Presupuestos y farolas

Carlos Rodríguez Braun dice que los políticos usan los presupuestos como los borrachos usan las farolas, no para iluminar sino para apoyarse.

Por Carlos Rodríguez Braun

Alan Blinder habló ayer en el Wall Street Journal sobre la Teoría de la Farola de la Política Económica. Según esta teoría, los políticos utilizan la economía como los borrachos las farolas: no para ver ni para iluminar nada sino para apoyarse.

Los Presupuestos ratifican la teoría: no iluminan nada importante en la economía española, pero sirven para que el mundo político se apoye en ellos. En primer lugar, el Gobierno, que, como todos los gobiernos con todos los presupuestos, asegura que son lo que España necesita, al ser “de marcado carácter social”, es decir, “de marcado carácter político”. Es la política la que monta todo esto, y la que debe salir beneficiada, no la sociedad.

Un momento, dirá usted: han bajado los impuestos y van a subir las pensiones por encima del IPC para 7,2 millones de pensionistas. Eso es verdad, y no es trampa ni cartón. Pero hay mucho cartón y muchísima trampa. Aferrados a la farola, los políticos vuelven a engañar a la opinión pública pretendiendo ser los Reyes Magos. Insistió el ministro Montoro en que nadie ha bajado los impuestos como este Gobierno. Se le olvidó aclarar que nadie los ha subido como este Gobierno. Pero, además, es extraño que bajen los impuestos y al mismo tiempo Hacienda esté al borde alcanzar un récord de recaudación tributaria. ¿Qué está pasando aquí?

Pues que ha cambiado el ciclo. El Estado deja atrás un círculo vicioso, en el que la recaudación se derrumba y el gasto no cae, con lo que suben los impuestos y la deuda. Lo hizo Zapatero y después Rajoy; hicieron lo mismo por la misma razón: para defender el Estado, que es en lo que creen. El resultado fue devastador para los españoles.

Cuando la economía se recupera, a pesar del Gobierno, el círculo pasa a ser virtuoso: la recaudación sube con la actividad, a menudo más que ella, mientras que cae el gasto por desempleo; los déficits se moderan, e inmediatamente empiezan las demandas por más gasto público, que todos los gobiernos aceptan, procurando maximizar su rentabilidad política. No quieren resolver ningún problema real: por ejemplo, la anunciada subida de las pensiones es una decisión político-electoral, que deja el grave problema de la Seguridad Social tal cual. Se dirá que la inflación, que está repuntando, como vimos ayer, diluirá su coste, a la vez que subirá la recaudación, pero de todas maneras no se aborda ningún problema estructural.

Y los demás políticos se apuntan al carro, o a la farola. Fue entrañable Albert Rivera presumiendo de lo bueno que debemos los españoles a que él esté por ahí dando vueltas. El PNV y otros sacarán su tajada, claro que sí. Y hasta la izquierda se apoya en la farola, aunque la vuelve del revés. Aseguró Pedro Sánchez que estos Presupuestos son los de los recortes y las desigualdades, cuando él firmaría exactamente estas mismas cuentas públicas si estuviera en el poder, y emplearía en su apoyo los mismos argumentos que esgrimen hoy el PP y sus socios.

Este artículo fue publicado originalmente en La Razón (España) el 28 de marzo de 2018.