No hay nada "absurdo" o "peligroso" en la propuesta de acabar con el Departamento de Educación de Estados Unidos
Neal McCluskey estima que debido a su inconstitucionalidad, fracaso y costo, lo que sería "absurdo" y "peligroso" es mantener el Departamento de Educación de Estados Unidos.
Por Neal McCluskey
Si usted dirigiera una empresa y una división que no necesita sufriera pérdidas masivas y demostrara ser ineficaz o directamente incompetente en su trabajo, se plantearía seriamente disolverla, ¿verdad? Después de todo, no sólo no ayuda, sino que es una carga alrededor de su cuello.
Eso es, en gran medida, lo que el Departamento de Educación parece ser para la educación estadounidense. Sin embargo, si se propone eliminarlo, la primera reacción de algunas personas es de asombro y lamento: "Pero se trata de educación, así que debe ser bueno". Esa parece ser la presunción del ex gobernador republicano de Maryland, y actual candidato al Senado por ese estado, Larry Hogan, quien en el Washington Post de este fin de semana desestimó la propuesta del Proyecto 2025 de acabar con el Departamento. La calificó de "absurda y peligrosa".
No puedo hablar del Proyecto 2025 en su conjunto porque no he leído la mayor parte. Pero he leído la sección sobre el Departamento de Educación, y lejos de ser "absurda" o "peligrosa", es un examen serio no sólo del Departamento, sino de todo el papel que desempeña el gobierno federal en la educación y de cómo se puede rediseñar. Yo también he escrito sobre la eliminación de la intromisión del gobierno federal en la educación, incluso con Lindsey Burke, la autora del capítulo del Proyecto 2025 sobre el Departamento de Educación.
El capítulo del Proyecto 2025 –que en realidad forma parte de la versión más reciente del Mandato de Liderazgo de Heritage– expone los resultados de K-12 en la Evaluación Nacional del Progreso Educativo y muestra que la mayor parte del estancamiento ha acompañado a una mayor intromisión federal, mientras que apenas está claro que los progresos que se han dado hayan sido sostenibles o derivados del gasto del Departamento de Educación.
Mucho peor que el K-12 ha sido la educación superior, donde el Departamento de Educación ha dirigido esencialmente casi toda la industria de préstamos estudiantiles. En 2022, la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno (GAO) informó que veinticinco años de préstamos federales a estudiantes costarían a los contribuyentes casi 200.000 millones de dólares debido a los planes de condonación y otros impagos. Sin embargo, es difícil hacer estimaciones, en parte porque el Departamento ha fallado en sus operaciones básicas, incluido el seguimiento de los reembolsos de los prestatarios, como se documenta en otro informe de la GAO de 2022. Y mientras que la administración Biden se centró en la cancelación masiva inconstitucional de la deuda estudiantil, el Departamento fracasó en otra tarea básica: simplificar la Solicitud Gratuita de Ayuda Federal para Estudiantes (FAFSA).
La FAFSA es la puerta de entrada a la ayuda estudiantil que, por desgracia, está incluida en el precio de la universidad y, por lo tanto, es necesaria para que muchas personas asistan a la universidad. Por supuesto, la necesidad de ayuda es otra razón importante para acabar con la educación federal: es una consecuencia enormemente negativa e involuntaria de la "ayuda" federal que es casi con toda seguridad una enfermedad peor que la cura.
Y no crean que los federales han sido históricamente esenciales para la educación. Un papel importante de financiación federal sólo comenzó a mediados de la década de 1960; el Departamento sólo existe desde 1980. Esto se debe en gran parte a que la Constitución no otorga al gobierno federal ninguna autoridad para gobernar la educación (por desgracia, un punto olvidado en el capítulo del Proyecto 2025) y durante la mayor parte de nuestra historia pocas personas habrían imaginado un papel federal importante.
Por último, pensemos en cómo funciona la educación federal: el gobierno federal toma dinero de los contribuyentes, ya sea hoy o en el futuro, contrata a miles de personas para que le impongan normas y reglamentos –incluidos algunos que promueven políticas muy controversiales y cargadas de valores– y luego devuelve lo que queda del dinero con las normas y reglamentos adjuntos. No es una forma eficaz ni respetuosa con el pluralismo de impartir educación.
A la luz de su inconstitucionalidad, fracaso y costo, el argumento más sólido no es que eliminar el Departamento de Educación de Estados Unidos sea "absurdo y peligroso". Es que mantenerlo lo es.
Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (Estados Unidos) el 22 de julio de 2024.