Jimmy Carter contra la doctrina de la equidad
Paul Matzo destaca la contribución del expresidente Jimmy Carter y del ex-director de la Comisión Federal de Telecomunicaciones de EE.UU., Charles Ferris, a la desregulación de la radio y la televisión.
Por Paul Matzko
Jimmy Carter ha vivió lo suficiente –y es el expresidente más longevo por un margen sustancial, con una brecha entre él y el número 2, George H.W. Bush, ¡casi tan amplia como la que hay entre Bush y el número 6, Herbert Hoover!– para ver los frutos de su arrolladora cruzada por la desregulación federal.
Otros han discutido el legado de Carter como el Gran Desregulador de las aerolíneas, la cerveza artesanal, los camiones, los ferrocarriles, el petróleo y el gas natural, y mucho más. Todo es verdad y Carter merece crédito por sentar las bases para la prosperidad económica de los años 80s y 90s.
Pero quiero centrarme en un aspecto subestimado de la campaña de desregulación de Carter: la radiodifusión. Durante los años de Carter, la Comisión Federal de Comunicaciones, bajo la presidencia de Charles Ferris, supervisó un grado sin precedentes de desregulación de la radiodifusión que finalmente preparó el camino para el surgimiento del cable, el satélite y la radio hablada.
Antes de mediados de la década de 1970, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC por sus siglas en inglés) había adoptado un enfoque cauteloso hacia las tecnologías disruptivas como el cable y el satélite. En la década de 1950, la transmisión por cable habría estado creciendo rápidamente con un crecimiento de suscriptores del 40% año tras año, especialmente en áreas como los Apalaches con una recepción aérea deficiente. Pero en la década de 1960, las estaciones de transmisión por aire –y las cadenas de televisión bien conectadas y adineradas que las poseían– comenzaron a preocuparse por la competencia. Impulsaron a la FCC a la elaboración de normas en la década de 1960 y principios de la de 1970 que imponían una variedad de requisitos obligatorios, antisaltos y reservados que atrofiaban la expansión del cable.
Luego, en una serie de reformas que culminaron en 1978, la FCC eliminó las regulaciones más asfixiantes, lo que permitió que la expansión del cable continuara donde lo había dejado antes. (En el cuadro de adopción de tecnología a continuación, dibujé una flecha que resalta la línea naranja que muestra la adopción de televisión por cable).
Aunque bien está lo que bien acaba, todavía encuentro profundamente frustrante que un puñado de burócratas no elegidos capturados por la industria de la televisión retrasó el lanzamiento de la televisión por cable casi dos décadas completas (Ya que tenían radio FM, teléfonos celulares y otras nuevas tecnologías anteriores). Esto tuvo consecuencias drásticas para la política, la sociedad y la cultura estadounidenses, ya que el contenido de la televisión por cable no estaría regulado por la FCC en la misma medida en que la agencia había patrullado transmisiones por aire por obscenidad y equidad política.
De hecho, la jurisdicción disminuida de la FCC sobre la televisión por cable fue en sí misma en parte producto de la administración Carter. En 1975, la FCC –todavía preocupada por proteger la televisión por aire– había tratado de prohibir a los proveedores de televisión por cable transmitir películas de menos de diez años, así como la mayoría de los principales eventos deportivos y todas las series de televisión estándar. Sin embargo, HBO salvó el día al demandar a la FCC en un caso que finalmente estableció en 1977 que la FCC no podía regular el contenido del cable. Y bajo el nuevo presidente de la FCC de Carter, Charles Ferris, la Comisión decidió no impugnar el fallo ni crear nuevas reglas para eludirlo.
Ferris era un tipo interesante. Carter lo había sacado del Capitolio, donde había trabajado para poderosos congresistas como el presidente de la Cámara de Representantes, Tip O'Neill, y el líder de la mayoría del Senado, Mike Mansfield, lo que le valió el apodo de "senador 101". No sabía nada de telecomunicaciones excepto que necesitaban ser desreguladas. En su primera declaración pública como presidente, Ferris anunció que la estructura regulatoria de la era del New Deal se había “anquilosado”. Para inyectar un estilo de pensamiento más costo-beneficio en el proceso de creación de reglas, Ferris contrató economistas que compartían sus creencias neoclásicas.
Ferris promulgó una amplia variedad de reformas, pero quizás la más significativa, además de su toque de laissez-faire en el cable y el satélite, fue el fin funcional del régimen de la Doctrina de la Equidad. La Doctrina de la Equidad (FD) había existido ostensiblemente para promover una discusión equilibrada de “temas controvertidos de importancia pública”, como la política y los eventos actuales. Si, por ejemplo, una estación transmitía un programa que criticaba la política del presidente en Vietnam, tenía la obligación según la FD de transmitir programación que respaldara la política del presidente. Sin embargo, la Doctrina de la Equidad promovía la equidad solo en teoría. En la práctica como detallé en mi libro, las administraciones de Kennedy, Johnson y Nixon había utilizado la Doctrina de la Equidad como un arma para silenciar a sus oponentes políticos.
Hasta donde yo sé, a Ferris no le importaba la Doctrina de la Equidad per se, ni siquiera sabía acerca de su abyecto abuso bajo administraciones anteriores; pero en general creía que las regulaciones de interés público que no lograban mejorar el mercado “no eran más que una molestia”, difícilmente la postura de alguien interesado en hacer cumplir la Doctrina de la Equidad. Además, Ferris transformó las renovaciones de licencias de estaciones en un proceso pro-forma, eliminando así el mecanismo clave mediante el cual se hacía cumplir la FD a través de quejas públicas (y a menudo con un apoyo público simulado) en el momento de la renovación. Como resultado, la Doctrina de la Equidad se convirtió cada vez más en letra muerta después de 1977, aunque no fue derogada formalmente hasta 1987, cuando el veterano Ronald Reagan vetó el intento del Congreso de revivir la FD.
Es difícil exagerar cuán diferente habría sido la televisión de la década de 1980 a 2020 si no hubiera sido por las reformas desreguladoras de Carter / Ferris. Mucho de lo que damos por sentado en la televisión hoy en día no sería posible bajo el antiguo régimen. Si el cable se hubiera colocado bajo la regulación de la FCC al estilo de transmisión al aire, probablemente no estaríamos viviendo en la era pico de la televisión. No habría Sopranos o Breaking Bad si no se permitiera que el cable transmitiera series. Se hubiera paralizado la “Home Box Office” y canales similares si las películas más nuevas hubieran sido prohibidas en el cable. No habría programas de comentarios políticos como Stephen Colbert o The Daily Show bajo un régimen de la Doctrina de la Equidad que exigiera precisamente el tipo de cobertura “justa y equilibrada” que esos programas fueron creados para parodiar.
Entonces, en honor a Jimmy Carter, los dejo con esta amalgama profana de Jimmy Carter, Mr. Peanut y la radio de transistores. Fue comercializada por el hermano de Jimmy, Billy, mejor conocido por otro truco de producto, la muy satirizada “Billy Beer” (Y por su relación cuestionable pero personalmente rentable con la Libia de Gadafi).
Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (EE.UU.) el 13 de marzo de 2023.