Sus dólares, su salud

Gabriela Calderón de Burgos considera que el principal problema de los servicios médicos del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) tiene que ver con que el sistema no obedece las señales de los precios, derivando en escasez de servicios y medicinas, y en una calidad deficiente.

Por Gabriela Calderón de Burgos

La corrupción y el despilfarro en los hospitales del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) tiene que ver con incentivos perversos: funcionarios designados por políticos gastan dinero de otros en otros. Por otro lado, los usuarios no tienen idea de cuánto cuestan los servicios médicos que demandan y no tiene la libertad para elegir entre distintas opciones.

El sistema no obedece las señales de los precios, derivando en escasez de servicios y medicinas. Los funcionarios suelen administrar los hospitales con criterio político, con frecuencia lo hacen para beneficio personal, optando por proveedores que no ofrecen insumos médicos a precio de mercado e inflando el costo administrativo. 

Pero existen sistemas distintos. Singapur, que gasta apenas 5% de su PIB en salud, obtiene mejores resultados: por ejemplo, sus habitantes tienen una expectativa de vida de 85 años vs. 78 años para los estadounidenses, que gastan 18% de su PIB. La Organización Mundial de Salud (OMS) en su reporte del 2000 acerca de 191 sistemas de salud alrededor del mundo ubicó a Singapur en la posición No. 6. Economist Intelligence Unit en 2014 ubicó al sistema de Singapur en la posición No. 2 en términos de sus resultados de salud.

En Singapur se realizó una reforma en 1984 para colocar al consumidor de los servicios médicos en el centro del sistema. Tanto en el sistema ecuatoriano como en el estadounidense, el consumidor no elige el proveedor de sus servicios médicos, lo selecciona un tercero —el Estado o su empleador. En Singapur, cada trabajador está obligado a destinar entre un 8 y 10% de su salario a una cuenta individual de ahorro para gastos médicos.

Actualmente los empleadores ecuatorianos aportan 5,71% del sueldo de cada trabajador al fondo de salud del IESS, porcentaje que es similar a lo que aportaban los ciudadanos de Singapur cuando se realizó la reforma de su sistema de salud en 1984. Adicional al pilar de las cuentas individuales de ahorro para gastos médicos, el sistema de Singapur suscribe automáticamente a todos los ciudadanos en una póliza de seguro catastrófico de la cual los ciudadanos pueden optar salirse. Finalmente, el sistema comprende un pilar solidario al cual pueden acudir aquellos que hayan agotado los fondos en su cuenta MediSave y esta es la única porción financiada por el Estado.

¿No deberían estar conscientes los trabajadores de lo que cuesta atenderse en los hospitales del IESS versus realizarse el mismo procedimiento en un hospital privado? Si los segundos lo ofrecen a un mejor precio, el trabajador debería poder portar sus dólares a las instituciones que le ofrezcan el servicio que considere más conveniente. Los hospitales del IESS se verían obligados a transparentar su gestión, los precios de sus servicios y la competencia frente a los demás proveedores haría que la corrupción y el despilfarro se reduzcan a un mínimo. Estos males tienen un costo, sucede que bajo el sistema actual donde los trabajadores son clientes cautivos, pueden ser exprimidos. 

Esta reforma podría realizarse aquí permitiendo que ese 5,71% del sueldo de los trabajadores ya no se deposite en un barril sin fondo, sino en cuentas individuales de ahorro y que sean los trabajadores quienes elijan donde gastar, con una mínima regulación y supervisión estatal.

Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 26 de junio de 2020.