¿Qué debería decir el Papa acerca del cambio climático?
Patrick J. Michaels dice que "En lugar de despreciar la afluencia, al Papa le vendría bien darle la bienvenida. En la comunidad científica, hay un acuerdo universal de que ni el mal clima ni el cambio climático significan mucho para las sociedades muy ricas. Son las pobres las que pueden sufrir considerablemente".
El Papa Francisco habló en una sesión conjunta del Congreso el jueves 24 de septiembre, con énfasis especial en los horrores el cambio climático y la necesidad de que surja de la próxima cumbre de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el clima en diciembre en París un tratado de reducción de emisiones aplicable .
La causa del calentamiento global, según Francisco, es muy clara: el capitalismo. “Una vez que el capital se convierte en un ídolo y guía las decisiones de la gente”, dijo en Bolivia en julio, “incluso pone en riesgo nuestro hogar común”.
Nada podría estar más alejado de la verdad. La correlación entre la riqueza y la calidad ambiental es abrumadora e incuestionada. Dicho de manera sencilla, mientras más rica una sociedad es, más limpia es.
Esta verdad es auto-evidente en muchos niveles. Las ciudades ricas —considere a San Francisco— son brillantemente limpias, mientras que las más pobres, como Detroit, ni siquiera recogen su basura. Cuando se trata de países, el mejor ejemplo probablemente es la frontera entre la rica Alemania Occidental y el Este comunista, lleno de fábricas en decadencia y basureros desatendidos.
Si el capitalismo de libre mercado es tan malo, ¿qué propone Francisco a cambio? Justo antes de llegar a EE.UU., mientras se reunía con los hermanos Castro, él presenció la pobreza extrema de la Cuba comunista. Las horrendas economías planificadas de Europa Oriental y de la Unión Soviética fueron los desastres ecológicos del mundo. Pekín tiene el aire más sucio de la tierra, pero conforme China se ha desarrollado, hay una creciente presión para limpiarlo, justo como la hubo en Inglaterra y en EE.UU. luego de su industrialización.
En lugar de despreciar la afluencia, al Papa le vendría bien darle la bienvenida. En la comunidad científica, hay un acuerdo universal de que ni el mal clima ni el cambio climático significan mucho para las sociedades muy ricas. Son las pobres las que pueden sufrir considerablemente.
Consecuentemente, la mejor manera de lidiar con el clima es con el desarrollo económico. Décadas atrás, un fuerte ciclón tropical podía matar a más de 100.000 personas en Bangladesh. Hoy, mientras que todavía es un desastre terrible, la misma tormenta probablemente ahogaría a unos cuantos cientos, gracias a una mejor comunicación y a una infraestructura modernizada.
Así como la creencia de que la afluencia es mala, hay un engaño actual de que el mundo está convergiendo alrededor de un importante tratado climático. Mucho se ha dicho acerca de, por ejemplo, la declaración de China en noviembre de 2014 de que “espera” mantener las emisiones de dióxido de carbono constantes para cerca de 2030. EE.UU. ha tenido en general emisiones constantes o más bajas desde 2005, gracias en gran medida a la sustitución del carbono en la generación de energía por el abundante gas natural que se quema de manera limpia. El Presidente Obama dice que él reducirá nuestras emisiones en un total de 32 por ciento (desde 2005) para 2030.
El año pasado, en preparación para la cumbre de diciembre, la ONU hizo un llamado a cada país para que emitan planes de reducción de emisiones como estos, para el 31 de marzo de 2015. Gran parte de los grandes emisores lo han hecho.
La Agencia de Protección Ambiental tiene un modelo de computación fácil de usar que calcula la cantidad de calentamiento que será evitado por esta masiva acción internacional: 20 por ciento.
Eso es muy poco. Las previsiones del calentamiento global han estado cayendo en los últimos años, y hay señales de que los números utilizados por la ONU son alrededor de dos veces demasiado altos. En lugar de 3,2 Celsius de calentamiento en este siglo, parece que estamos más en la tendencia de obtener cerca de la mitad de eso. Como están, los planes enviados a la ONU reducirían ese total general de calentamiento en 0,3 Celsius, asumiendo que las nuevas proyecciones están en lo correcto.
Nadie se daría cuenta y los países pobres todavía estarían a la merced de su clima.
¿Que debería estar diciendo realmente el Papa sobre este asunto? Tal vez que promover el desarrollo económico no solo es lo mejor para fomentar la protección ambiental y resistencia a los caprichos del clima. Eso es lo que los cristianos deberían hacer.
Este artículo fue publicado originalmente en Washington Examiner (EE.UU.) el 22 de septiembre de 2015.