Si a los enfermeros se les permite poner anestesia, ¿por qué debe supervisarlos un doctor?

Jeffrey A. Singer considera que el gobernador Ducey de Arizona hizo lo correcto al permitir que los enfermeros facultativos puedan prestar un rango más amplio de servicios sin la presencia de médicos o cirujanos.

Por Jeffrey A. Singer

Se pueden aprender muchas lecciones de la respuesta torpe inicial, en todos los niveles del gobierno, frente a la pandemia del COVID-19. Una es que las leyes de licencias acerca del “alcance de práctica” para los cuidados médicos bloquean la posibilidad de que los pacientes reciban atención médica de proveedores a quienes se les prohíbe ejercer al máximo grado que les permite su preparación. 

El gobernador de Arizona Doug Ducey tácitamente reconoció esto en marzo cuando emitió una orden ejecutiva que permitía que los CRNAs (Anestesistas Enfermeros Certificados y Registrados) practiquen sin necesidad de médicos o cirujanos. Como resultado, Arizona se unió a otros 17 estados que han optado por excluirse de las normas federales desde 2001. Esto agregó personal crucial a la fuerza laboral de atención médica durante esta emergencia de salud pública. Como cirujano general, estoy agradecido con la forma en que los CRNAs colocan anestesia a mis pacientes. 

Las normas de los servicios de los Centros para Medicare y Medicaid establecen que los anestesistas enfermeros deberían ser “supervisados” por un médico. Esto previene que estos enfermeros bien entrenados provean anestesia de manera independiente, liberando a los médicos anestesiólogos de tal manera que más pacientes puedan recibir atención.   

Pero estas guías son presentadas como “opcionales”. El gobernador decidió que Arizona se excluirá de dichas normas. 

El cambio en las normas mejora el acceso a los cuidados médicos

Mantener esta envergadura ampliada de la práctica después de la pandemia le dará a las personas más opciones de cuidados médicos y acceso a estos, particularmente en las áreas rurales menos atendidas. 

Desafortunadamente, a modo de un gremio, los médicos anestesiólogos quisieran ver que las cosas vuelvan a la manera en que eran antes de la crisis cuando esta pase. Están peticionando al gobernador para que declare la exclusión voluntaria como una medida temporal de emergencia. Este tipo de compadrazgo no es nada nuevo. Los legisladores estatales han estado lidiando con esto durante años. 

Durante décadas los legisladores estatales han presenciado batallas territoriales entre las múltiples profesiones de atención médica. Por ejemplo, los enfermeros facultativos y los médicos asistentes buscan practicar sin la presencia de los médicos y expandir la envergadura de su práctica para que esta corresponda a su nivel de entrenamiento. 

Los opositores quieren proteger su territorio

Los doctores usualmente se oponen a esto, argumentando que los enfermeros facultativos y los asistentes de médicos carecen del entrenamiento necesario para proveer atención de manera segura, más allá de un alcance obtusamente definido. Los estados varían en el grado al cual han ampliado la envergadura de la práctica de los enfermeros facultativos y de los asistentes médicos. Arizona es uno de los mejores. Permite que los enfermeros facultativos practiquen al grado total de su entrenamiento y les da un amplio espacio a los asistentes médicos. De igual forma, las capitales de los estados presencian batallas entre oculistas, quienes buscan expandir su envergadura para incluir la autoridad de prescribir medicinas y realizar cirugías sencillas, y los oftalmólogos, quienes dicen que tales expansiones son peligrosas. 

Los boticarios son otra profesión de salud que está viendo su envergadura gradualmente expandida. Todos los 50 estados ahora permiten que los boticarios vacunen a pacientes, según limitaciones de edad y tipos de vacunas permitidas. Rhode Island y Oregon permiten que los técnicos de farmacia vacunen a pacientes. 

Lentamente, los estados están relajando las reglas

Varios estados permiten que los boticarios prescriban contraceptivos orales, y este último otoño California se convirtió en el primer estado que permite que los boticarios prescriban profilaxis de pre-exposición al VIH y profilaxis post-exposición. La envergadura de la práctica de los boticarios puede ser expandida para incluir un serie de servicios, incluyendo la realización e interpretación de pruebas en la piel para tuberculosis; pruebas y prescripción de medicinas para pacientes con influenza y otras enfermedades virales o infecciones bacterianas comunes como la faringitis; y extender las prescripciones de medicinas crónicas no controladas y de rutina por un periodo adicional de 30 a 60 días. 

Los terapistas dentales son una profesión emergente análoga a los enfermeros facultativos o asistentes médicos. Ellos trabajan en las comunidades menos atendidas actualmente en Alaska, Minnesota, Washington, Arizona, Maine, Vermont y otros estados. No debería sorprender que la profesión dental se resista a permitir que los terapistas dentales practiquen de manera independiente, diciendo estar preocupados únicamente con la seguridad de los pacientes. 

No retrocedan en esto después de la pandemia

En cada uno de los ejemplos anteriormente mencionados —y la lista no está completa— la resistencia a la reforma usualmente proviene de profesiones establecidas que perderían una porción del mercado cuando los consumidores de atención médica tengan más opciones. 

Lamentablemente, este tipo de comportamiento existe desde hace siglos. El economista francés Frédéric Bastiat, en un ensayo satírico en 1845, peticionó al parlamento francés en nombre de los fabricantes de velas para que establezca leyes proteccionistas en contra de la competencia desleal del sol. El gobernador Ducey hizo lo correcto cuando permitió que los CRNAs practiquen al máximo grado para el cual fueron entrenados durante esta emergencia de salud pública. No hay una buena razón por la cual no deberían practicar al grado máximo de su entrenamiento todo el tiempo.

Este artículo fue publicado originalmente en Arizona Republic (EE.UU.) el 26 de agosto de 2020.