Ucrania tiene derecho a luchar por su supervivencia, pero EE. UU. no puede asumir un riesgo ilimitado para ayudarla a hacerlo

Gil Barndollar y Justin Logan dicen que la voluntad de EE.UU. y Occidente de asumir riesgos en nombre de Ucrania no es ni debería ser ilimitada.

Por Gil Barndollar y Justin Logan

En medio de los crímenes de guerra rusos y las victorias de Ucrania, hay cada vez más llamados de EE.UU. y Occidente para que subcontraten su política sobre Ucrania a Kiev.

En una conferencia de prensa en abril, el asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, sugirió que esta ya era la política de EE.UU. Según Sullivan, “creemos que nuestro trabajo es apoyar a los ucranianos. Ellos establecerán los objetivos militares, los objetivos en la mesa de negociación … no vamos a definir el resultado de esto para ellos. Depende de ellos definirlo y de nosotros apoyarlos”. 

Esta idea es errónea y potencialmente peligrosa. Por el bien del interés nacional y la prudencia básica, ningún país debe delegar su política de Ucrania a Ucrania. 

El apoyo de Occidente a Ucrania ha sido una condición necesaria para la supervivencia de ese país. Si Kiev quiere una asistencia crítica de Occidente, también debe escuchar sus consejos. La asistencia de EE.UU. lo implica en esta guerra y crea un interés de EE.UU. en los términos del desenlace de la guerra. 

Pero ese interés de EE.UU. en Ucrania obviamente no es igual al interés de los propios ucranianos en la supervivencia nacional, la integridad territorial y la futura autonomía de la política exterior. Washington necesita comunicar claramente a Kiev sus propios objetivos estratégicos y los costos que los estadounidenses están dispuestos a incurrir para alcanzarlos. 

Mientras Ucrania sufre tremendamente, los ciudadanos occidentales también están pagando el precio de esta guerra. Esto se divide en dos categorías principales: daños económicos y riesgos de escalada. 

La perspectiva de una grave desaceleración económica mundial crece día a día, con sanciones a Rusia que contribuyen a disparar los precios de la energía, particularmente en Europa. Los hogares británicos vieron como los precios de la gasolina aumentaron un 54% recientemente, y hay pocas razones para esperar un alivio en el corto plazo. El sufrimiento de EE.UU. con gasolina es menos dramático, pero igual de real. Las exportaciones interrumpidas de trigo, aceite de girasol y fertilizantes también amenazan las cadenas de suministro de alimentos a los países ubicados en el sur del mundo. 

Es una mala práctica política simplemente suponer que estos costos crecientes pueden soportarse para siempre. 

Si bien la guerra finalmente terminará, todos las señales actuales indican que es probable que persista durante meses. Como concluyó un análisis reciente del Wall Street Journal, “los contraataques de Ucrania y el  nuevo despliegue de Moscú hacia Donbas en el este de Ucrania sugieren que ambas partes creen que pueden ganar, por lo que es poco probable que las conversaciones de paz den como resultado un acuerdo en el corto plazo … Esa podría ser la receta para un conflicto prolongado”. 

Los costos económicos palidecen en comparación con los riesgos de escalada, con la guerra nuclear como la posible etapa final de cualquier confrontación entre EE.UU. y Rusia. El riesgo de escalada es potencialmente manejable, pero se ha elevado tanto por las demandas del presidente Volodymyr Zelensky como por los errores retóricos del presidente Joe Biden

El llamado del presidente ucraniano para una zona de exclusión aérea a inicios del conflicto habría llevado a EE.UU. y a cualquier miembro de la OTAN que lo hubiera apoyado, a la guerra con Rusia. Biden debería dejarle claro a Zelensky que EE.UU. no luchará contra Rusia por Ucrania, y que nuestro apetito por incurrir en riesgos en nombre de Ucrania ya está en su límite exterior. 

Aunque Biden ha dicho esto varias veces, su retórica errática ha agregado incertidumbre adicional a una situación volátil. 

La voluntad occidental de correr riesgos en nombre de Ucrania no es ni puede ser ilimitada. Los niveles de gasto de recursos de Washington y los riesgos asumidos deben coincidir con los objetivos estratégicos de EE.UU. El hecho desafortunado es que más de dos meses después de que se iniciara la guerra, no está claro a qué resultado apunta la política estadounidense. 

¿EE.UU. busca garantizar la independencia de Ucrania, destruir el poder militar convencional ruso o provocar un cambio de régimen en Moscú? Si la Casa Blanca tiene una respuesta, todavía tiene que expresarla claramente. 

Por su parte, el objetivo estratégico de Ucrania se parece cada vez más a una derrota total de Rusia, quizás para incluir incluso la reconquista de Crimea. Esto no solo requeriría que Occidente asuma grandes riesgos y sufra dificultades económicas durante mucho tiempo, sino que también plantearía la cuestión de cómo reaccionaría probablemente la Rusia de Vladimir Putin, viéndose enfrentada a una gran derrota. 

¿Esperamos que Putin, el hombre a cargo del arsenal nuclear estratégico más grande del mundo, de quién escuchamos regularmente que es un psicótico o una persona que está desconectado de la realidad, vea la derrota absoluta con ecuanimidad? ¿O es acaso algo mucho más oscuro, como el uso de armas nucleares tácticas en Ucrania, una posibilidad real?

Dar un cheque en blanco a un socio más débil con sus propios intereses vitales nunca es una buena estrategia para gobernar. EE.UU. puede gestionar los riegos de escalada en Ucrania. Pero EE.UU. también, como facilitador clave de la defensa de Ucrania, puede y debe opinar sobre cuándo y cómo termina esta guerra.

Este artículo fue publicado originalmente en Business Insider (EE.UU.) el 28 de abril de 2022.