Bush no capta la idea en cuanto a Irak
En su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el martes 12 de septiembre, el presidente norteamericano George Bush desafió al organismo mundial a hacer cumplir las diversas resoluciones que ha emitido desde 1991 requiriéndole a Irak que acepte sin condiciones el desmantelamiento de su arsenal químico y biológico y de las instalaciones de investigación nuclear. Bush señaló que los Estados Unidos tomará acciones por su propia cuenta si las Naciones Unidas no muestra deseos o es incapaz de hacer respetar dichas resoluciones.
El discurso de Bush fue un ejemplo clásico de no captar la idea. El asunto pertinente es si Saddam Hussein representa una amenaza seria a la seguridad de los Estados Unidos. Si es así, este país tiene la justificación de tomar cualquiera que sean los pasos necesarios para acabar con esta amenaza. Si las Naciones Unidas aprueba las acciones de Washington es irrelevante. Aunque podría ser deseable el contar con el apoyo de las Naciones Unidas, la seguridad de los Estados Unidos no puede ser rehén de los caprichos de la diplomacia multilateral.
Pero, ¿representa Irak una amenaza creíble y seria para los Estados Unidos? Si el presidente Bush fuera un fiscal en un caso criminal, la evidencia que ha presentado hasta el momento no sería suficiente para asegurar una acusación, y mucho menos una condena. El caso de la administración básicamente argumenta que: 1) Saddam Hussein planea obtener armas nucleares; 2) está cerca de tener éxito en lograrlo; y 3) si logra desarrollar un arsenal nuclear, lo usará contra los Estados Unidos y sus aliados.
La administración puede estar en lo cierto en el primer punto, pero las otras dos alegaciones son dudosas. Reportes recientes de dos prominentes centros de políticas públicas concluyeron que Irak se encuentra a años de distancia de desarrollar siquiera una arma nuclear cruda, mucho menos de desplegar un arsenal utilizable. Además, incluso si algún día Irak estuviera en la disposición de desplegar un pequeño arsenal, la administración Bush todavía tiene que explicar por qué los Estados Unidos sería incapaz de detener un ataque.
La pretendida pérdida de fe en disuadir un ataque parece engañosa. Estados Unidos detuvo exitosamente a la Unión Soviética bajo el mando de Josef Stallin y sus sucesores. Lo hizo por décadas, inclusive cuando la Unión Soviética obtuvo miles de armas nucleares. Estados Unidos también contuvo a China cuando ese país desarrolló capacidad nuclear a mediados de los años sesenta.
Dado el récord histórico, ¿por qué Washington sostiene que Saddam Hussein sería incontenible? El presidente Bush y sus asesores no pueden creer que Saddam es más cruel que los dictadores totalitarios que Estados Unidos ha detenido en el pasado. Stallin y Mao fueron monstruos genocidas que hace ver a Saddam como a un amateur. Además, crueldad no es lo mismo que irracionalidad. Stallin y Mao masacraron a millones de sus ciudadanos (70 millones entre los dos) pero también entendieron que estarían firmando sus propios certificados de muerte si alguna vez hubieran atacado a Estados Unidos.
Del mismo modo Saddam entiende que la consecuencia de atacar a los Estados Unidos sería la aniquilación política y personal. Cabe destacar que él se abstuvo de utilizar armas químicas contra las fuerzas estadounidenses durante la Guerra del Golfo. Además, un hombre que duerme todas las noches en un lugar diferente para maximizar sus opciones de supervivencia no pareciera ser un suicida.
Inclusive el argumento de que Saddam podría facilitarle armas nucleares a al-Qaeda o a algún otro grupo terrorista no es creíble. Saddam bien sabe que si un terrorista detonara un arma de este tipo contra algún objetivo norteamericano él sería el primer sospechoso. Los terroristas poseen mucho más posibilidades de obtener un arma de destrucción masiva de la mafia rusa en el mercado negro que de Irak.
El argumento más plausible de la administración Bush es que Bagdad podría representar una amenaza para sus vecinos si desarrolla armas nucleares. Pero inclusive este escenario es remoto y no es relevante de manera directa para la seguridad estadounidense. Un ataque a Israel es bastante improbable ya que este país posee un arsenal de 200 a 300 cabezas nucleares. Otros vecinos de Irak son un poco más vulnerables; pero colectivamente poseen mucho más poder militar que Bagdad, y eso debería actuar como fuerza disuasoria.
El llevar a los Estados Unidos a una guerra es un asunto sumamente serio y es un camino que debe ser recorrido solamente si no existe una alternativa razonable. Eso es particularmente cierto para la situación actual. Un ataque a Irak sería una aventura de alto riesgo con un potencial significativo de desestabilizar toda la región del Medio Oriente-Golfo Pérsico. El escenario en donde Saddam podría usar armas químicas y biológicas en su posesión es si Estados Unidos invade su país con el fin de acabar con su régimen y de matarlo. En ese punto, él no tendría nada que perder y la disuasión lógica no aplicaría más.
Inclusive si lográramos evitar esa pesadilla y la guerra se lleva a cabo de manera fácil y expedita, la victoria simplemente implicaría que los Estados Unidos asumiría la responsabilidad de otra larga e inútil misión de construcción nacional. Casi todos los expertos concuerdan en que las tropas norteamericanas tendrían que permanecer en territorio iraquí por años para estabilizar la situación. Dicha presencia sería vista en todo el mundo Islámico como un acto descarado de imperialismo norteamericano. Y Estados Unidos sería un foco de ira musulmana aún más de lo que es hoy en día.
El peso de la evidencia está del lado de aquellos que sostienen que debemos adoptar dicho curso peligroso. El presidente Bush no cumplió con ese peso de la evidencia en su discurso ante las Naciones Unidas. De hecho, él y sus asesores han fallado en presentar un caso convincente en cualquier escenario.
Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.