No castigue a las Cripto por los errores de SBF en FTX

Jack Solowey y Jennifer J. Schulp dicen que desastres como aquel de FTX comprensiblemente provocan que la gente cuestione la capacidad de las criptomonedas para mitigar estos riesgos al remover al intermediario.

Por Jack Solowey y Jennifer J. Schulp

“Lo siento. Eso es lo más grande. La regué, y debía haberlo hecho mejor”, tuiteó el CEO y fundador de FTX, Sam Bankman-Fried, también conocido como SBF, en la víspera del anuncio de quiebra de FTX.

La implosión del cripto intermediario FTX pronto tendrá múltiples audiencias en el Capitolio. Si bien es probable que las audiencias del Senado y la Cámara de Representantes exploren una montaña de fechorías cometidas por SBF y sus organizaciones, los legisladores no deberían aprovechar la ocasión para condenar ampliamente las tecnologías criptográficas –en particular aquellas que buscan minimizar el papel de los intermediarios financieros demasiado humanos– por los pecados de FTX.

Más bien, debido a que los proyectos de software descentralizados pueden ayudar a reducir los riesgos de los intercambios financieros centralizados como FTX que mantienen los activos de los clientes y mantienen balances privados, los legisladores deben trazar líneas claras entre los intercambios centralizados y descentralizados, no someterlos a un castigo colectivo. 

Según el adulto contratado para reemplazar a SBF como director ejecutivo, John J. Ray III, hay muchas cosas que SBF debería haber hecho mejor. En palabras de Ray, “nunca en mi carrera había visto una falla tan completa de los controles corporativos y una ausencia tan completa de información financiera confiable como ocurrió aquí”. Esa carrera incluyó desenrollar a Enron. 

Las revelaciones sobre la mala gestión de FTX están en curso, pero un par de cosas son dignas de mención en este punto: FTX supuestamente prestó activos de clientes al propio fondo de cobertura de SBF, Alameda Research, para mantenerlo a flote, y SBF supuestamente ocultó dichas transferencias de los libros de FTX. 

Los tribunales de justicia deben determinar qué delitos y violaciones tuvieron lugar aquí, aunque no es necesario ser abogado, contador o –para el caso– psicólogo clínico para comprender la propensión de las personas a robar y mentir.

Pero, ¿y si hubiera otra herramienta, más allá de los tribunales, que pudiera ayudar a abordar los riesgos de fraudes financieros como transferencias no autorizadas y contabilidad falsa? Esa es la pregunta que la primera criptomoneda trató de responder. Lo hizo al ofrecer una alternativa a los bancos y corredores en los que tradicionalmente confiamos para mantener y transferir fielmente nuestros activos y mantener libros de contabilidad honestos. 

A grandes rasgos, las criptomonedas reemplazan “los libros” con un libro digital de contabilidad público para registrar y verificar transacciones con prueba criptográfica (un “blockchain”). También reemplazan a “los tenedores de los libros” con software que se ejecuta en computadoras redundantes que verifican el trabajo de los demás.

Es comprensible que los accidentes como los de FTX hagan que las personas cuestionen la capacidad de las criptomonedas para mitigar tales riesgos al eliminar al intermediario. Pero los intercambios centralizados como FTX, que en el fondo son intermediarios tradicionales, no son la única forma de intercambiar tokens criptográficos.

Al igual que un banco o corredor tradicional, FTX tomó posesión de los activos de las personas, incluidos tanto el efectivo como las criptomonedas. ¿Cómo se poseen cripto activos? Al controlar la “clave privada” (una cadena alfanumérica única) que, en esencia, desbloquea la línea en un libro mayor que documenta las existencias de criptomonedas y permite que se transfieran. FTX controlaba los cripto activos de los clientes porque controlaba las claves privadas relevantes. Y FTX mantuvo los libros –mal, parece.

Sin embargo, los intercambios descentralizados o DEX son alternativas a dichos mercados centralizados. En su forma más pura, los DEX no controlan los activos de un cliente porque el cliente, y no el intercambio, controla sus propias claves privadas. Los verdaderos DEX tampoco mantienen sus propios libros, sino que documentan las transacciones directamente en un libro de contabilidad público de blockchain.

Los DEX tienen programadores humanos. Pero los DEX no dependen de que un intermediario mantenga su palabra porque están compuestos de programas de software (“contratos inteligentes”) que son abiertos y auditables. Además, debido a que los DEX de buena fe están escritos en código fuente abierto, si a los usuarios no les gustan todos los matices de una versión DEX, pueden iterarlo y comenzar de nuevo. 

Eso no quiere decir que los DEX resuelvan todos los problemas o eliminen todos los riesgos. Por ejemplo, permiten a los usuarios cambiar entre ciertas criptomonedas, pero no les permiten comprar criptomonedas con tarjeta de débito o crédito. Los contratos inteligentes también pueden ser vulnerables a la piratería.

Pero realizar la debida diligencia en un DEX, como auditar su código de software de código abierto para determinar el rendimiento y las vulnerabilidades, no es lo mismo que lo que se requiere cuando se confía en que un tipo en una isla no robará ni mentirá. Los diferentes riesgos deben ser tratados de manera diferente. 

En consecuencia, nuestra pregunta a los legisladores en este punto es simple: llegar al fondo de lo que sucedió en FTX, pero también llegar al fondo de cómo distinguir los DEX de los intercambios centralizados. Esta tarea es fundamental, porque obligar a los DEX a cumplir con reglas únicas diseñadas para intermediarios tradicionales debilita lo que hace que los DEX sean únicos. También es contraproducente porque, como era de esperar, cumplir con las reglas diseñadas para los intermediarios tiende a requerir delegar tareas a los intermediarios, reintroduciendo algunos de los mismos riesgos que los DEX buscan mitigar. 

Para distinguir los intercambios centralizados de los intercambios descentralizados, sugerimos comenzar con una pregunta: si una persona que tuitea “la regué y debía haberlo hecho mejor” puede señalar plausiblemente la desaparición del intercambio. Si es así, eso no es DEX. Si no, podría serlo. 

Este artículo fue publicado originalmente en New York Daily News (EE.UU.) el 29 de noviembre de 2022.