Los sindicatos de maestros son más poderosos de lo que usted cree, pero eso podría estar cambiando

Kerry McDonald considera que la libertad para elegir la educación y para innovar durante la pandemia disminuirá el control de los poderosos sindicatos de maestros sobre la educación en EE.UU.

Por Kerry McDonald

Los sindicatos de maestros a lo largo de EE.UU. dicen estar buscando lo mejor para los profesores y los estudiantes, pero son organizaciones profundamente políticas con una influencia significativa sobre qué, cómo, dónde y con quien aprenden la mayoría de los niños. 

Mientras que los sindicatos de profesores más importantes del país desde hace muchos han estado conectados al Partido Demócrata y con la ideología de izquierda, esta afiliación política se ha vuelto cada vez más aparente en los últimos meses. Desde condicionar la reapertura de los colegios a demandas estrafalarias de políticas públicas y querellas legales, hasta amenazar con huelgas, y abiertamente respaldar acciones perturbadoras durante las recientes protestas, los sindicatos de maestros hoy son más poderosos y peligrosos de lo que muchos padres se dan cuenta. 

Los sindicatos del sector público por naturaleza son problemáticos porque están financiados por los contribuyentes bajo la amenaza del uso de la fuerza y muchas veces tienen un poder de monopolio. A diferencia de los sindicatos del sector privado en los que los consumidores tienen más libertad para elegir, ningún contribuyente puede excluirse de pagar su porción de las cuotas para los sindicatos del sector público (las cuales provienen de los salarios de los empleados públicos), incluyendo lo que esas cuotas financian. 

En julio el sindicato de profesores de Los Ángeles publicó un reporte detallando las condiciones que identificaron como requeridas para una reapertura segura de las escuelas. Este documento iba mucho más allá de requerir planes de distanciamiento social y equipos de protección personal, hasta llegar a ser una agenda que eclipsaba tanto el COVID-19 como las cuestiones educativas. Específicamente, fijaba los requisitos de políticas públicas para que las escuelas vuelvan a abrir, incluyendo la aprobación de Medicare para todos a nivel federal, elevar impuestos a nivel de los estados, dejar de financiar a la policía, e imponer una moratoria a todas las escuelas concertadas. 

En Florida, el sindicato de profesores libró una batalla en las cortes en contra de la reapertura de las escuelas del estado este otoño. En la ciudad de Nueva York, el sindicato de profesores amenazó con realizar una huelga si continuaban los planes de reiniciar la educación presencial. En Massachusetts, los sindicatos de maestros recientemente lograron retardar el inicio de las clases hasta septiembre, asegurando que no se recorten los presupuestos, y presionando porque sea exclusivamente virtual la educación en muchos distritos. 

Como Corey DeAngelis de la Reason Foundation observó, la reapertura de colegios está estrechamente relacionada al poder e influencia que tienen los sindicatos de profesores en determinada ubicación —no con preocupaciones relacionadas a la seguridad frente al virus. Citando una creciente cantidad de datos acerca de los planes de reapertura de escuelas a lo largo del país, DeAngelis reporta que “la relación entre la sindicalización y las decisiones de reapertura siguen siendo sustancialmente y estadísticamente significativas incluso luego de controlar para el tamaño del distrito escolar y por las muertes y casos de coronavirus per cápita en el condado durante el mes de julio”.

Más allá del COVID-19, los sindicatos de maestros también están participando del disturbio social que afecta a las ciudades más importantes de EE.UU. Particularmente perturbador fue un tweet emitido la semana pasada por el Sindicato de Profesores de Chicago respaldando a los manifestantes que erigieron una guillotina afuera de la casa del fundador y Gerente Ejecutivo de Amazon, Jeff Bezos

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Los planes contenciosos para volver a clases, un álgido ciclo de una elección presidencial, y una creciente lucha civil están poniendo de relieve a los sindicatos de maestros y sus afiliaciones políticas establecidas. Mientras que podríamos pensar que las escuelas estatales alrededor del país reflejan la diversidad política e ideológica de sus comunidades locales, la realidad es que los sindicatos de profesores y sus miembros se inclinan marcadamente hacia la izquierda. 

Según EducationNext, los dos principales sindicatos de maestros del país han estado entre los principales contribuyentes financieros a las elecciones nacionales desde 1990: “Ellos han forjado una alianza con el Partido Demócrata, el cual recibe la gran mayoría de su dinero duro de contribuciones para la campaña así como también contribuciones en especie para realizar operaciones que fomenten el voto”. Los miembros de los sindicatos de maestros constituyen 10 por ciento de los delegados a la Convención Nacional del Partido Demócrata, donde representan “el bloque organizacional más grande de activistas por el Partido Demócrata”.

