¿Podría la guerra de Ucrania convertirse en la madre de todos los conflictos congelados?

Ted Galen Carpenter considera que en lugar de continuar dándole un cheque en blanco a Zelenski, el presidente Biden debería presionar al gobierno de Ucrania a negociar la mejor paz posible con Rusia.

Por Ted Galen Carpenter

Al cumplirse 1 año de la invasión rusa de Ucrania, las expectativas sobre el resultado final van desde la creencia de que una definitiva victoria ucraniana es inminente hasta las advertencias de que Rusia finalmente prevalecerá.

EE.UU. y la OTAN están redoblando su estrategia de asistencia militar a Kiev, creyendo que Ucrania puede ganar la guerra. La reciente decisión de enviar tanques Abrams y misiles de mayor alcance destaca la dramática escalada. 

Tanto el nivel de optimismo como el alcance de la ayuda de la OTAN han aumentado notablemente desde el sorprendente éxito de las ofensivas militares de otoño de Ucrania tanto en el noreste como en el sur de Ucrania, que recuperaron el control de importantes franjas de territorio de manos de las fuerzas de ocupación rusas. El exgeneral y director de la CIA, David Petraeus, personifica esa actitud, diciendo que Rusia no puede ganar y que “no hay nada que (Putin) pueda hacer” para evitar que Ucrania gane

Sin embargo, incluso algunas voces dentro del establecimiento de la política exterior de EE.UU. han expresado una mayor cautela sobre las posibilidades de victoria de Kiev a largo plazo. El ejemplo más significativo fue un artículo de opinión del 7 de enero de 2023 de la exsecretaria de Estado Condoleezza Rice y el exsecretario de Defensa Robert M. Gates en el Washington Post. El titulo del artículo, “El tiempo no está del lado de Ucrania”, transmitía sus preocupaciones. 

Como he argumentado aquí, las preocupaciones expresadas por Rice y Gates están justificadas. Es difícil ver cómo Ucrania puede ganar una prolongada guerra de desgaste. Las ventajas materiales de Rusia –una población más de 3 veces mayor que la de Ucrania, un ejército en servicio activo mucho más grande, mejor equipado y una capacidad mucho mayor para movilizar fuerzas militares de reserva– se volverán más importantes cuanto más dure la guerra. 

Debido a que es probable que los líderes occidentales lleguen a esa dolorosa realización en algún momento, crecerán las perspectivas de otra opción: un alto al fuego similar al armisticio que puso fin a la Guerra de Corea en 1953 sin resolver ninguna de las disputas subyacentes. Si la fortuna de Ucrania se desvanece, EE.UU. y las demás potencias líderes de la OTAN tendrán un incentivo cada vez mayor para presionar a su cliente para que no siga un camino suicida. Un armisticio ciertamente sería preferible a una guerra de desgaste de varios años que infligiría decenas de miles de bajas adicionales y destruiría lo que queda de la infraestructura de Ucrania.

Sin embargo, el modelo coreano creó un polvorín volátil que ha producido numerosas crisis alarmantes a lo largo de las décadas. Un “conflicto congelado” similar en Ucrania sería aún mucho más peligroso –potencialmente mucho más peligroso. En el caso de Corea, la zona desmilitarizada (DMZ) que separa a los ejércitos opuestos atraviesa limpiamente una península estrecha y tiene solo 160 millas. Una DMZ en Ucrania involucraría múltiples frentes y colectivamente tendría muchos cientos de millas de largo.

Hay otra diferencia crucial entre las 2 situaciones. EE.UU. tiene un tratado de defensa formal con Corea del Sur, y las tropas estadounidenses están estacionadas cerca de la DMZ como trampa para disuadir a Corea del Norte de lanzar un nuevo ataque. Washington no tiene ningún acuerdo formal de defensa ni obligaciones con Kiev. De hecho, los esfuerzos por parte de los líderes de EE.UU. para asegurar la membresía de Ucrania en la OTAN, o en su defecto, para transformar a Ucrania en un activo militar informal de EE.UU./OTAN, fue un factor clave que desencadenó la invasión de Rusia. Es muy improbable que el Kremlin acepte poner fin a los combates, si hacerlo significa que las fuerzas estadounidenses o de la OTAN estarían estacionadas en Ucrania para vigilar las líneas de alto el fuego. 

En el improbable caso de que el gobierno de Vladimir Putin aceptara tal arreglo, el resultado sería, por mucho, el conflicto congelado más peligroso del mundo, con las fuerzas rusas y de la OTAN enfrentándose directamente entre sí.

Las políticas de la administración Biden han sido decididamente inútiles desde el comienzo de esta crisis. En los meses previos a la invasión de Rusia, los funcionarios de EE.UU. y la OTAN rechazaron los esfuerzos del Kremlin para obtener concesiones que garantizaran una Ucrania neutral y la reducción de los despliegues militares de EE.UU. en los miembros orientales de la OTAN.  El desempeño de Washington no ha mejorado desde el inicio de los combates. El ex primer ministro israelí, Naftali Bennett, cree que estuvo cerca de facilitar un acuerdo de paz apenas unas semanas después del conflicto. 

Las afirmaciones de que la administración Biden y el gobierno del primer ministro británico, Boris Johnson“bloquearon” tal acuerdo parecen ser excesivas. Sin embargo, no hay duda de que a ambos gobiernos les disgustaba mucho la perspectiva de una Ucrania neutral, y animaron a Kiev a mantener el rumbo con promesas de mayor ayuda militar. 

Desde entonces, el imprudente apoyo a Ucrania proveniente de Washington y Londres ha llevado a una espiral de derramamiento de sangre y destrucción. Biden necesita modificar drásticamente su política. En lugar de continuar brindando un cheque en blanco de apoyo a Ucrania, debería presionar al gobierno de Volodimir Zelenski para que negocie el mejor acuerdo de paz que pueda con Rusia. Sin duda, tal  acuerdo requeriría que Ucrania renuncie a sus ambiciones de ser miembro de la OTAN y reconozca que Crimea ahora es parte de Rusia. Moscú ha indicado (durante los esfuerzos de mediación de Bennett y en otras ocasiones) que a cambio de esas concesiones, abandonaría las demandas de “desnazificación” y desmilitarización de Ucrania. Es probable que el Kremlin también acepte retirar sus fuerzas de otras partes de la Ucrania ocupada. 

Las alternativas probables a un acuerdo de paz tan reconocidamente imperfecto son una victoria rusa definitiva después de una guerra de desgaste de varios años o un alto al fuego que crearía la madre de todos los conflictos congelados, con todas las tensiones peligrosas que siguen.

Ucrania merece algo mejor, Rusia merece algo mejor y el mundo merece algo mejor.

Este artículo fue publicado originalmente en 19FortyFive.com (EE.UU.) el 22 de febrero de 2023.