.000 estudiantes, o cerca de 4,7 por ciento, desde los niveles anteriores a la pandemia, mientras que las inscripciones en las escuelas concertadas aumentaron 3,2% este año escolar. Estas son malas noticias para el distrito porque las escuelas públicas se financian en base al conteo de inscripciones. Quizás irónicamente, la noticia es mala para los sindicatos de maestros por doble partida, considerando el auge reciente en el respaldo a —y expansión de— la libertad para elegir las escuelas.

Aquí vamos de nuevo

Ahora está sucediendo todo de nuevo. 

Más de 5.500 escuelas públicas estadounidenses cerraron durante las dos primeras semanas de 2022, según el agregado de información escolar Burbio. 

Casi dos años después de “dos semanas para desacelerar los contagios”, muchos sindicatos de maestros todavía están luchando para cerrar las escuelas públicas. Las facciones dentro del sindicato de maestros más grande en la ciudad de Nueva York, la United Federation of Teachers, presionaron para cerrar las escuelas a la educación presencial a principios de este mes. Algunos miembros del sindicato incluso entablaron una demanda para cerrar las escuelas por “dos semanas” nuevamente. 

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Los padres con ingresos más altos es más probable que tengan los recursos para enviar a sus niños a las escuelas privadas cuando el sistema de escuelas públicas les falle. Financiar a los estudiantes directamente con bonos escolares sería un factor igualador al permitir que más familias tengan acceso a las oportunidades educativas.  Los últimos datos del Buró del Censo muestran que las escuelas públicas de la ciudad de Nueva York gastaron más de $35.000 por estudiante en 2019. Es hora de darle ese dinero directamente a las familias para que estas puedan encontrar alternativas. 

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El hecho de que el cierre de las escuelas fue una decisión política, basada en la relación simbiótica entre los sindicatos de maestros y el Partido Demócrata, muestra por qué la libertad para elegir las escuelas es tan importante. No les permitamos decidir por nosotros cómo y dónde nuestros niños aprenden.

Este artículo fue publicado originalmente en New York Post (EE.UU.) el 18 de enero de 2022.