Setenta años después de Brown, el objetivo debe ser la libertad
Neal McCluskey y Colleen Hroncich dicen que la integración obligatorio sólo llevó a los afroamericanos a un status quo mejor pero aún no libre -educación controlada por el gobierno- y no a una verdadera libertad educativa.
Por Neal McCluskey y Colleen Hroncich
El 17 de mayo de 1954 ocurrió algo necesario pero no suficiente para la libertad estadounidense: el Tribunal Supremo de Estados Unidos anuló la segregación racial de iure en las escuelas públicas. Después de que la Guerra Civil pusiera fin a las prohibiciones legales que impedían a los estadounidenses de raza negra recibir siquiera una alfabetización básica, finalmente el caso Brown contra el Consejo de Educación dio el siguiente paso, declarando anatema la separación forzosa por parte del gobierno en las escuelas públicas. Pero eso sólo llevó a los afroamericanos a un status quo mejor pero aún no libre –educación controlada por el gobierno– y no a una verdadera libertad educativa.
Por supuesto, el camino desde la declaración del Tribunal Supremo hasta la desegregación no fue fácil. Muchos estados del sur se negaron a acatar la sentencia, y las estructuras concretas de siglos de discriminación gubernamental y social, desde la segregación en la vivienda hasta la enorme desigualdad económica, seguían firmemente arraigadas. Y, sí, la "libertad de elección", en forma de supuesta elección de escuelas públicas, y los vales para que los estudiantes asistieran a escuelas privadas segregadas mientras se cerraban escuelas públicas, formaron parte de esta resistencia.
Pero la elección –la libertad– no era el enemigo.
A medida que avanzaba la desegregación, y especialmente cuando se convirtió en una integración obligatoria a través de medios como el transporte forzoso en autobús, muchos afroamericanos adoptaron la elección no sólo para conseguir la educación que querían para sus hijos, sino por el bien inherente de la autodeterminación.
Por un lado, los afroamericanos perdieron mucho durante la desegregación. La separación forzosa por razas era repugnante, pero los afroamericanos tenían verdaderas escuelas comunitarias, no sólo con niños de la comunidad, sino también con profesores y administradores. Como recordaba una mujer de Wilmington, Carolina del Norte, sobre su alma mater, antaño exclusivamente negra: "Estábamos en un capullo bañado en un fluido cálido, donde se esperaba que sobresaliéramos".
Pero cuando se ordenó la integración de la escuela, "pasamos de nuestra propia tierra a ser turistas en la de otros. Nunca llegó a cuajar". Mientras tanto, decenas de miles de educadores negros perdieron sus empleos, un proceso al que Horace Tate, durante mucho tiempo jefe de la Asociación de Maestros y Educadores Negros de Georgia, se refirió como "integración hacia afuera". A medida que se cerraban las "escuelas negras", los administradores blancos y, a menudo, los políticos blancos, tomaban el relevo.
Las mayorías políticas blancas, sólo por su tamaño si no también por su poder arraigado, ejercían una influencia suficiente para controlar muchas escuelas públicas integradas. Esto también exasperó a algunos afroamericanos. De hecho, nada menos que un icono de la desegregación como Kenneth Clark, autor de la famosa "prueba de la muñeca" que formó parte integrante de la decisión Brown, abogó por la creación de una miríada de nuevas escuelas independientes de libre elección para dar a los negros un poder en la educación que no podían ejercer en las escuelas de distrito burocráticas y controladas políticamente.
Incluso hoy en día, algunos afroamericanos simplemente quieren asistir a escuelas dirigidas por negros, con personal negro, impregnadas de cultura negra y que atiendan a niños negros. De hecho, a muchos les molesta lo que parecía ser el supuesto académico subyacente a la integración obligatoria: para que los niños negros aprendan, deben estar en los mismos edificios que un gran número de niños blancos. El estribillo puede resultar familiar: ¿Quién dice que para que los niños negros aprendan deben estar sentados junto a niños blancos?
Hay buenas noticias para las familias negras que buscan entornos educativos diferentes para sus hijos. Inspirado en parte por el aumento de negros que educan a sus hijos en casa y en parte por la creciente disponibilidad de programas de elección de escuela, está creciendo el espíritu emprendedor educativo en la comunidad negra.
Por ejemplo, Anthony Brock y su hermano abrieron en 2015 la Valiant Cross Academy, una escuela solo para hombres en Montgomery (Alabama). "Es la cuna del movimiento por los derechos civiles. También se la conoce como la cuna de la Confederación", explica Anthony. "Están ocurriendo muchos cambios aquí mismo, en Montgomery. Ahora mismo tenemos 200.000 residentes y una media de 70 homicidios al año. Y la mayoría son varones afroamericanos". Así que él y su hermano se sintieron llamados a abrir una escuela que llegara a los jóvenes negros y los pusiera en un camino mejor.
El deseo de comunidad. El deseo de capacitación en lugar de la asignación a escuelas indeseables. Es probable que ambas expliquen por qué la elección de escuela, incluidas las escuelas concertadas independientes y los vehículos de elección privada, como los vales y las cuentas de ahorro para la educación, suelen obtener más apoyo de los afroamericanos que de otros grupos raciales y étnicos. También son probablemente las razones por las que las familias negras eligen desproporcionadamente las escuelas concertadas en lugar de las escuelas públicas convencionales.
Por supuesto, muchas familias y niños negros quieren sin duda asistir a escuelas integradas y podrían sentirse muy cómodos en minoría. Y deberían tener la posibilidad de buscarlo sin restricciones por parte del gobierno. Esto está en consonancia con lo que Brown contribuyó a impulsar: la libertad de los afroamericanos.
Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (Estados Unidos) el 15 de mayo de 2024.