Un presidente con menos poderes

Gabriela Calderón de Burgos señala que mientras que entre 1974 y 1993 Ecuador crecía a una tasa que superaba con creces aquella del Perú, desde 1993 la fortuna se invirtió y ahora Perú ha dejado de ser el vecino más pobre.

Por Gabriela Calderón de Burgos

Durante el último medio siglo, Ecuador ha tenido 17 presidentes y Perú 14. Parecería que ambos países han tenido un problema de gobernabilidad de similar intensidad. Sin embargo, si miramos tan desde el 2016, Perú ha tenido 6 presidentes y Ecuador 4. De hecho, desde 2018, ninguno de los 5 peruanos que han pasado por la presidencia lograron culminar su periodo de gobierno. Desde la óptica de la estabilidad política pareciera que Ecuador está dejando atrás a Perú, pero en términos de bienestar de la población, es precisamente al revés: los peruanos hoy son más ricos que los ecuatorianos y tal vez la razón es que quién ocupa la presidencia en el Perú ha llegado a importar mucho menos que quién ocupa el sillón de Carondelet. Entonces, lo importante es que quién llegue a la presidencia logre restar poderes al gobierno central.

Los peruanos antes eran nuestros vecinos más pobres: el ecuatoriano promedio ganaba 31% más que el peruano promedio en 1990 ($3.919 vs. $2.706, dólares constantes de 2015). Los peruanos acababan de sobrevivir la hiperinflación del primer gobierno aprista de Alan García y los demás desastres de su experimento socialista. Pero hoy en día, el peruano promedio gana un 5% más ($6.552 vs. $6.238), a pesar de que experimentamos aquí la segunda y mayor bonanza petrolera entre 2004 y 2014.[1]

Con tanta volatilidad política, le pregunté al abogado peruano Enrique Ghersi si esto afectara el crecimiento de manera importante a lo que él respondió: “En el Perú, el presidente no está a cargo de casi nada. Le quitamos casi todo lo que estaba en sus manos entonces ya no importa tanto”. 

Esto es una gran verdad. Desde los noventa, empezando con el régimen de Alberto Fujimori, pero continuando luego bajo gobiernos democráticos, incluso aquellos de izquierda, el Estado peruano dejó de estar a cargo de más de un centenar de empresas públicas que fueron privatizadas y la mayoría de los servicios públicos y grandes obras de infraestructura fueron concesionados. Esto permitió que se ordenaran las finanzas públicas, que la economía captara más inversiones extranjeras y aumentaran las inversiones en sectores críticos de la economía. Adicionalmente, esto mejoró la cobertura y calidad de servicios públicos como la telefonía y la electricidad.

Mientras eso sucedía allá, acá coqueteábamos con un socialismo que concentró más poderes entre 2006 y 2017. Algo que no pudo deshacer, y no por falta de intentarlo, fue la dolarización

Ecuador crecía entre 1974-1983 a una tasa que casi triplicaba la del Perú (5% vs. 1,7%) de la dictadura que inició Velasco Alvarado, y luego —entre 1984 y 1993— a una tasa que era casi seis veces la del Perú que sufría bajo el primer gobierno de Alan García (2,8% vs. 0,5%). 

Pero desde los noventa, cada década Perú nos ha dejado atrás en crecimiento: entre 1993-2003 creció a una tasa que casi duplica la de Ecuador (4,3% vs. 2,4%), entre 2004-2013 creció a un promedio de 6,4% comparado con el 5,1% del Ecuador en bonanza petrolera y entre 2014 y 2023 creció un promedio de 2,35% comparado con 1,8% de Ecuador. Las pequeñas diferencias de crecimiento se acumulan y hoy los peruanos han dejado de ser los vecinos más pobres.

Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 3 de enero de 2024.

Referencia:

[1] Databank del Banco Mundial, PIB per cápita en dólares constantes de 2015.