Al Gore y las verdades que no le convienen
Este domingo, Al Gore ganó un Oscar por su documental sobre el calentamiento global llamado Una verdad inconveniente (An Inconvenient Truth), una obra fascinante de ciencia-ficción.
El mensaje principal de la película es que, al menos que se haga algo serio muy pronto sobre las emisiones de dióxido de carbono, la mayoría de las 630.000 millas cúbicas de hielo en Groenlandia se caerán al océano, subiendo los niveles del mar por más de veinte pies para el año 2100.
¿Donde está el apoyo científico para esta afirmación? Con certeza no está en el recientemente publicado Resumen Político del anticipado compendio acerca del cambio climático de las Naciones Unidas. De acuerdo al panorama de emisiones de gases invernaderos de medio alcance del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU, una subida en el nivel del mar de entre 8 y 17 pulgadas está prevista para el año 2100. El documental de Gore exagera el incremento por aproximadamente un 2.000 por ciento.
17 pulgadas puede incluso ser muy alto porque presume que la concentración de metano, un gas invernadero importante, está creciendo rápidamente. La concentración atmosférica de metano no ha cambiado perceptiblemente por siete años y el Premio Nóbel Sherwood Rowland, pronunció recientemente que los panoramas de emisiones de metano del IPCC son “muy improbables”.
No obstante, el extremo superior de la nueva proyección de la ONU es un 30 por ciento menor de lo que era en el 2001, el año de su último reporte. “Las proyecciones incluyen una contribución a las tasas observadas desde 1993 debido al flujo creciente de hielo desde Groenlandia hacia Antártica”, según el IPCC, “pero estos flujos pudieran aumentar o disminuir en el futuro”.
De acuerdo a los datos publicados en Science en noviembre del 2005, Groenlandia estaba perdiendo cerca de 25 millas cúbicas de hielo al año. Dividiendo eso por 630.000 resulta en el porcentaje anual de hielo perdido, el cual, multiplicado por 100, demuestra que Groenlandia estaba desechando hielo a 0,4 por ciento por siglo.
“Estaba” es la palabra operativa. A principios de febrero, Science publicó otro ensayo demostrando que la aceleración reciente de la pérdida de hielo en los glaciares inmensos de Groenlandia se ha invertido repentinamente.
En ninguna parte de la literatura científica tradicionalmente criticada y analizada se encuentra algún apoyo para la hipótesis de Gore. En su lugar, hay un editorial que carece de revisión y crítica tradicional realizado por el activista del clima de la NASA, James E. Hansen, en el diario Climate Change —editado por Steven Schneider de la Universidad de Stanford, quien dijo en 1989 que los científicos tenían que escoger “el balance correcto entre ser eficaz y ser honesto” cuando se trata del calentamiento global— y un ensayo en los Procedimientos de la Academia Nacional de Científicos que sólo fue revisado por una persona escogida por el autor, una vez más, el Dr. Hansen.
Estas son las fuentes para la noción de que solamente tenemos diez años para “hacer” algo inmediatamente para prevenir un tsunami institucionalizado. Y dado a que Gore concibió su documental hace aproximadamente dos años, ¡el tiempo verdadero debe ser ocho años!
Sería agradable si mis colegas realmente discutieran con políticos varias “soluciones” para el cambio climático. El Protocolo de Kyoto, si fuese cumplido por cada firmante, reduciría el calentamiento global por 0,07 grados centígrados cada medio siglo. Este es un número demasiado pequeño para siquiera ser medido puesto que la temperatura de la tierra varía por más de eso de año a año.
El proyecto de ley Bingaman-Domenici en el senado hace menos que el Protocolo de Kyoto —es decir, menos que nada— por décadas, antes de asignar reducciones de emisiones por mandato más grandes, las cuales sólo tendrán un efecto pequeño después de alrededor del año 2075. (Imagínese, tan solo como un experimento de pensamiento, si el senado de 1925 se hubiese propuesto dictar la política energética para hoy).
Deshonestidad sobre el calentamiento global viene de los dos partidos políticos. El presidente Bush propone que se reponga, durante la próxima década, 20 por ciento del consumo de gasolina actual con etanol. Pero se sabe que aunque se convirtiera en etanol cada núcleo de maíz americano, se desplazaría sólo 12 por ciento del consumo anual de gasolina. El efecto sobre el calentamiento global, como Kyoto, sería demasiado pequeño para medirse, aunque EE.UU. se convertiría en la primera nación en la historia que quemó su oferta de alimentos para complacer una masa política.
Y aunque se encontrará una manera de convertir eficientemente la celulosa en etanol, sólo un tercio de las emisiones de gas de invernadero provienen de transportación. Incluso el desplazamiento optimista de un 20 por ciento de gasolina reduciría las emisiones totales sólo por 7 por ciento debajo de los niveles actuales —dando lugar a emisiones de alrededor de 20 por ciento por encima de lo que Kyoto permite.
Y existe otra legislación dictando reducciones de emisiones por un 50, 66 y 80 por ciento para el año 2050. ¿Cómo se llega a ese punto si ni siquiera podemos efectuar las demandas de Kyoto?
Cuando se habla de calentamiento global, aparentemente la verdad es inconveniente. Y la película de Gore no es la única ficción. La retórica del congreso y del jefe ejecutivo de EE.UU. también lo es.
Este artículo apareció en National Review (En línea) el 23 de febrero de 2007.