Cómo el sistema educativo se puede adaptar al COVID-19

Corey A. DeAngelis considera que las cuentas de ahorro para la educación podrían una solución de corto y largo plazo: permitirían mejorar la educación estatal, ampliaría las opciones disponibles a las familias de bajos ingresos y ayudaría a las familias a adaptar la educación de sus hijos frente al cierre de las escuelas por el COVID-19.

Por Corey A. DeAngelis

En un intento por mitigar el contagio del COVID-19 mediante el distanciamiento social, la mayoría de las instituciones de educación básica, primaria y secundaria han cerrado en EE.UU., y por lo menos 46 estados han ordenado o recomendado que permanezcan cerradas durante el resto del año escolar. El cierre de las escuelas ha afectado a más de 55 millones de estudiantes de aproximadamente 124.000 escuelas. 

Aunque la pandemia ha traído muchas dificultades a las familias y sus hijos, el sistema educativo se puede adaptar e incluso llegar a ser mejor para los estudiantes en el futuro. Aquí explico cómo podría hacerlo.

En pocas palabras, ahora todos somos educadores en el hogar. En cuestión de semanas, la proporción de estudiantes estadounidenses educados en casa saltó de aproximadamente 3% a alrededor de 100%. 

Muchas escuelas han sido capaces de continuar ofreciendo servicios educativos virtualmente. Sin embargo, muchas escuelas distritales no están enseñando contenido nuevo, y en algunos casos suspendieron completamente sus servicios, por el resto del año escolar.  Aunque muchos distritos escolares técnicamente han continuado impartiendo clases, algunas familias puede que no estén satisfechas con la calidad de esos servicios. En estos casos, afortunadamente hay otras opciones a su disposición. 

Hay muchos recursos disponibles gratuitamente 

Los recursos en línea son abundantes y ayudan a las familias adaptarse a brindarle a sus hijos la mejor experiencia educativa en casa. Las familias pueden acceder a videos instructivos de forma gratuita en sitios web como Khan Academy y TED Ed, y más de 13.000 familias han estado compartiendo muchos más recursos útiles en Learn Everywhere

Es completamente entendible que muchas familias no tengan la capacidad en este momento de personalizar la educación de sus hijos. Las escuelas charter públicas y gratuitas están disponibles en 45 estados y en el Distrito de Columbia, y muchos estados ofrecen acceso en línea a las escuelas charter. Estas escuelas charter virtuales prácticamente no se han visto afectadas por la pandemia del COVID-19 ya que previamente estaban brindando educación a distancia a sus estudiantes.

Aunque ciertos grupos en algunos estados han intentado utilizar la fuerza del estado para evitar que las familias se cambien a las escuelas charter virtuales durante el cierre, la mayoría de los estados están permitiendo que las escuelas charter virtuales presten servicios a nuevos estudiantes. Algunos proveedores de educación virtual como K-12 Inc. y StrongMind han estado ofreciendo servicios gratuitos a estudiantes en todo el país. El estado de Alaska incluso se asoció con Florida Virtual School, una escuela que ha brindado educación virtual por más de dos décadas, para ayudar a los estudiantes de Alaska a recibir una educación. 

La política pública puede ayudar las familias a adaptarse

Las autoridades en todos los estados pueden ayudar a las familias a acceder a la educación virtual relajando o eliminando las regulaciones sobre las fechas límite de inscripción, las proporciones máximas permitidas de estudiantes por maestro y renunciando a los requisitos de exámenes estandarizados. Las autoridades deben evitar imitar respuestas a esta crisis como las de Oregón y Pensilvania. Oregón prohibió a los estudiantes cambiarse a escuelas charter virtuales y Pensilvania no está compensando a las escuelas charter virtuales por atender a estudiantes nuevos.

De hecho, el Wall Street Journal informó que se bloqueó la inscripción de alrededor 1.600 estudiantes en la Oregon Connections Academy. Este tipo de normas dan prioridad a la protección de las escuelas administradas por el estado, poniéndolas delante de las necesidades de las familias en el peor momento posible —cuando millones de ellas están teniendo dificultades financieras. 

Programas educativos con mayor flexibilidad como solución a corto y largo plazo

Los estados también podrían emitir cuentas de ahorro para proveer educación de emergencia y ayudar a las familias adaptarse durante el cierre escolar. Si la escuela estatal asignada a un niño según su residencia no está funcionando para ellos durante el cierre, por cualquier motivo que sea, la familia del niño podría usar algunos de sus dólares de educación para cubrir los gastos de su educación en el hogar o para asistir a una escuela privada que elijan sus padres. El estado podría establecer la cantidad financiada a través de la cuenta de ahorro para educación en una fracción del monto que se hubiera gastado en el niño en la escuela estatal, creando de esta manera una situación en la que ganan todas las partes involucradas: las familias obtendrían más opciones para la educación de sus hijos y las escuelas estatales retendrían una fracción de su financiamiento por niños que ya no asisten.

