Una guerra no una cruzada

por Ted Galen Carpenter

Ted Galen Carpenter es vicepresidente de Estudios de Defensa y Política Exterior del Cato Institute y autor o editor de varios libros sobre asuntos internacionales, incluyendo Bad Neighbor Policy: Washington's Futile War on Drugs in Latin America (Cato Institute, 2002).

Estados Unidos se ha comprometido a llevar a cabo una guerra en contra de los terroristas que cometieron los atentados bestiales en contra del World Trade Center (Centro de Comercio Mundial) y el Pentágono. Esta respuesta es enteramente justificada, y los americanos deben tener la determinación de seguir la guerra hacia la victoria. Sin embargo, es imperativo que identifiquemos clara y realísticamente a nuestro enemigo y no lanzar una cruzada global amorfa.

Por Ted Galen Carpenter

Estados Unidos se ha comprometido a llevar a cabo una guerra en contra de los terroristas que cometieron los atentados bestiales en contra del World Trade Center (Centro de Comercio Mundial) y el Pentágono. Esta respuesta es enteramente justificada, y los americanos deben tener la determinación de seguir la guerra hacia la victoria. Sin embargo, es imperativo que identifiquemos clara y realísticamente a nuestro enemigo y no lanzar una cruzada global amorfa.

Desafortunadamente, algunas de las declaraciones provenientes de los oficiales de la administración de Bush no han generado tal confianza. El Secretario de Estado, Colin Powell, ha declarado que el objetivo de los Estados Unidos no es más que librar al mundo del "terrorismo maligno"; de igual forma, el Presidente Bush ha llegado a describir el esfuerzo armado de Norte América como una "cruzada", un término que tiene una connotación histórica extremadamente negativa en el mundo islámico. (Los musulmanes recuerdan a los cruzados cristianos que invadieron y ocuparon parte de su territorio en el Medio Oriente).

Críticos han abogado por una guerra en contra de los "estados de terror" y de organizaciones terroristas en todo el mundo. A pesar que este tipo de llamados pueden resultar emocionalmente satisfactorios, violan las reglas fundamentales de una buena política exterior: el requisito de que el objetivo perseguido debe ser alcanzado.

Si la palabra del Secretario Powell es tomada en serio, los objetivos de la guerra que Estados Unidos quiere iniciar son realmente difíciles de atacar. Aún si Estados Unidos limitara su campaña bélica a los países que el Departamento de Estado considera como defensores del terrorismo internacional y a organizaciones designadas como entidades terroristas, la lista de enemigos sería increíblemente larga. Incluiría siete países (Cuba, Irán, Irak, Siria, Corea del Norte, Libia y Sudán) y más de 30 organizaciones. Realizar una guerra de esta escala sobrepasaría todas las expectativas que los ciudadanos norteamericanos han contemplado.

Además, la lista del Departamento de Estado está lejos de ser completa; curiosamente, Afganistán no se encuentra listado como un estado que defienda al terrorismo. Tampoco, por razones políticas, se encuentran ciertos "amigos" de Estados Unidos como Arabia Saudita y Pakistán, a pesar de que, ambos gobiernos han apoyado a organizaciones dudosas por varios años. El listado de organizaciones terroristas continua expandiéndose. Hace tan sólo unas semanas, las Fuerzas Unidas de Autodefensa de Colombia, grupo de extrema derecha, fueron agregadas.

Llevar a cabo una cruzada global en contra del terrorismo requeriría que Estados Unidos luchara en contra de una variedad de organizaciones, que a pesar de que son viles, nunca han visto a Estados Unidos como enemigo. ¿Es realmente el deseo de Estados Unidos salirse del camino que ha seguido hasta el momento para comenzar una guerra en contra del Ejército Republicano Irlandés, los separatistas vascos en España, los Tigres Tamiles en Sri Lanka o las Fuerzas Unidas de Autodefensa de Colombia? ¿Qué provecho podría sacar Estados Unidos al adquirir enemigos donde no los tiene ahora?

Persiste la sospecha de que la mayoría de oficiales y críticos que llaman a una campaña en contra del terrorismo lo que desean realmente es una campaña en contra del terrorismo Islámico. Si EE.UU. ataca únicamente a países y organizaciones islámicas, será casi imposible convencer a los musulmanes alrededor del mundo que esta campaña no es una guerra santa de Occidente en contra de su religión, aunque se utilice la lucha en contra del terrorismo como pretexto. Esta percepción podría tener ramificaciones perjudiciales que podrían dañar a Estados Unidos por décadas.

La realidad de la política internacional probablemente llevará a la administración del Presidente Bush a abandonar la retórica que hasta el momento ha venido empleando para enfocarse en el verdadero problema: identificar y erradicar a las partes responsables por las atrocidades cometidas el 11 de septiembre (probablemente Osama Bin Laden y sus protectores en Afganistán). Ir más allá de este objetivo pondría en riesgo la coalición internacional que Washington desea organizar, pero al mismo tiempo, esta acción sería vista por la mayoría de los militares americanos como impráctica.

Aquellos que están insatisfechos por estos objetivos militares limitados deben recordar la política de Estados Unidos durante uno de los conflictos más destructivos, la Segunda Guerra Mundial. Los Estados Unidos declararon la guerra a Japón y Alemania; no fue una declaración de guerra en contra de las dictaduras. De hecho, ni siquiera se declaró la guerra en contra del fascismo. Estados Unidos nunca tomó acciones militares en contra de Francisco Franco en España o en contra de Juan Perón en Argentina. Ambos eran dictadores, y no exactamente aliados de Estados Unidos, pero nunca se hicieron enemigos obvios de América.

Un acercamiento como este es el que debe adoptar Estados Unidos en la crisis actual. Es justo contraatacar a cualquier entidad que ataque a esta nación. Pero no debemos tomar acción en contra de grupos que, a pesar de sus desacuerdos con Estados Unidos, no nos han hecho daño. Vencer a los que nos han dañado ya es suficiente desafío

Traducido por Constantino Díaz-Durán para Cato Institute.