Nos enfocamos en la "prohibición" de libros, pero es hora de revisar las adquisiciones de libros
Neal McCluskey dice que rara vez los investigadores analizan los procesos de adquisición para ver quién y cómo se seleccionan los libros que terminan en las estanterías de las escuelas públicas.
Por Neal McCluskey
Recientemente se publicó mi nuevo análisis de política pública sobre los fondos de las bibliotecas escolares públicas. Una de las principales razones por las que lo escribí fue que, en mi opinión, en los últimos años los estadounidenses han estado dedicando una gran cantidad de energía a los libros cuestionados en las bibliotecas, ignorando básicamente cómo se seleccionan los libros.
Para comprobar si mi sensación era errónea, el equipo de investigación del Centro para la Libertad Educativa (CEF) examinó todos los conflictos sobre "material de lectura" en el Mapa de Batallas de la Escuela Pública, determinando cuántos se centran en artículos ya almacenados o asignados en las escuelas, y cuántos se refieren a materiales aún no adquiridos. Los primeros superan a los segundos: 556 conflictos se refieren a material que ya está en las escuelas, frente a cinco conflictos de distrito sobre adquisiciones –y éstos se refieren principalmente a procesos, no a libros específicos u otros artículos– y doce conflictos estatales sobre legislación que prohíbe determinadas adquisiciones.
Obsérvese que no se han contabilizado las batallas categorizadas como "currículo", pero muchas probablemente incorporarían la prohibición de libros. Asimismo, si las políticas de distrito propuestas para examinar las adquisiciones no dieron lugar a desacuerdos, no las catalogamos. Por último, como siempre ocurre con el Mapa, si se produjeron conflictos pero no aparecieron en los medios de comunicación, o si aparecieron pero se nos pasaron por alto, no aparecen en el Mapa.
Así que estas cifras son probablemente aproximaciones de lo que está ocurriendo, pero apoyan mi conclusión básica: La gente se ha centrado mucho más en los libros con existencias difíciles que en las posibles adquisiciones.
Esto parece ilógico. En primer lugar, la gente debería querer saber qué se compra y por qué, no esperar a ver qué llega a las estanterías para luego pelearse por ello. Como mínimo, es una pérdida de dinero comprar libros sólo para ver cómo los retiran.
Pero hay una razón importante por la que la gente se centra en la parte de atrás y no en la de delante. Como se explica en mi artículo, el proceso de adquisición es opaco. A menudo no está claro quién se encarga de seleccionar los libros –¿los consejos escolares, los superintendentes, los bibliotecarios?– y cómo deciden qué libros merecen la pena y cuáles no. Los procesos de adquisición rara vez han sido examinados por los investigadores.
Si alguna vez ha habido un momento para empezar a evaluar las adquisiciones, es éste. Según la colección Battle Map, en los últimos tres años se ha producido un gran aumento de los conflictos, probablemente estimulado por la frustración general ante la pandemia de COVID-19 que asoló 2020, así como por las transformaciones demográficas, sociales y políticas en curso. Cabe destacar que el número de batallas en 2020 fue pequeño, pero eso se debió a que el debate nacional sobre educación estuvo dominado por la forma de asistir a la escuela.
Por supuesto, lo que estas batallas ponen de relieve es que ningún sistema puede satisfacer a todas las personas con valores y necesidades diversos. Profundizar en el proceso de adquisiciones probablemente pondría de relieve la misma e ineludible realidad.
Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (Estados Unidos) el 25 de octubre de 2023.