Afortunadamente, la decisión de 2018 de la Corte Suprema en el caso Janus liberó a los que no son miembros de los sindicatos del sector público de estar obligados a contribuir con cuotas a los sindicatos, permitiendo que los empleados del gobierno eviten respaldar organizaciones políticas y plataformas con las cuales podrían estar en desacuerdo. A pesar de esta victoria, la influencia de los sindicatos de profesores en la política progresista alrededor del país continúa sin disminuir. De hecho, la Asociación Nacional de Educación, el sindicato del sector público más grande y el sindicato de profesores más importante, reportó que tanto las cuotas como la membresía aumentó un año después de la decisión de Janus

En su convención de julio, la Federación Americana de Maestros (AFT, por sus siglas en inglés), el segundo sindicato de profesores más grande, votó de manera unánime para respaldar la candidatura presidencial de Joe Biden. En su discurso para la convención, la presidenta de la AFT Randi Weingarten no escondió la políticas públicas izquierdistas y de la tendencia política que su sindicato y sus miembros respaldan. Ella dijo

“Imaginen un mundo con: educación pre-escolar universal; condonación de deudas para los educadores; financiamiento triple en virtud del Título I; escuelas comunitarias expandidas; respaldo para los niños con necesidades especiales; donde los exámenes de alto riesgo son lanzados por la ventana; con una rendición de cuentas por parte de las escuelas concertadas; con universidades e instituciones de educación superior estatales que no cobren pensiones para aquellas familias que ganan menos de $125.000. Esto no proviene de una resolución de la AFT. Esto proviene de la plataforma del Partido Demócrata, nacida de las recomendaciones que ayudamos a redactar con el Cuerpo Especial por la Unidad Biden-Sanders”.

Adicionalmente, la AFT respaldó otras políticas progresistas en su convención que no están relacionadas con la educación, como el Nuevo Acuerdo Verde, la vivienda asequible, y la atención médica universal. Para muchos de los padres de los casi 50 millones de estudiantes de escuelas estatales en pre-escolar, primaria y secundaria en EE.UU., estas políticas probablemente irán en contra de sus creencias personales y políticas y deberían estar preocupados de que esta ideología izquierdista está filtrándose hacia las aulas en las escuelas. 

Esto parece estar sucediendo desde ya en California. Los legisladores estatales han construido el camino para establecer el primer requisito de graduación de tener estudios étnicos, una medida que está siendo activamente promovida por el Sindicato de Maestros de California. La junta editorial del Wall Street Journal escribió recientemente acerca del mandato curricular planificado en California: “Esto es algo feo, una alimentación forzada a los adolescentes de teorías iliberales que han estado circulando en los departamentos de estudios críticos de las universidades durante décadas. La política identitaria obligatoria y la ‘interseccionalidad’ están en camino a reemplazar al nacionalismo cívico como el credo de EE.UU.”

Los padres y los contribuyentes deberían también estar preocupados si los sindicatos de maestros tuviesen ideas e influencia que sean abrumadoramente de derecha, razón por la cual limitar el poder en general del sector público es tan crucial. 

Mientras que el COVID-19 ha causado grandes disrupciones en cómo vivimos y aprendemos, también le ha dado poder a los padres para que examinen con mayor detenimiento la educación de sus hijos. Conforme más familias eligen la independiente educación en casa y las cápsulas educativas este otoño, la educación se está volviendo más descentralizada y más enfocada en la familia. Un reciente artículo del Wall Street Journal especuló que esta tendencia educativa probablemente golpeará duramente a los sindicatos de profesores: “¿Qué pasa cuando se niegan a hacer sus trabajo y resulta que los educados en casa igual están mejor?”

La libertad para elegir la educación y para innovar durante la pandemia diminuirá el control de los poderosos sindicatos de maestros y su agenda progresista. A pesar de que algunas escuelas y profesores están intentando presionar para que los padres no observen la instrucción de sus hijos, más padres se están despertando frente a los que sus hijos están aprendiendo en el colegio y dándose cuenta de que, en muchos casos, puede estar en contra de sus propios valores. Una agenda verbalmente progresista y una profunda alianza con el Partido Demócrata por parte de los sindicatos de maestros, junto con la proliferación de más alternativas educativas resultantes de la pandemia, podrían provocar que muchos padres se salgan voluntariamente de su distrito escolar local en busca de otras opciones. La pandemia debilitará el viejo control de los sindicatos de maestros sobre la educación y la política social en EE.UU., y fortalecerá la diversidad educativa y la libertad para elegir de más familias. También podría provocar una evaluación más cercana de la influencia desproporcionada de los sindicatos del sector público en general. Los contribuyentes deberían saber por lo que están pagando.

Este artículo fue publicado originalmente en Foundation for Economic Education (EE.UU.) el 31 de agosto de 2020.