"No hay asesinatos en el paraíso"

Gabriela Calderón de Burgos señala que hubo una estructura institucional y un pacto de silencio que mantuvo en la impunidad casos de abuso sexual y violaciones en colegios de Ecuador.

Por Gabriela Calderón de Burgos

Con esa frase se inicia el gran film “Crímenes ocultos” (2015). En este el actor Tom Hardy interpreta a Leo Demidov, un otrora importante oficial del Ministerio de Seguridad del Estado en la Unión Soviética de Stalin que por pretender investigar los asesinatos de más de 40 niños, llega a ser perseguido y reprimido por el Estado. En la Rusia de Stalin, vendida por la propaganda estatal como “el paraíso”, no podían haber asesinatos, pues Stalin decía que eso era una enfermedad del capitalismo y nadie podía irse en contra de esa ficción. Algo parecido ocurre en el Ecuador de la Revolución Ciudadana, donde al parecer hubo un pacto de silencio impuesto desde los niveles más altos para bloquear cualquier investigación que pueda manchar su imagen. Así como en la Rusia de Stalin se garantizaba la impunidad por asesinatos, en el Ecuador de la llamada “Revolución Ciudadana” se garantizó la impunidad por actos de corrupción en la administración pública e incluso por abuso sexual de menores en colegios.

Leo Demidov desafió la verdad oficial arriesgando su vida. Los burócratas emitían informes increíbles: niños encontrados cerca de los rieles de tren, desnudos y con cortes quirúrgicos en sus cuerpos por donde les han removido órganos, son reportados como muertes accidentales. En un caso llegan al extremo de afirmar que un niño murió ahogado en un río sin que haya siquiera un río a muchos kilómetros de distancia. Todo se averigua a pesar de un enjambre burocrático sometido al terror de dar cualquier tipo de información que ponga en evidencia la cruda realidad de que en el supuesto paraíso no solo que hay asesinatos, sino que el Estado garantiza la impunidad a los homicidas.

Todos, los correístas como los morenistas, tienen el propósito común de defender el supuesto legado benéfico del modelo estatista y autoritario implementado en el país durante la última década y la joya de la corona de esta imagen es la supuesta revolución en educación. Por eso los vimos unidos bloqueando el juicio político al ex Ministro de Educación, ahora asambleísta, Augusto Espinosa. Con los votos de José Serrano, Viviana Bonilla, Soledad Buendía, etc., se dejó en la absoluta impunidad la estructura institucional que acolitó el horror cometido contra decenas o cientos de niños.

El ex Ministro admitió que conocía de cientos de denuncias de abuso sexual y las mantuvo en secreto para “que no se mediaticen”. Curioso porque ese es el mismo argumento que usaron funcionarios en colegios públicos para prohibir que se investiguen denuncias de abuso sexual en sus planteles, incluso limitando el acceso de padres a los colegios. ¿Por qué la unidad en torno al salvataje a toda costa de Espinosa? Debe ser porque “no hay violaciones en el paraíso”.

Tanto es así que en la Comisión de Educación de la Asamblea que preside el cuestionado ex ministro ya no se debate el tema del abuso sexual ni parece que se lo hará. Debe ser porque “no hay abuso sexual en el paraíso”. Así queda intacto todo un aparato que parece diseñado para asegurar la impunidad de violadores y dejar en la indefensión a niños vulnerables.

Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 24 de noviembre de 2017.