Los estados deberían considerar mantener estos programas de cuentas de ahorro para la educación incluso cuando las escuelas vuelvan a abrir para la educación presencial. Así como la pandemia causará que muchas familias se den cuenta que no les gusta la educación en el hogar, habrán algunas familias que querrán continuar brindándole a sus hijos una educación en casa. 

De hecho, una nueva encuesta representativa a nivel nacional sugiere que es más probable que los padres apoyen la educación en el hogar como resultado del COVID-19. Específicamente, la nueva encuesta encontró que 52% de los padres dijeron tener una visión más favorable de la educación en el hogar, mientras que solo la mitad de esa proporción dijo tener una visión menos favorable, como resultado del COVID-19. 

En los sistemas sin programas de cuentas de ahorro para la educación surge el problema que incluso cuando una familia considera que realmente quiere continuar con la educación en el hogar, es posible que no pueda debido a las limitaciones financieras. 

En otras palabras, las familias de bajos ingresos serían desproporcionadamente más propensas a enviar sus hijos a las escuelas estatales después del cierre, independientemente de sus preferencias. En este sentido, las cuentas de ahorro para la educación conducirían a una mayor igualdad en el sistema educativo ya que las familias acomodadas desde ya pueden permitirse incurrir en los costos de educar a sus hijos en el hogar o de mandarlos a escuelas privadas

En promedio, EE.UU. gasta $15.424 por estudiante por año de educación básica, primaria o secundaria. Ese dinero podría ayudar en gran medida a las familias de bajos ingresos a acceder a la educación en el hogar, y sería más que suficiente para cubrir la matrícula de una escuela privada promedio. Según Private School Review, la matrícula promedio de las escuelas privadas de EE.UU. actualmente es de $11.012, o alrededor de un 29% menos que el costo por niño en una escuela pública. 

Eso significa que, con un programa de cuentas de ahorro para la educación totalmente financiado, una familia podría pagar una escuela privada promedio para su hijo y aún le quedarían alrededor de $ 4.400 cada año para usar en otros gastos educativos como tutorías, libros y aprendizaje en línea. Quienes diseñan la política pública también podrían estructurar los programas de cuentas de ahorro para la educación para permitir que los fondos sobrantes se transfieran de un año a otro y, en última instancia, se utilicen para la educación superior.

Los programas de cuentas de ahorro para la educación permitirían a las familias personalizar la educación de sus hijos y proporcionarles acceso a las escuelas que tendrían entonces fuertes incentivos para satisfacer las necesidades de sus hijos.

De hecho, una nueva encuesta realizada por Common Sense Media descubrió que los estudiantes de escuelas privadas tenían más del doble de probabilidades que estudiantes de escuelas públicas de conectarse con sus maestros cada día desde que cerraron las escuelas. La encuesta también encontró que los estudiantes de escuelas privadas tenían 1,5 veces más probabilidades que los estudiantes de escuelas públicas de asistir a clases en línea durante el cierre. Estos resultados tienen sentido. Los directores de las escuelas privadas entienden que pueden perder a sus clientes si no satisfacen sus necesidades. 

Las cuentas de ahorro para la educación también proporcionarían incentivos similares a las escuelas públicas para que estas tengan un buen desempeño. Como lo demuestra la preponderancia de la evidencia, la competencia de los programas que permiten elegir escuelas privadas generalmente conduce a mejores resultados educativos para los estudiantes que permanecen en escuelas estatales. 

Financiemos estudiantes, no un sistema

Muchas familias han experimentado dificultades significativas con la adaptación al COVID-19 y el cierre de las escuelas presenciales. La buena noticia es que millones de familias ya gozan de acceso a escuelas charter virtuales, recursos de aprendizaje en línea y redes de padres que comparten consejos sobre la educación en el hogar. Los gobernantes tienen el poder de proporcionar más ayuda a las familias eliminando los trámites burocráticos innecesarios y ampliando las opciones educativas a su disposición. 

La mejor manera de hacerlo es permitir que los estudiantes lleven sus dólares de educación a donde sea que estén recibiéndola; ya sea en una escuela pública, una escuela chárter, una escuela privada o en el hogar. En otras palabras, los estados deberían financiar a los estudiantes y no a los sistemas.

Este artículo fue publicado originalmente en The Benchmark (EE.UU.) el 6 de mayo de 2020.