Una lección rápida y sucia sobre el déficit comercial
Daniel J. Ikenson explica por qué los estadounidenses deben agradecerle al déficit comercial la próxima vez que necesiten papel higiénico y lo encuentren.
La balanza comercial se calcula como la diferencia entre el valor de las exportaciones estadounidenses y el valor de las importaciones estadounidenses. EE.UU. “tiene un déficit comercial” cuando los estadounidenses compran más bienes y servicios a extranjeros que lo que los extranjeros compran a los estadounidenses.
Para ser más precisos, el déficit comercial es la cantidad por la cual el valor total de las compras de consumidores, empresas y gobiernos estadounidenses a proveedores extranjeros excede el valor total de las compras de consumidores, empresas y gobiernos extranjeros a proveedores estadounidenses.
El déficit comercial recibe mucha atención negativa. Tiene una mala reputación, probablemente porque se llama “déficit”. Suena como algo que necesita ser reparado. Pero la verdad es que el déficit comercial tiene muchos beneficios. Estos simplemente no son comprendidos.
A lo largo de los años, mis colegas y yo hemos escrito mucho sobre el verdadero significado del déficit comercial: que no es un reflejo de la política comercial; que es de esperarse en un país cuyo gobierno emite la principal moneda de reserva del mundo; y que los dólares que se destinan al extranjero para comprar importaciones regresan a la economía de EE.UU. en forma de inversiones en acciones, bienes raíces, fábricas, otras estructuras, equipos, y deuda corporativa y gubernamental; y que la única porción de esa entrada de capital extranjero que los actuales y futuros contribuyentes deben pagar es el capital y los intereses de la deuda pública (lo cual implica un gobierno fiscalmente irresponsable, no un comercio irresponsable).
El presidente Donald Trump, el secretario de comercio Wilbur Ross, el asesor de la Casa Blanca Peter Navarro y otros miembros de la administración no parecen entender esto. Ven el comercio como un juego de suma cero, con las exportaciones como los puntos del Equipo Estadounidense, las importaciones como los puntos del Equipo Extranjero y la balanza comercial como el marcador. El déficit en ese marcador (el déficit comercial) significa que el Equipo Estadounidense está perdiendo en el comercio, y que está perdiendo porque el Equipo Extranjero, al igual que los Astros de Houston, hace trampa.
El objetivo erróneo de la política comercial durante los últimos tres años ha sido minimizar las importaciones y maximizar las exportaciones. Las herramientas utilizadas para alcanzar estos objetivos –aranceles radicales, el retiro de un importante acuerdo comercial transpacífico, la subversión sin sentido del estado de derecho del comercio internacional, y obligar a los socios a renegociar acuerdos comerciales bajo el cañón de una pistola– no lograron eliminar (ni siquiera reducir) ese déficit comercial. De hecho, entre 2016 y 2019, el déficit de bienes aumentó de $735.000 millones a $853.000 millones. Dicho esto, es probable que la administración progrese hacia su objetivo este año porque los déficits comerciales de EE. UU. disminuyen durante las contracciones económicas.
Pero hay una mejor manera de interpretar el significado del déficit comercial. A Milton Friedman le gustaba señalar que las exportaciones son cosas que producimos, pero no podemos consumir, mientras que las importaciones son cosas que consumimos sin tener que producir. Sin embargo, cuando los estadounidenses obtienen más cosas de los extranjeros que lo que los extranjeros obtienen de estadounidenses se denomina “déficit”. ¡Imagínense!
Si usted utiliza papel higiénico, el siguiente ejemplo puede resultar ilustrativo:
En 2019, los productores estadounidenses exportaron más de 72 millones de kilogramos (unos 802 millones de rollos) del utensilio flexible para ser utilizado por personas de otros países. ¿QUÉ? ¿CÓMO SE ATREVIERON? ¿NO SABEN CUÁNTO AMAMOS EL PAPEL HIGIÉNICO EN EE.UU.? De hecho, lo amamos.
Según Statista.com, EE.UU. es líder mundial en el consumo de papel higiénico, con un promedio de 141 rollos de ese producto suave por persona por año. Entonces, el valioso suministro que los productores estadounidenses exportaron el año pasado podría haber saciado los traseros de unos 5,7 millones de estadounidenses. Tenga en mente esa estadística al presenciar las luchas en el pasillo de productos de papel higiénico en su supermercado.
Pero aquí está la cosa. En 2019, no solo se envió papel higiénico al extranjero. También fue importado, y en sumas mucho más significativas. El año pasado se importaron volúmenes de más de 194 millones de kilogramos o casi 2.200 millones de rollos, lo cual atendió la demanda de aproximadamente 16,6 millones de estadounidenses. En otras palabras, el comercio internacional en 2019 produjo un excedente neto de alrededor de 1.400 millones de rollos de papel higiénico (2.200 millones de rollos importados menos 800 millones de rollos exportados) para las personas en EE.UU. El comercio ayudó a satisfacer las demandas de papel higiénico de una cantidad neta de 10 millones de estadounidenses. Esto implica que hoy tenemos 10 millones menos de personas a punto de pelearse en los pasillos de Target y Walmart.
Lamentablemente, las estadísticas comerciales no se registran de una manera que ilustre los hechos comerciales que Milton Friedman compartió con nosotros. Estas registran los dólares que cambiaron de manos y no el número de rollos puestos al servicio de los consumidores. Pero al final del día (y a lo largo del día), sabemos qué papel higiénico sirve, en última instancia, para satisfacer las necesidades que demandamos.
Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (EE.UU.) el 4 de abril de 2020.